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    Owen

    Capítulo 16

    28/07/2022

    Owen

    El taller ya había cerrado cuando terminamos con el coche de Cio. La verdad, es que pisar el acelerador para hacerle rugir hacía que todas mis terminaciones nerviosas vibrasen. Era una auténtica máquina de correr, podía sentirlo en la piel que tocaba aquel volante.

    —¿Ya está? —La voz del tipo llegó desde cerca del despacho del jefe, el cual caminaba detrás de él sonriendo satisfecho.

    —Habría que probar a ver qué tal va. —Le indicó Jos.

    —Conociéndote seguro que está perfecto. —El jefe sí que tenía confianza en el trabajo de la chica.

    —Más vale que sea así. —Cio acarició con la mirada su coche, seguro que se le había puesto dura al oírle rugir de aquella manera. Lo sé, porque tenía ese brillo en los ojos que se nos pone a los chicos cuando vemos un bombón de chica en biquini.

    —No pidas milagros. —¿A qué venía eso? —Lo que tu quieres no depende solo de que el coche esté afinado. —¿Estaban hablando de carreras? Porque me daba esa impresión.

    —No, pero ayuda mucho. —Cio la miró con un brillo extraño en la mirada. Ella podía esquivar la pregunta de si habían estado juntos, pero aquella mirada implicaba un conocimiento íntimo por parte del tipo.

    —Bien, pues si está todo hecho, iré preparando la factura para que puedas llevártelo. —Diego estaba sonriendo cuando se giró hacia su despacho.

    —¿Vendrás esta noche? —La voz del tipo salió demasiado aterciopelada para mi gusto. Estiró su mano para acariciar el brazo de Jos, pero ella lo movió bruscamente para deshacerse del contacto.

    —No. —dijo cortante. Cio arrugó el entrecejo, no sabría si contrariado o sorprendido. Me lanzó una mirada de advertencia, de esas que nos enviamos los tipos entre nosotros para que no nos metamos en asuntos que no nos conciernen, y siguió a Jos hacia el lugar donde se puso a recoger parte de las herramientas. Estaba claro que quería tener una charla a solas con ella.

    —¿Qué te pasa? Estás muy arisca últimamente. —Fingí que me mantenía al margen recogiendo algunas otras herramientas del taller, pero no aparté mi oído de ellos.

    —Será porque desde que ya no trabajas aquí solo me has llamado dos veces. —le recriminó entre dientes.

    —Ah, eso. He estado ocupado, nena. Tengo que buscarme la vida, ya sabes. Hay facturas que pagar. —Sería gilipollas.

    —Pues espero que te cunda. —Jos se cambió de puesto para seguir recogiendo.

    —No te pongas así, nena. ¿Quieres que te llame más? Lo haré, sabes que por ti haría cualquier cosa. —El tipo trató de acariciar su rostro, pero ella no reaccionó de la manera que esperaba. Se quedó rígida mientras le miraba con dureza, y después giró la cabeza hacia mí.

    —Owen, ve subiendo esa caja al almacén. —Me ordenó Jos. Estaba claro que ella no quería que yo escuchase lo que tenía que decirle.

    —De acuerdo. —Obedecí, esperando a que Adrik estuviese grabando todo esto y pudiese dejármelo escuchar más tarde.

    Josephine

    Cuando Owen se alejó lo suficiente le hice la pregunta a Cio, esa cuya respuesta ya sabía, pero que necesitaba que él entendiera que era algo importante.

    —Dime que no me quieres solo para trabajar en tu coche. Dime que lo nuestro va a alguna parte. —Cio no esperaba que le pidiera eso.

    —Por su puesto que no es por eso, nena. Sabes que te quiero, que para mí tu eres la única. —Su expresión preocupada estaba orientada a convencerme, pero yo sentía que no era así, que yo no era tan importante, al menos la parte que no sabía de mecánica.

    —Está bien. —cedí. ¿Por qué lo hice? Porque no quería cerrarme la puerta al mundo de las carreras ilegales. Allí se podían conseguir muchos clientes, y necesitaba esos contactos si quería independizarme. ¿Se pensaban que iba a quedarme a trabajar en un taller de barrio toda mi vida? Tener que aguantar a un jefe como Diego no era precisamente mi plan de vida. Estaba ahorrando para montar mi propio negocio, uno en el que yo pudiese organizar todo a mi manera, y donde no tuviese que aguantar a ningún jefe prepotente.

    —Entonces, ¿vendrás esta noche? —Sabía que me quería por si acaso había que hacer un ajuste de última hora. ¿Qué corredor no quiere un mecánico a su disposición en los momentos importantes?

    —No puedo. —dije con voz afligida. ¿Se creían que yo no sabía fingir ese tipo de cosas? Por favor, en mi casa fui yo la que inventó el chantaje emocional.

    —Esta bien. —Cio se inclinó para besarme fugazmente en los labios, y yo me dejé. —Te llamaré para contarte qué tal ha ido todo esta noche. —Dijo mientras se alejaba.

    —Lo sé. —No pude evitar sonreír. Lo que él estaba enmascarando como algo personal, en realidad era algo profesional. Él no quería compartir lo bien o mal que le habría ido en la carrera, sino que querría una valoración mecánica por mi parte de los posibles problemas que tendría el coche.

    Terminé de recoger rápidamente el equipo que quedaba sobre la mesa de trabajo, y comprobé el estado de mi puesto de trabajo. Soy una persona ordenada y meticulosa, sino perdería mucho tiempo en buscar y localizar el material que necesito en cada momento.

    —¿Necesitas que lleve algo más? —Por la forma en que me miró Owen al hacer la pregunta sabía que no le había gustado la forma en que lo había tratado. Y eso me hizo sentir culpable.

    —No, gracias. Es todo. —Él asintió serio. —Voy a ir a cambiarme, comprueba que toda la maquinaria está apagada y podrás irte.

    —De acuerdo. —Pude ver como Cio ya salía del despacho, no demasiado contento por lo que había tenido que pagar. No quería aguantar sus quejas, así que me di prisa por ir al vestuario para evitarle.

    Ya me había cambiado, cuando Owen llegó. El rugido del coche de Cio llegó hasta mis oídos, y no sé por qué, pensé que podía darle algo al chico después de todo. No quería que se quedara con la imagen de ogro que seguramente ya tenía de mí.

    —¿Te gustaría verlo correr? —Señalé hacia la puerta para que entendiese que me refería a Cio y su coche.

    —¿Estás hablando de una carrera ilegal? —dijo alzando una ceja. Tenía que apreciar que el chico no era tonto.

    —Puedo llevarte si prometes portarte bien. —En su cara pareció una curiosa sonrisa, un alzamiento de la comisura de su boca que lo hizo parecer tremendamente… interesante, esa era la palabra. Vale, y sexy, pero eso no importa.

    —Yo siempre me porto bien. —Su voz llegó a mis oídos con un tono oscuro, como si otra persona, escondida debajo del joven aprendiz, tratase de decirme que había algo peligroso dentro. Va, imaginaciones mías, o ¿tal vez estuviese imitando a algún personaje de alguna serie de televisión? Quién sabe, los chicos son muy raros.

    —Entonces cámbiate, te espero en la parte de atrás. —Su cabeza se inclinó de forma afirmativa mientras sonreía.

    —De acuerdo.

    Estaba llegando a mi coche cuando Owen me alcanzó, el chico parecía tener ganas. Normal, son carreras de coches y él un aprendiz de mecánico, tenía que estar muy emocionado. Sobre todo porque había trabajado con sus propias manos en uno delos coches que iban a participar.

    —Espera. —Le detuve cuando estaba dando la vuelta al coche para abrir la puerta del acompañante. —Tiene truco. —Cogí la manilla al tiempo que golpeaba y tiraba hacia arriba para destrabar el metal. —Lo sé, es una vergüenza que un mecánico tenga una puerta como esta. Pero ya sabes lo que dicen, en casa del herrero cuchillo de palo.

    —Si quieres, me puedes enseñar a arreglarla. Así yo aprendo y tu tendrías una puerta en buen estado. —Ladeé la cabeza mientras lo sopesaba. Realmente el chico era muy servicial. Tarde o temprano tendría que espabilar y darle más valor a su trabajo, pero de momento a mí me venía bien tener esa puerta arreglada.

    —Tendría que ser en tu tiempo libre. —Él alzó un hombro como si le restase importancia.

    —Quid pro quo. Hoy por ti, mañana será por mí. —Pues vaya, el chico no era tan inocente. Acababa de ganarse un favor que le debería. Pero bueno, merecía la pena.

    —Entonces tenemos un trato.

    Owen

    Apenas tuve tiempo de avisar a Adrik, aunque bueno, seguramente no se estaba perdiendo nada de lo que estaba sucediendo.

    —Me voy a las carreras. —Lo dije en alto, aunque si alguien se pasaba por allí, parecería que estaba hablando conmigo mismo. Salvo que obtuve una respuesta en el pequeño auricular de mi oído.

    —Cabrón suertudo. Yo estoy empezando a tener calambres de estar aquí encerrado. —Sabía que se quejaba porque la vigilancia era aburrida y yo me iba a un lugar con más acción.

    Salí del vestuario para encontrar las luces del taller vacías, salvo por Diego, yo debía de ser el último en salir. Eso quería decir que nuestra rata debería estar a punto de hacer su llamada, o regresando a su casa. Si era esto último, Adrik se estaría subiendo por las paredes. Lo conocía demasiado bien, es lo que tiene la universidad, que aprendes mucho sobre tus amigos, sobre todo si son tu compañero de habitación.

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    1 Comment

  • Reply SophiAlvarado 28/07/2022 at 9:38 PM

    Ay Jos

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Bienvenid@s a mi blog. Lo primero de todo, agradecerles su apoyo y fidelidad, pues es gracias a ellos, que he dado este salto: crear este punto de encuentro entre lectores y autor, donde podrán encontrar mi trabajo antes que en otras plataformas de lectura libre online. Si han llegado hasta aquí es porque ya me conocen, o han leído parte de mi trabajo. Para quienes me acaban de descubrir, solo decirles que soy una escritora de novela romántica, y que, en este espacio, al igual que ocurre en wattpad, podrán encontrar la mayoría de mis obras para poder leerlas libremente. Eso sí, les pediría que no plagien mi obra, ya que para mí supone un gran esfuerzo crear todo este material, y mucho más el ponerlo a su disposición. Además, que parte de ella, está protegida por los derechos de autor, ya que está inscrita en el registro de la propiedad intelectual. El objetivo de este blog es hacerles llegar, aunque de forma algo tosca, las historias que se acumulan en mi cabeza. Por eso espero que disculpen el que el material no esté pulido como sería propio de una gran escritora que presenta su obra al público. Pero no dispongo de nadie, como ocurre con otros autores, que se encargue de revisar, corregir y pulir mis escritos. Solo soy una sencilla persona con medios limitados, que intenta llegar a todas aquellas personas que desean disfrutar con las locas historias que pueblan esta cabeza inquieta. Si desean tener algunas de mis obras en formato físico, pueden hacerlo. Consulten en el enlace que encontrarán en la columna de la derecha. Sin más, espero que disfruten de mis escritos, que rían, lloren, se enfaden… pero, sobre todo, que terminen cada historia con una sonrisa en su cara, y con esa sensación de que, por un rato, se han evadido de la realidad para permitirse soñar conmigo. Sigan a mi lado, y les daré algo dulce, salado o picante, pero no demasiado, porque quiero que vuelvan siempre a por más.
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