El proceso de mapeo me pareció mucho más largo de lo que recordaba, pero he de reconocer que hacer una copia exacta de un corazón, aunque fuese infantil, requería su tiempo. Sobre todo, si querían construir uno nuevo utilizando como referencia el molde, por así llamarlo, que estábamos creando en ese momento.
—Creo que lo tenemos todo. —comentó Drake mientras tecleaba rápidamente, haciendo aparecer una imagen tridimensional del corazón de su hijo en el monitor.
—Es asombroso. —reconocí. Decididamente, los equipos tecnológicos de este hospital estaban mucho más avanzados que los de mi antiguo trabajo.
—Hemos terminado. —dijo Drake por el micrófono, para que los que estaban al otro lado de la cristalera lo oyeran.
Observé como Jade retiraba la vía del brazo del pequeño con cuidado. No es que el niño se quejase, pero sabía que un pinchazo como ese era doloroso. Me sorprendió que el pequeño se mantuviese quieto todo el tiempo que duró la prueba, y mucho más que no se quejase ni una sola vez.
—Tienen que volverle loco los muffins. —Me escuché decir en voz alta.
—No ha soportado todo esto por un dulce, sino por su nueva amiga. —La mirada de Drake observaba con tristeza al otro lado del cristal, pero sabía que no estaba provocada por su hijo.
—¿Amiga? —Estaba empezando a darme cuenta de que por aquí las coincidencias no eran arbitrarias. ¿Una niña con problemas cardíacos?
—Ya la conoces. Ha sido tu paciente hoy. —Mi sospecha se confirmó.
—Alma Rodríguez. —Drake asintió.
—Mi hijo es de ese tipo de personas que no hay quién detenga si tiene una fuerte determinación. Jamás le obligaría a someterse a una prueba dolorosa, pero si él está dispuesto a dejar que lo pinchen para ayudar a su amiga, ¿quién soy yo para impedírselo? —¿Estaba entendiendo lo que parecía?
—¿Le has manipulado para que se dejase someter a la prueba? —le acusé.
—Solo dejé que se conocieran, y le expliqué lo que quería hacer para ayudarla. Enseguida se ofreció voluntario, como supuse.
—Tu hijo tiene un gran corazón. —Aunque seguía pensando que le había manipulado para conseguir de él lo que necesitaba. Pero yo no era nadie para juzgarle, mi familia es mucho peor, son de los que recurren al chantaje, y no solo el emocional. Bueno, mis padres se libran bastante de ser así, pero es que ellos son… algo diferentes.
—Lo ha heredado de su abuela. —reconoció. —Pero si su madre pregunta, tú y yo no sabemos nada de esto, ¿queda claro? —Actuando a espaldas de su mujer, puf. No sería yo el que le dijera de un matrimonio no podría ir bien si se ocultaban cosas.
—Mis labios están sellados. —Me cerré la boca de forma teatral con dos dedos.
—Bien, porque no te dejaré participar en el proyecto si no puedo confiar en ti. —¿Estaba en el proyecto? Me había dejado sin palabras.
—Papá, ¿puedo compartir con Alma mi muffin? —preguntó el pequeño en cuanto su padre se adentró en la cabina.
—Eso tendrás que preguntárselo al primo Grigor. Hay cosas que Alma no debe comer para no cansar a su corazón. —Privar a una niña de un trocito de muffin era cruel, son niños. Pero su patología sí que requería un control estricto de sus actividades, y algunos alimentos que podían no ser recomendables. Todo lo que requiriese un sobreesfuerzo de su corazón era potencialmente peligroso. Pero…
—Creo que podrá tomar un par de pellizquitos. —le concedí.
—Bien. —El niño dio un pequeño salto, emocionado.
—Veré por dónde están. —cedió Drake. Tomó su teléfono y empezó a teclear.
—Has sido un chico muy valiente. —Le concedió Jade al niño.
—Porque soy un Vasiliev. —dijo el pequeño con orgullo.
Vasiliev… En ese momento me di cuenta de algo. Si el niño se apellidaba Vasiliev, y Jade Sokolov, eso quería decir que ella estaba casada. Una pequeña burbuja de decepción explotó en mi interior. Mi duende ya había sido atrapado por otro. A no ser que fuese la hermana de la madre del niño.
—Me temo que ya no están en el hospital. Grigor ha llevado a Alma a casa, estaba algo cansada. —informó con tristeza Drake.
—Vaya. —El pequeño miró el muffin con tristeza, como si de repente ya no fuese tan apetitoso.
—Seguro que volverás a verla pronto. —Grigor era familia, era fácil que volviesen a coincidir.
—Quería enseñarle el muffin. —El pequeño alzó el dulce.
—Leo, ¿podrías prestarnos tu despacho unos minutos? —¿Qué estaba maquinando Jade? —Prometemos no romper nada. —La dulce mirada que le dedico al niño no solo me reblandeció el corazón, sino que me hizo sentir cierta envidia. Ojalá alguien me mirase de esa manera.
—¡Buena idea, hermanita! —¿Hermanita? Definitivamente, mis posibilidades se habían evaporado. —Si dejas que Valentín charle con Alma por videoconferencia desde tu despacho, yo a cambio te enseñaré algo que te resultará interesante. —Eso me animó.
—¿Cómo de interesante? —Drake sonrió de forma pícara.
—Algo que muy pocas personas en este hospital han visto. —Sus palabras me sedujeron como una bailarina de la danza del vientre a un viejo verde.
—Mi despacho es tu despacho.
—Pues vamos. —Drake tomó a Valentín de la mano y lo guio fuera de la sala.
—Gracias. —susurró mi duende inalcanzable, cerca de mi oído. Su aliento me provocó un extraño escalofrío, como fuego y hielo deslizándose por mi piel.
—Haría cualquier cosa por un niño valiente. —No era una mentira, me había metido en muchos líos precisamente por eso. No iba a decirle a nadie que tenía vetada la entrada en un país precisamente por extralimitarme en mis funciones. Los niños siempre fueron mi debilidad. Su inocencia es la que puede salvar el mundo.
Después de dejar a Valentin y Jade sentados detrás del monitor de mi terminal, charlando con una animada Alma, Drake y yo nos encaminamos hacia la torre del hospital. Como descubrí, ellos la llamaban familiarmente ‘el anexo’.
En cuanto reconocí nuestro destino, el mismo lugar donde me había llevado Hugo unas horas antes, ya sabía lo que iba a ver. Pero no quería meter a Hugo en un problema así que no dije nada.
—Aquí es donde fabricamos la piel orgánica.
—Maravilloso.
La expresión de Drake me decía que no estaba satisfecho con mi reacción, hasta que pareció comprender.
—Hugo ya te lo ha enseñado. —dedujo.
—Esta mañana. —confesé. Drake sopesó sus opciones, o eso me pareció.
—Te he prometido algo interesante, y eso voy a darte. —Por la seriedad de su rostro antes de guiarme hacia un nuevo destino, supuse que iba a tener algunas palabras con Hugo.
Atravesamos el pasillo, hasta llegar a otra puerta cerrada. Drake giró el picaporte para abrirla sin ninguna dificultad, algo que me extrañó. Si era algo tan ‘secreto’, ¿no debería estar protegido con más medidas de seguridad?
No parecía haber nada al otro lado, solo era una pequeña habitación vacía, o al menos creí que era eso, hasta que la puerta a nuestras espaldas se cerró con un chasquido, y la pared frente a nosotros se abrió con un silbido, como las puertas de un ascensor. Al otro lado, una enorme pared transparente mostraba una hilera de equipos técnicos y varias peceras.
—Ahí es donde vamos a fabricar nuestro corazón. —señaló Drake una pecera vacía.
—¿Ahí? —Miré con más atención.
—Y como ves, no será nuestro primer órgano. —Seguí la mirada de Drake, para toparme con una pecera en la que flotaba ingrávido un riñón. Debía estar funcionando, porque tenía cables y tubos conectados, que parecían indicar que entraba y salía líquido de él. Vivo, estaba vivo.
—Seguro que has notado que es algo más grande que un riñón humano. Eso es porque es para un caballo.
—¿Un caballo? —Me costó formular la pregunta, porque esta tan estupefacto que apenas podía hablar, y ya no digamos formular una pregunta inteligente.
—Uno de los riñones del receptor ya ha fallado, y el otro no tardará mucho en hacerlo. El jeque no solo le tiene mucho aprecio a su caballo, sino que quiere amortizar la vida útil de su semental. Y antes de que lo preguntes, no, la intervención no se realizará aquí, sino en los Emiratos Árabes. Nosotros solo tenemos que llevarle el riñón hasta allí, y una vez en el quirófano, ya no será problema nuestro.
—Vaya. —articulé. —¿Cómo has conseguido…?
—¿Meter a un caballo en un TC? —Esa no era mi pregunta, pero también era interesante saber la respuesta. Seguro que ese ‘jeque tenía dinero suficiente para pagar equipos tan punteros como el que había en el hospital, y montar un hospital equino con ellos. Los árabes se gastaban auténticas fortunas en sus ‘pura sangre’.
—Sí.
—Por fortuna, las leyes no son tan estrictas con respecto a los órganos de animales. Es muy fácil conseguir casquería equina fresca. Solo tuvimos que comprar unos cuantos riñones hasta encontrar el adecuado. Con el mapa tridimensional del órgano y unas cuantas células madre del receptor, hemos construido un nuevo riñón funcional.
—Es asombroso. —reconocí, mientras me acercaba más al cristal para observar el órgano.
—Es ciencia. —dijo Drake a mi lado. —Y si todo sale bien, conseguiremos un corazón para Alma, por si acaso. —Me miró.
—Un plan B por si no llega a tiempo un órgano real. —deduje.
—Si por mí fuese sería nuestro plan A, pero no tenemos tiempo para hacer las pruebas y test suficientes para asegurarnos de ello. Un corazón fabricado para un paciente en concreto no requiere de un período de espera indeterminado. Y además eliminamos algunos inconvenientes de un trasplante común, como la toma de medicación de forma permanente para evitar el rechazo. El sistema inmunológico del receptor jamás rechazaría el nuevo corazón, porque sería parte de sí mismo.
Seguía sonándome a ciencia ficción, pero la prueba de que algún día eso sería verdad la tenía delante de mis ojos.
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