Mi recomendación es limpiar con un cepillo facial, a ser posible manual, y con jabón. Pero no uno cualquiera, sino aquel que mantendrá alejadas las impurezas de nuestra piel manteniendo su luminosidad natural. ¿Y cual es?, pues ni más ni menos que jabón de leche de burra.
Ya Cleopatra gozaba de los beneficios de esta leche bañándose en ella. Hoy en día, podemos disfrutar de las mismas ventajas para nuestro rostro con un simple jabón.
Puede ser más caro que un sencillo jabón hidratante, o de glicerina, pero la diferencia es muy significativa.