Viktor
No sabía si era buena idea, el chico estaba bien, Drake me lo había confirmado. Pero si fuese mi hijo, yo querría saber lo que le había ocurrido. Así que finalmente marqué el número de mi hermano y esperé.
—Más te vale que sea importante porque estaba en la cama. —Sabía que no lo decía porque le hubiese despertado, sino porque tenía entre manos algo íntimo con su mujer. A mí también me cabrearía que me interrumpiesen en un momento así.
—Han herido a Leo. —Pude escuchar el crujido de la cama al levantarse, sus pasos y una puerta cerrarse.
—¿Cómo se encuentra? ¿dónde está? —preguntó con ansiedad. Le entendía, hacía unas horas que se había enterado de que tenía otro hijo, y ahora podía perderlo sin tener la posibilidad de tener una charla padre e hijo.
—Ha sido un corte superficial, y ya se lo han cosido en el Altare.
—¿Quién ha sido? —Podía notar la tensión en su mandíbula al decirlo.
—Un estúpido yonqui con poco cerebro. No te preocupes, lo tenemos a buen recaudo, por si acaso. — Antes de dar por hecho lo que parecía, había que eliminar todas las demás posibilidades. Nosotros somos así, de los que quieren tenerlo todo claro y bien atado. Si alguien ha preparado una mascarada para atacar a alguien de la familia, tenía que destriparla pieza a pieza hasta descubrir quién estaba detrás. Nosotros no creemos en los accidentes ni en las casualidades, yo menos que nadie, porque soy un experto en fabricarlos.
—Quiero encargarme personalmente. —Suspiré mientras trataba de ponerme en su lugar, y en encontrar una excusa que para él fuese aceptable.
—Yo me encargaré de él, pero te mantendré al corriente de todo, no te preocupes.
—Viktor… —me advirtió.
—Tú encárgate de tu hijo. —le sugerí.
—Sabes que no puedo presentarme delante de él y preguntarle sin más.
—Lo sé. Pero te sugiero que vayas pensando en tener esa charla con él. Uno no sabe cuando la situación puede torcerse. —¿Y si la herida hubiese sido grave? Mi hermano haría todo lo posible por estar allí, controlando que su hijo tuviese la mejor atención, supervisando personalmente el trabajo de los médicos.
Esta vez había sido atendido en nuestro hospital, nadie cuestionaría nuestro interés, no se atreverían. Pero ¿y si ocurría en otro estado? Ya teníamos bastante con lo que lidiar como para encima tener una denuncia por acoso. No se podía empezar una relación familiar de esa manera. Además, Leo merecía saber por qué ese hombre estaba tan preocupado por él. ¡Qué diablos!, todos lo estaríamos. Aunque él no lo sepa, Leo es mi sobrino.
—Es un tema delicado que tengo que enfrentar con su madre. —Podía entender que quisiera hacerlo con ella, para que Leo viese que era verdad.
—Tiene un vuelo programado para mañana por la noche, yo hablaría con ella lo antes posible.
—Antes quería hablarlo con sus hermanos, merecen estar prevenidos.
—Te entiendo.
—Cuando dé el paso te avisaré.
—Más te vale, yo también quiero estar prevenido.
Cerré la llamada, sabiendo que mi hermano tenía una larga noche por delante.
Leo
—SSSshhhh—No pude contener el siseo de dolor cuando salí del coche. Era como si algo dentro de mi abdomen me hubiese mordido y después tirado con saña.
—Te duele. —aseveró Jade. No quería parecer un debilucho, así que tomé mi maltrecho orgullo y negué.
—Solo molesta un poco. —Ella puso los ojos en blanco, me había calado la intención.
—Hombres.
Activó el cierre del vehículo y empezamos a caminar hacia el ascensor. Con tanta seguridad, no creo que importase si le dejábamos abierto. ¿Qué ladrón se atrevería a venir a robar aquí? Sin reconocimiento facial sería muy difícil llevarse el coche, al menos si querías hacerlo de una pieza.
—¿Te encuentras bien? —giré la cabeza para encontrar al padrino de Alma, Grigor Vasiliev, que caminaba de la mano de una chica. ¿También vivía aquí? Pero que pequeño era esta ciudad. Aunque claro, si su familia era tan importante y gestionaba el edificio, no le habría costado encontrar un apartamento aquí.
—Se enfrentó a un ratero. —respondió Jade por mí.
—Y perdiste. —dedujo Grigor.
—No le hagas caso. —Al menos la chica salió en mi defensa. —Nunca hay que enfrentarse a alguien armado, porque es muy probable que salgas herido. —No me pasó desapercibido el alzamiento de ceja de Grigor hacia ¿sería su mujer? ¿su novia?
—Eso no se lo dirás a tus alumnos. —Entramos al ascensor mientras esperaba la respuesta a la pregunta de Grigor.
—Ellos son profesionales. Su trabajo se basa en salir airosos de situaciones como esa. Un civil no debería enfrentarse nunca a un atracador. —Esa última frase me la dijo directamente a mí.
—Algunos civiles también saben como apañárselas. —dije. No es que estuviese recriminando a Jade el hecho de que solucionase el problema que yo había empezado, bueno un poquito sí que me dolía. Se supone que los caballeros son los que deben proteger a las damas, no al revés. Que hubiese sido así, dejaba mi orgullo masculino muy tocado.
—Bueno, es que Jade no es precisamente un civil. —Aquella observación de Grigor me hizo girar la cabeza hacia él, buscando una aclaración a eso.
—Jade es médico, no es una profesional de esos que mencionas. —Entonces me di cuenta de algo—¿De qué tipo de profesionales has hablado antes? ¿militares? ¿policías? —pregunté curioso.
—Personal de seguridad. Soy instructora de efectivos en la agencia Vasiliev. —¿La chica era la instructora? Si Jade había sido capaz de derribar e inmovilizar al tipo del aparcamiento, no tendría que cuestionar si quiera si ella era capaz de hacerlo también.
—Ah.
—Sé lo que estás pensando. —El ascensor llegó en ese momento a mi piso, era el primero en bajarse.
—Que el pedido del Celebrity´s llega a mi apartamento, y que te bajas aquí. —bromeé mientras salía del habitáculo.
—¿Celébrity´s? —Grigor aferró la puerta del ascensor para que no se cerrase. —Me parece que podemos hacer un trato. —¿En qué estaba pensando? No tenía ni idea, así que pregunté.
—¿Trato?
—Yo te doy algunos calmantes para que esa herida te moleste esta noche, y algo para ayudarla a cicatrizar rápido, y tú a cambio nos cedes uno de los menús. —ofreció.
—Me pido el postre. —Se apresuró a asignarse su chica.
—La mitad. —Contra ofertó Grigor.
—Recoges tú. —La chica era dura negociando.
—No te preocupes, recogé él. Es su casa. —Grigor me sonrió.
—Espera. Me dejas sin cenar ¿y a cambio tengo que recoger la mesa? Creo que me quedo con la cena y me las apaño con la medicación que me han dado en el hospital. —Alcé el bote de analgésicos que me habían dado en urgencias.
—Suerte con eso. —dijo Grigor mientras leía la etiqueta. —Lo que yo tengo puede hacer que no te moleste en 12 horas. —Soy médico, conozco todos los medicamentos, y sé que existe ese milagro químico. El cómo lo tenía él en su casa era algo en lo que no iba a meterme.
—En 10 minutos en mi apartamento. Si llegas tarde te quedas con lo que quede. —amenacé. No sabía cuando llegaría la comida, pero tenía muy claro que yo no comería tan deprisa de tenerla ya puesta sobre la mesa. Grigor sonrió aceptando el desafío.
—Cariño, ve a defender nuestro postre. Yo tardaré 5 minutos. —Ella depositó un pequeño beso sobre los labios de Grigor mientras abandonaba el ascensor.
—Ese es mi chico.
Enfilamos de nuevo hacia mi apartamento cuando las puertas del ascensor se cerraron.
—Es aquí. —Tecleé el código de acceso y entramos.
—Será mejor que nosotras pongamos la mesa, no creo que te apetezca estirarte. —Jade señaló mi abdomen con la mirada. No, no me apetecía hacerlo.
—Adelante, estáis en vuestra casa. Si no os importa, yo superviso desde aquí. —Me senté con cuidado en uno de los taburetes junto a la barra de desayuno.
—Necesitas ese calmante. —dijo la chica de Grigor mientras depositaba un plato en la encimera.
—Por eso lo he cambiado por la cena. Prefiero drogas antes que comida. —Además, quedarme sin comer podría incluso venirme bien.
—¿Quién ha dicho que te vas a quedar sin cenar? —preguntó mi invitada.
—Es cuestión de números, dos menús y cuatro personas.
—Eso es porque no conoces las raciones del Celebrity´s. —dijo ella.
—He comido en dos de sus restaurantes. Está bueno, pero las raciones no son enormes. —Más bien minimalistas, aunque los menús constaban de varios platos.
—¡Ja!, eso es porque no eres un Vasiliev. Las raciones que nos envían son bastante generosas. —Ese dato me hizo pensar, y mucho. Vasiliev, apellidarse así tenía muchas ventajas en esta ciudad.
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