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    Dra. Jade

    Capítulo 29 DJ

    01/10/2025

    Leo

    No podía apartar la vista del tipo al otro lado del cristal, pero lo que me tenía enganchado era la voz de Viktor. No solo era lo que decía, era su voz. El tono, la cadencia… Todo en la forma que modulaba sus palabras estaba destinado a dominar a su oponente. Porque esto era eso, una lucha entre dos voluntades, el que no quería hablar, y el que iba a arrancarte una completa confesión, o al menos eso era lo que esperaba.

    Viktor estaba sentado de espaldas a mí, por lo que tenía al otro tipo frente a mí. Podía apreciar cada pequeño gesto en su expresión, su postura. Viktor parecía relajado, incluso se había cruzado de piernas, mientras parecía revisar algo en su teléfono, como si fuese un adolescente que curiosea las notificaciones que han llegado a su aparato.

    —Supongo que ya sabes por qué estás aquí. —El tipo no respondió. —Hacerte el duro no te servirá de nada, ya te irás dando cuenta.

    —Quiero un abogado. —Viktor soltó una carcajada.

    —Ay, me matas —se limpió una lágrima imaginaria —. ¿De verdad me estás diciendo que no sabes dónde te has metido? —Lo noté, su mejilla tembló ligeramente. —La persona que te encargó el trabajo sabía perfectamente dónde te enviaba, y el que no hizo un buen trabajo de investigación fuiste tú. —Viktor chascó la lengua. —Cada vez hay menos buenos profesionales. —Viktor hizo una pausa, mientras pasaba páginas en su teléfono. Era evidente que estaba leyendo algo. —Veamos… Un currículum interesante. Tu carrera en el ejército no es que fuese brillante, justita diría yo. Normal que los de Aliance Provide no te dieran un puesto de responsabilidad, no eres más que un peón pequeño, que se mete en los charcos que sus jefes no se atreverían ni a bordear. —Otra vez aquel tic en la mejilla. —Con la mierda que te pagan, yo no me jugaría la vida por ellos. —Viktor finalmente alzó la cabeza hacia él, como si ahora sí mereciese la pena prestarle atención. —Pero en fin, cada uno es libre de elegir por qué merece la pena morir. —Incluso a mí me recorrió un escalofrío cuando Viktor dijo aquella última palabra.

    —Quiero un abogado. —volvió a repetir. Viktor inclinó la cabeza para negar.

    —¿Todavía insistes con eso? A estas alturas ya tendrías que saber que nosotros no somos la policía, y tampoco recurriríamos a ella. La familia Vasiliev resuelve sus propios asuntos. —La pierna de Viktor descendió, para después intercambiar la postura con la otra.

    —No sé lo que quiere decir.

    —Que tu nombre va a estar mucho tiempo en la lista de desaparecidos. Quizás algún día, dentro de 100 años, si un terremoto destruya las infraestructuras de la ciudad, encuentren tu cuerpo en los cimientos de algún edificio. Para ese entonces no me preocupará lo que se descubra. ¿Sabías que el Holding Vasiliev consiguió un contrato del ayuntamiento para construir una ampliación de los archivos municipales? Lo sé, es irónico que acabes sepultado en un edificio público. Aunque podría llevarte a la nueva planta de procesamiento de residuos. No es que huelas mucho bajo un metro de hormigón, pero me reconfortaría el saber que vas a pasarte toda la eternidad rodeado de desperdicios.

    —¿Me estás amenazado? —preguntó incrédulo el hombre.

    —Oh, no. Yo no amenazo. Solo te voy informando. —Un aviso llegó al teléfono de Viktor, que lo revisó rápidamente. —Vaya, vaya. Esto es interesante. —Viktor se puso en pie. —Creo que tengo todo lo que necesito para encajar las piezas de este puzle. Ya que tu no puedes ofrecerme nada jugoso, voy a ir directamente a por tu jefe, seguro que él tiene una charla más amena.

    —¿Qué van a hacer conmigo? —preguntó, algo nervioso.

    —¿Otra vez? Pues usarte como encofrado, ya te lo he dicho.

    —No puede… —Creo que el tipo estaba a un paso de romperse.

    —Vamos a ver—Viktor se sujetó el puente de la nariz de forma dramática. —Ya sé que formas parte de un equipo que ha venido a eliminar un estorbo para la persona que os ha contratado. Sé que tu empresa ha trabajado más veces para el emporio Kingsdale, que sois los que os ocupáis de los trabajitos poco honorables de esos chupatintas estirados que llevan zapatos que cuestan lo mismo que tu último coche. No puedes darme nada que no consiga yo tirando de algunos hilos. ¿Me llevará más tiempo? Sí. Pero…

    —¿Y si le digo a quién teníamos que eliminar? —le interrumpió el tipo.

    —Leonidas Kinsgdale, eso ya lo sé. —Los ojos del tipo se abrieron, como si fuera consciente de que se le acababan las opciones.

    —¿Y quién nos contrató? —El tipo se relamió los labios, como si se le hubiesen quedado secos.

    —El emporio Kingsdale. Solo tengo que escarbar un poco para averiguar quién dio la orden. Con el viejo fuera de juego, y el nuevo dueño como objetivo, las opciones que quedan son…—El tipo le interrumpió bruscamente a Viktor.

    —Yo sé quién dio la orden. —Viktor apenas se movió.

    —Dudo que alguien con tu nivel de acreditación tuviese acceso a ese tipo de información. Las empresas como Aliance Provide no dejan ese tipo de dato sensible al alcance de los empleados inferiores. —le rebatió Viktor.

    —No, pero tengo acceso al teléfono de aviso para enviar la confirmación de que el trabajo ha sido realizado con éxito. —Una de las cejas de Viktor se alzó hacia el hombre, como si ahora hubiese captado su atención.

    —Te escucho.

    —Antes quiero negociar mi libertad. Cuando esté a salvo yo… —Viktor negó con la cabeza mientras volvía a sentarse en la silla frente a él.

    —Esto no funciona así. Puedo ser magnánimo, y premiar el ahorro de tiempo que me facilitarás con digamos una conmutación de sentencia.

    —¿Qué? —Desconcierto, miedo.

    —Verás. Si lo que me ofreces vale la pena, puedo conmutar tu muerte por otra opción menos letal. Puede ser una reclusión indefinida en una prisión extranjera, un borrado de memoria… Todo depende de lo bueno o regular que puedas darme.

    —¿Y cómo sé que cumplirá su palabra? ¿Cómo sé que no va a matarme cuando tenga lo que quiere? —Viktor ladeó la cabeza mientras elevaba un hombro.

    —No sé, supongo que tendrás que arriesgarte y fiarte de mi palabra. O esperar que esté lo bastante contento como para que la cumpla. Todo depende de ti.

    —Eso no… —Viktor le interrumpió con una carcajada.

    —Lo siento, ya me han dicho que tengo un sentido del humor muy negro. No, en serio. Si algo nos define a los Vasiliev es que cumplimos con nuestras promesas, sea eso algo bueno o malo. Así que, si te prometo que no te mataré, no lo haré. Ni mandaré a alguno de mis hombres a que lo haga por mí. Si algo nos queda a la mafia rusa es el honor. No somos como esos villanos de las películas. Entonces ¿vas a darme ese número? —El tipo asintió.

    Mis manos empezaron a dolerme, por la tensión que había estado conteniendo en mis puños. Mi cabeza estaba bullendo por la necesidad de decirle a Viktor, que ese desgraciado podía morir sin que él rompiese su palabra, solo bastaba con que no impidiese que yo lo matase. ¡Agh!, mierda. No podía estar hablando así, soy médico, salvo vidas, no las quito.

    —Ahora viene la parte en la que decides que vas a hacer con la persona que ha ordenado que te maten. —Giré la cabeza hacia Nick, que no había apartado la vista de la sala al otro lado. Respiré profundamente antes de responder.

    —Supongo que no podemos entregárselo a las autoridades para que lo condenen por intento de asesinato. —Dije bien, condenen, porque no esperaba menos.

    —Probablemente el juicio se alargaría mucho, algunos testigos cambiarían de declaración o morirían, se perderían pruebas. La gente rica no suele acabar en prisión.

    —¿Y qué sugieres? ¿Que le pague con la misma moneda? ¿Que ordene a alguien que lo mate? —La sonrisa de Nick tenía que haberme advertido de lo que iba a decir.

    —La muerte no es más que una manera rápida de librarse de su castigo. No, matarlo no es lo peor que le puede pasar.

    —¿Y qué es? —Su sonrisa creció, adquiriendo un matiz maquiavélico.

     

    —Quitarle aquello que más quiere.

    —¿A su familia? —pregunté con miedo de que esa fuese la respuesta.

    —No, aquello por lo que está dispuesto a matar. —Entonces le entendí. El que fuese había ordenado mi muerte para conseguir algo de lo que yo le había quitado, y eso solo podían ser dos cosas; dinero o poder. ¡Ah, mierda!, solo conocía a una persona que hubiese perdido ambas cosas. La cuestión era, ¿estaría tan desesperado como para llegar a estos extremos para conseguirlo? Ojalá me equivocase y se tratase de otro.

    3 Comments
    • CApítulo 28 DJ

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    3 Comments

  • Reply CApítulo 28 DJ – Iris Boo 01/10/2025 at 17:04

    […] Seguir leyendo […]

  • Reply Ana 02/10/2025 at 05:10

    O es el tío o los primos, ahí ya me entro la duda Iris. De 10 el capitulo 🥰

  • Reply Yanet 02/10/2025 at 22:36

    Intriga y emoción. Excelente capitulo

  • Responder a Yanet Cancel Reply

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