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    Dra. Jade

    Capítulo 22 DJ

    13/08/2025

    Leo

    No me sorprendía, ya no. Maryorie había demostrado ser una jugadora que solo se movía por su propio beneficio. La mentira no era más que otra herramienta para ella.

    —Tenía que intentarlo. —Ni siquiera una réplica, una protesta. Solo un leve movimiento de uno de sus hombros, como si no fuera gran cosa.

    —Voy a llamar a seguridad. —Hugo se llevó el teléfono a la oreja, sin apartar la vista de ella, igual que harías con una serpiente venenosa.

    —Algún día te darás cuenta que no puedes jugar así con las personas, y no lo digo porque de repente descubras que tienes remordimientos, sino porque no puedas esquivar las consecuencias. —Una pequeña sonrisa maliciosa transformó su hermoso rostro. ¿De verdad no había podido ver antes lo que era en realidad?

    —Solo los grandes riesgos aportan grandes recompensas.

    La puerta del despacho de Ramírez se abrió en ese momento, dejando paso a uno de los hombres de seguridad del hospital. Tomó a Maryorie del brazo y tiró de ella. La muy zorra no dejó de sonreír mientras la sacaban de allí. Algo dentro de mí necesitaba acabar con ella, pero no podía. Perder mi alma por ella no era un precio que me pareciese justo. Así todo…

    —Fin de partida. —No dejó de sonreír, pero su párpado tembló. ¿Había entendido que aquello era una amenaza? Ojalá fuese así.

    El guarda de seguridad asintió serio hacia mí. Creo que los tres hombres de aquella sala seguimos con detalle la salida de Maryorie. No había nada más gratificante que verla siendo arrastrada por el pasillo por dos hombretones uniformados, bueno sí, ver como las miradas de la gente se cebaban sobre ella, como si fuese una delincuente. Una persona con sentimientos sentiría al menos vergüenza. Dudo que Maryorie la hubiese experimentado alguna vez.

    —¿Estás bien? —Jade estaba allí, mirándome preocupada. Ella sí que te mostraba el corazón sin ocultar nada. Amaba a esta mujer y su interior.

    —Era mentira —la estreché a mi costado, mientras ambos seguimos observando cómo se la llevaban.

    —Es un alivio. —En ese momento me di cuenta de que Maryorie estaba acaparando de mí más atención de la que merecía. La única mujer que debía ocupar todos mis pensamientos era justo la que estaba a mi lado, y el único bebé que importaba era el nuestro.

    —Ramírez, ¿listo para atender a una auténtica embarazada? —La sonrisa de Jade era auténtica y contagiosa. Quizás estaba aún algo asustada, pero yo estaría allí en todo momento. Este camino lo haríamos juntos.

    —Por supuesto —nos señaló su despacho con un gesto de su mano.

    Antes de atravesar la puerta, pude apreciar el ceño fruncido de Hugo. Casi que podía escuchar la voz de su cabeza que decía “bragas de hierro acaba de caer”. ¡Diablos!, yo había derribado los muros de esa fortaleza, y lo había hecho a lo grande.

    Maryorie

    Me llevaron por pasillos que no me sonaban, creí reconocer un aparcamiento cubierto, probablemente subterráneo. Pero en vez de atravesar la puerta que me llevaría al exterior, me empujaron dentro de una habitación vacía. Bueno, no tan vacía, allí me esperaba un rostro que conocía.

    —Parece ser que la primera vez no te quedó claro, Maryorie. —Su sonrisa arrogante era demoledoramente sexy.

    —Parece que no. —le sonreí de vuelta. Quizás tenía otra oportunidad. Si estaba allí, y no en la calle, era por algo. ¿Verdad? Anker Costas avanzó un par de pasos, hasta que su boca quedó a un par de centímetros de mi oído. Su cercanía, su olor, enviaron un escalofrío erótico por todo mi cuerpo. Por este hombre valdría la pena cualquier juego de poder.

    —Ya te advertí que por aquí no nos gustan las mujeres que juegan a ese tipo de cosas. —Mis pezones se pusieron duros. Su voz era más que seductora.

    —El problema no es el juego, sino los jugadores. —Crucé los dedos, esperando que entendiese que por mí podíamos retomarlo donde lo dejamos la primera vez, o mejor dicho, le estaba dando la oportunidad de reconsiderarlo.

    —En eso tienes razón—se enderezó para alejarse de nuevo—. No eres más que una jugadora de segunda tratando de conseguir un tanto en una liga que te viene grande. —¿Otra vez?

    —Es la primera vez que me vence un contrincante, así que puedo decir que soy muy buena —le reté.

    —Dos veces. —¿Me estaba recordando que con él he fallado las dos ocasiones?

    —El mismo contrincante, solo he fallado una vez —le aclaré.

    —Dos contrincantes, te recuerdo que Leo también te ha rechazado. —¡Hijo de puta! Se estaba riendo.

    —Ya, puede que sean dos.

    —Tal vez tres. Creo que con el doctor Di Angello también has perdido tu oportunidad. —Apreté las mandíbulas, porque tenía razón. Todas mis maniobras aquí en Las Vegas habían fracasado por un motivo o por otro.

    —Mala suerte. —Traté de quitarle importancia. Soy una jugadora, buscaría otro incauto del que aprovecharme.

    —Como he dicho, Las Vegas te queda grande. Te sugiero que salgas de la ciudad lo antes posible. —¿Era una amenaza? Nadie me amenazaba.

    —¿O si no? —pregunté desafiante.

    —Hay muchas maneras de aprovechar a una mujer con tus cualidades —me repasó de arriba abajo, como si apreciase la mercancía—. Creo que no sería difícil encontrarte un lugar donde te enseñasen a no dar problemas. —Esa sonrisa suya esta vez envió un escalofrío de miedo por todo mi cuerpo. Estaba insinuando claramente que se refería a la prostitución forzada. ¿De verdad sería capaz de hacer eso? ¿De enviarme a un sitio de esos? De Leo no esperaría jamás algo como eso, pero este tipo…

    —Lo he entendido —reconocí.

    —Bien. Porque la próxima vez que escuche tu nombre no perderé el tiempo con cortesías. —empezó a girarse hacia la puerta, pero se giró antes de salir —. ¡Ah!, y para que no haya dudas… Si vuelves a acercarte por este hospital, por cualquiera de sus trabajadores o pacientes, si incluso te atreves a hacer un comentario en alguna red social sobre cualquiera de ellos, lo consideraré como una señal de que estás dispuesta a pagar el precio por tu testarudez. ¿Ha quedado claro?

    —Sí. —Tenía que salir de Las Vegas, y debía hacerlo rápido.

    —Que tengas un buen viaje de regreso a San Francisco, Maryorie. Te estaré vigilando.

    Tomé aire profundamente, me volteé, y ya no lo vi. Solo estaba el hombre que me había arrastrado hasta allí. Y por su expresión, iba a continuar su trabajo sacándome del edificio. El segurata tenía pinta de dejar a cualquiera inconsciente de un solo golpe. Pero no daba tanto miedo como el que había dejado en mis entrañas Anker Costas. Era como si me hubiese topado con un capo de la mafia. Hablaba con tanta seguridad, que no tenía dudas de que podía hacer conmigo todo lo que había dicho.

    4 Comments
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    4 Comments

  • Reply Yanet 14/08/2025 at 23:34

    Guao, un Vasiliev en acción,
    Bravo Anker

    • Reply Lili 15/08/2025 at 03:59

      Anker da miedo con sus amenazas inteligentes

  • Reply Sabrina Janet Garay 15/08/2025 at 14:24

    Bravo Anker 👏🏻👏🏻

  • Reply Ana 15/08/2025 at 22:56

    Ah Marjorie que bueno que ya entendiste de como vienen las cosas por Las Vegas 😁😁😁

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