Jade
Casi que agradecí el volver a la rutina. No sé, sumergirse de nuevo en algo conocido como que hace que el miedo a toda esta nueva situación se difuminara. Pero claro, llega el momento en que hay que asumir los cambios, y eso llegó dos días después de regresar a Las Vegas. Primer paso, visita al médico prenatal un test de embarazo comercial no es lo mismo que una confirmación médica. Además, había que prepararse para todas las demandas de mi nuevo cuerpo, como los suplementos, la preparación al parto… Si algo tenía claro, es que no pensaba someterme a todo el proceso de expulsión sin una buena dosis de analgésicos. He pasado por muchos partos, y ni de broma iba a soportar todo ese dolor habiendo químicos que lo mitigasen.
—Si estás incómoda porque sea Ramírez el que te atienda, siempre podemos cambiar de médico. —Giré la cabeza hacia Leo, no entendiendo realmente a qué venía esa pregunta, hasta que me di cuenta de que estaba aferrando su mano con demasiada fuerza. ¿Tensa? Como la cuerda de un arco.
—No, está bien. —Aflojé el agarre sobre su mano. Era suficiente con que uno de los dos estuviese nervioso, porque necesitaba la calma de Leo para equilibrarme. Además, Ramírez era de lo mejorcito que podía encontrar en Las Vegas en su campo.
—Vaya, ¿qué querrá ahora? —Seguí la mirada de Leo para encontrar un rostro conocido en la entrada al hospital.
—¡Maryorie! —Escuché el pesado suspiro de Leo.
—Creí que se lo había dejado bastante claro. —Ahora el que me aferraba con fuerza era él. ¿Miedo a que me fuera? ¿O tal vez a que saliese del vehículo y fuese directa hacia ella y cometiese alguna estupidez? En mi estado era mejor no arriesgarse. Mi bebé podía haber llegado en un mal momento, pero no permitiría que nada ni nadie arriesgase su vida.
—Estaciona aquí. —Aparcar en el exterior del hospital seguramente le traería malos recuerdos a Leo, pero como dice el abuelo: “los problemas hay que solucionarlos cuando llegan, así no les da tiempo a crecer”. Solo hay una justificación para no atajar ese problema según aparece, y es no estar preparado para hacerle frente. Nosotros lo estábamos. Había que sacar a Maryorie de la ecuación lo antes posible.
—¿Estás segura? —Quiso asegurarse Leo.
—Completamente. —Apreté ligeramente su mano. Estábamos juntos en esto.
Leo maniobró para estacionar, bajo la atenta mirada de Maryorie. Salimos del coche, y Leo me tomó de la mano para acercarnos a ella.
—Parece que no te quedó claro que ahora estoy con otra persona. —Le soltó Leo antes de llegar hasta ella.
—Yo… tenemos que hablar. —¿De verdad se estaba haciendo la niña buena? Sus ojos me miraban como si no quisiera que yo estuviese allí. Ni de broma iba a irme.
—Lo que tengas que decirme puedes hacerlo delante de Jade, no le oculto nada. —mi pecho se infló de orgullo.
—Estoy embarazada. —¡Joder! ¿De verdad estaba insinuando que iba a tener un hijo de Leo? Esto no estaba ocurriendo.
El silencio de Leo me golpeó en el centro del corazón. Con sus antecedentes, siendo hijo de un padre biológico desaparecido durante toda su vida, podía hacerme una idea de lo que había en su cabeza. Si Maryorie iba a tener un hijo suyo, él no lo abandonaría. Puede que no se casara con ella, pero cuidaría de ese niño, y por extensión, de su madre. Una piedra de una tonelada se posó sobre mi pecho, haciéndome difícil respirar.
—Jade. —La voz de mi prometido me hizo prestarle atención.
—¿Sí? —Otro tipo de miedo me estrangulaba. Hasta ese momento había confiado en Leo, en lo que teníamos, pero esto podía ser el punto sobre el que la palanca de Maryorie moviese nuestro mundo.
—Nos veremos dentro. —Pero sus ojos me decían que confiase en él.
—De acuerdo. —El amor es esto, confiar en la otra persona, incluso sobre lo que sabes que no va a contarte. Otra cosa es que me enterase yo más tarde. A Maryorie no iba a darle tregua.
Estaba por alejarme de él, cuando su mano tiró de la mía, para pegarme a su cuerpo antes de depositar un dulce beso sobre mis labios. Sí, él no iba a cambiar y darle a ella lo que ya me pertenecía.
—Nos vemos donde Ramírez, pero antes solucionaré esto. —¿Qué quería decir? Confianza, me repetí. Él quería hacerlo solo, y debía darle la oportunidad de hacerlo si él me lo había pedido.
No quise mirar hacia atrás, pero no pude evitar hacerlo. Maryorie se había acercado a él, pero Leo mantenía la distancia, mientras repasaba algo en su teléfono. Poco después empezaron a caminar hacia el hospital, supongo que buscando un lugar más privado en el que hablar sobre ese tema tan delicado.
Hice todo lo posible por seguirles, aunque mis pies estaban más bien por delante de su camino, no detrás. Seguramente por eso, no me di cuenta de que estaba a punto de chocar con alguien.
—¡Cuidado! —Las manos de Hugo me sostuvieron por los brazos.
—Perdona. —Mi atención volvió hacia la pareja a diez metros de nosotros.
Permanecimos en un extraño silencio, mientras los dos observábamos como pasaban a nuestro lado. Hugo miró a Maryorie, pero ella desvió la mirada, como si no quisiera saludarle, gesto que extrañó a Hugo. Él no entendía, pero yo si sabía.
—Está embarazada. —Sus ceñas se fruncieron antes de dedicarme una mirada confundida. No sé si era porque yo conocía ese dato o por… ¡Ah, porras!, él y Maryorie…
—Discúlpame. —Con paso rápido los siguió. ¡Diablos!, yo tampoco quería perdérmelo. Estaba a punto de hacerlo, cuando me di cuenta hacia dónde iban, la consulta de Ramírez. ¿Qué estaba tramando Leo?
Mis pies empezaron correr hacia mi despacho, tenía que ponerme mi bata y después iría a esa consulta para enterarme de todo. Algo me decía que se iba a preparar un buen drama televisivo.
Leo
—Lo siento. Intenté decírtelo las veces anteriores, pero no creí que ella debiese saberlo. Pero no puedo retrasarlo más. —Su voz sonaba demasiado dulce, casi lastimera. Podía notar un ligero toque de urgencia.
Mi cabeza estaba tratando de analizar lo que me estaba diciendo, tratando de hacer cuentas desde la última vez que nosotros dos nos habíamos acostado. Llevaba dos meses en Las Vegas, así que no podía ser menos que eso. Si había embarazado a Jade, no era descabellado pensar que podía haber ocurrido lo mismo con Maryorie. Pero me sonaba tan malditamente oportuno… Se suponía que era un heredero rico, y Maryorie no dejaría pasar una oportunidad como aquella. Solo necesitaba averiguar si realmente decía la verdad.
¿Cambiaría en algo mis planes junto a Jade? Ni de broma, pero me haría cargo de ese hijo. Crecería conociendo a su padre.
Rápidamente tecleé en la aplicación del hospital para comunicarle a Ramírez que había un cambio de planes. Él era el único que podía decirme de cuanto estaba Maryorie. Si las fechas no encajaban, ese niño no era mío, y estaba tratando de atraparme con una mentira. Si había una posibilidad de que lo fuera, estaría en la vida de ese pequeño desde el principio, aunque no de la manera que ella pensaba.
—Acompáñame. —Pude notar la sonrisa triunfal en sus ojos, aunque se contuvo de extenderla a su rostro. Maryorie era una experta jugadora, tenía que reconocerlo.
Avanzamos por el hospital con rapidez y en silencio, al menos hasta que ella se dio cuenta de que no íbamos a mi despacho. Noté su confusión, pero no se atrevió a decir nada, hasta que me detuve frente a la puerta de Ramírez, y ella leyó su especialidad en el rótulo junto a la puerta. Vi la sorpresa, vi su nerviosismo. Bien, aquello aumentaba mis sospechas.
—¿Qué hacemos aquí? —se atrevió a preguntar.
—Hacer bien las cosas, Maryorie. Lo primero es asegurarnos de que tengas lo necesario para gestar a mi bebé. —Decir aquellas dos últimas palabras me hizo saborear la bilis en mi boca, pero debía darle algo que la obligase a entrar.
—Claro. —Negarse habría sido una estupidez por parte de Maryorie. —Pero yo ya estoy viendo a un especialista en San Francisco. —Buen intento.
—Quiero asegurarme. Además, el seguro médico del hospital cubre todas las consultas y tratamientos, no te preocupes. —Ella trabajaba en un hospital, y sabía lo que podía significar el rechazar asistencia médica de calidad y gratuita. No quería despertar mis sospechas con una negativa.
—Está bien —sonrió de esa manera que recordaba, y que cada vez me repugnaba más.
Prepárate Maryorie, estoy a punto de desmontar tu mentira. Estaba casi seguro de que lo era.
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