Así era mi vida, ver a la mujer que amo al otro lado de algo invisible, pero que está ahí. Observarla al otro lado de la cristalera era una analogía de lo que era mi vida.; algo me impedía alcanzarla.
Golpeé el cristal un par de veces con los nudillos para llamar su atención, algo complicado porque ella era de las que se concentraba tanto en su tarea que dejaba fuera todo lo demás. No fue ella la que se dio cuenta de nuestra presencia, sino su compañera de laboratorio, Lorna. Ella me sonrió con placentero deleite. Y sí, estoy seguro que era a mí, porque sus ojos siempre me perseguían, daba igual quién estuviese en la habitación. Lo sentía por ella, pero este hombre ya tenía dueña.
Lorna tocó el hombro de Avalon para hacerla ver que tenían visita. Cuando ella miró en nuestra dirección no necesité más, su sonrisa era todo lo que necesitaba para alegrarme el día.
Mientras ellas se dirigían a la sala de descontaminación, Leo y yo nos dirigimos a la sala de café que tenían en un punto intermedio del laboratorio. Para llegar hasta ellas tendríamos que pasar por un proceso de descontaminación, que incluía cambiarse de calzado y ponerse una bata. Algo por lo que no me apetecía pasar porque se llevaría la mitad del tiempo que tenía para pasar con ella. Además, si entraba en su mundo su atención estaría en cualquier parte menos en mí.
—Si no fuese por ti moriríamos de hambre. —Lorna era una exagerada.
—Solo es yogur con un poco de fruta. —Para mí eso no era una comida completa, solo un ligero tentempié.
—Tampoco es que hagamos mucho gasto físico aquí dentro. —No entendía a esta mujer, primero me ponía por las nubes como su salvador, y al segundo siguiente le quitaba mérito a lo que hacía. ¿A qué estaba jugando? Mujeres ¿quién las entiende?
—¿Sabes algo de Poe? —Y como siempre Leo buscando ser el centro de atención.
—Todavía nada. —Respondió Avalon mientras abría su yogur.
—A estas alturas ya tendríamos que saber cómo han ido los ensayos. —Odio cuando Leo se pone a hablar de temas en los que yo no puedo intervenir. Estaba claro que era un asunto médico, uno en que solo ellos tres tenían justificación para intervenir.
—Si quiero saber cómo van, tendré que acercarme al hospital central para hablar con Poe. —Avalon parecía cansada de pelear con aquel tipo. Está claro que depender de otros para que tu trabajo avance, es una mierda, da igual la rama en la que te muevas. Cuando eso me ocurre a mí me muevo para poder acelerar el asunto, no escatimo esfuerzos. Pero Avalon… No me la imagino a ella haciendo una visita a ese tal Poe para apretarle las tuercas. ¿De qué sirve ser de la mafia si no puedes aprovecharte de ello?
—Si quieres puedo… —Empezó a ofrecerse Leo. Apreté mi puño bajo la mesa, ocultando de esa manera las ganas que tenía de estampárselo en la cara.
—No. —Se apresuró a decir Avalon. —Cuando tenga algo seguro que me llama, tampoco quiero parecer desesperada. —Sus ojos miraban a Leo de forma extraña, pero yo sabía lo que había en su cabeza. Ella no quería utilizar los recursos ni los métodos que se le atribuían a los hombres de su padre, quería hacer las cosas como cualquier otra persona normal, alguien fuera de nuestro mundo, y eso me recordó el porqué cada vez estaba tan lejos de mi alcance.
—Tengo guardia mañana en el hospital central, me pasaré por allí a curiosear. —Tener a un médico que todavía no había terminado la residencia era un movimiento retorcido de Alex Bowman, según él, tenía que atraparlo antes de que se escapase a otro hospital privado. Pagarle un pequeño sueldo mientras estaba por aquí, poniendo a punto toda la dinámica del pequeño hospital, era su anzuelo. Pero que Alex deseara tener aquí a Leo, no quería decir que a mí me hiciese mucha gracia.
¿He dicho que no me cae bien? Le odio. Lo único bueno es que estaba más tiempo terminando sus estudios que tocando las narices por aquí. Tres años y todo eso cambiaría. Pero todavía tenía tiempo de sacarlo de la ecuación en la que estaba Avalon. ¿Y si le empujaba a los brazos de Lorna? Alcé la mirada hacia ella, para encontrarla sonriéndome como una boba enamorada. No, no, tus esfuerzos no tenían que dirigirse a mí, sino al doctorcito.
—Tendríamos que salir a tomar una copa los cuatro juntos un día de estos. Seguro que sería divertido. —La sugerencia la hizo Lorna, pero miré a Avalon esperando su respuesta. Por su expresión estaba claro que la idea no la entusiasmaba.
—No puedo estropear este proyecto en el tramo final, y tener la cabeza secuestrada por una resaca no me parece una buena idea. —Prefería que ese fuese el motivo, en vez de pensar que era mi inclusión en el grupo lo que la alejaba. Seamos realistas, no he sido un buen chico todo el tiempo. He tratado de esconder mi predilección por Avalon detrás de un sistemático flirteo con cualquier persona que tenga pechos. Salvo Lorna, claro. Puedo parecer un ligón indiscriminado, pero nunca tontearía con alguien tan cercano a Avalon.
—Yo estoy esclavizado. Entre la residencia y la puesta en marcha del hospital Bowman apenas tengo tiempo ni para dormir. —Eso era bueno, el tipo no tenía tiempo para una relación. Pero era malo, porque Avalon era muy parecida a él, una adicta al trabajo. Y ya saben lo que dicen «todas las ovejas van juntas». ¿Eso me convertía a mí en el perro pastor? No seas ingenuo, Adrik, tu querías comerte a un par de ellas. Bueno, comer, lo que se dice comer, soñaba con comerme solo a una, a la otra solo quería descuartizarla.
—Solo quedamos tú y yo, ¿qué dices? —Lorna me miró esperanzada.
—Yo esperaría a que Avalon termine su proyecto, así tendremos algo que celebrar. —La reté a ella con la mirada a que dijese que no.
—No me enfadaré si decidís salir a divertiros sin mí. —Avalon había aprendido a esquivar las preguntas igual de bien que su hermano.
—No soy tan juerguista como piensas, Avalon. —Yo no soy de los que bebe por beber cada vez que sale de juerga, debo mantener el control en todo momento. Para mí, la mayoría de las veces, salir de fiesta tiene otro objetivo que no tiene mucho que ver con la diversión. Salvo que esté en un lugar seguro y con la familia, no me dejo llevar.
Pensándolo bien, soy lo menos parecido a un chico de 25 de lo que te puedes encontrar. Y la única excusa que puedo dar es que no solo tuve que madurar muy rápido, sino que he vivido experiencias mucho más intensas que la mayoría. Un viejo de 40 en el cuerpo de uno de 20, seguro que muchos pagarán una fortuna por tenerlo.
—Y hablando de ser una pe5rsona responsable, tengo que regresar al trabajo. —Miré el reloj de mi muñeca para darle más énfasis.
—¿Volverás mañana? —Avalon no pudo sostener la mirada cuando me hizo esa pregunta.
—Por supuesto. No puedo permitir que mueras por inanición. —Le guiñé un ojo y me giré para largarme. Ella quería que volviese, y solo eso ya era suficiente para compensar el soportar a ese idiota de Leo.
Avalon
—¿Te quedaste con hambre? Puedo traerte algo más de la máquina de comida. —Salí de mi ensimismamiento cuando Leo me hizo esa pregunta. Quizás había rebañado demasiado el envase del yogur mientras pensaba en Adrik.
—No gracias. —Me limpié con la servilleta y me acerqué a la papelera para tirar el envase. —Voy a ponerme con las muestras a ver si ya tengo algunas reacciones. —Tenía que salir de allí, centrarme en algo que mantuviese mi cabeza ocupada. No podía dejar que las ensoñaciones de una adolescente nublasen mi mente.
Adrik no era más que el mejor amigo de mi hermano, él solo era amable, y cuidaba de mi porque Owen estaba ocupado con sus propias obligaciones. Adrik no estaba interesado en mí, para él no era más que alguien de la familia, me trataba como una hermana. Y lo odiaba. No a Adrik, sino a que me viese así. Bueno, sí que lo odiaba un poquito.