Leo
Fue Dimitri el que apagó la grabación cuando esta terminó. Pero ni él ni yo nos atrevimos a romper el silencio que se había hecho el dueño de la sala.
—Estoy jodido. —reconocí.
—Depende. —No fue la voz de Dimitri, sino la de su hermano Anker la que escuché. No me había dado cuenta, pero Dimitri había depositado su teléfono sobre la mesa con el altavoz activado.
—¿Qué demonios…? —¿Había estado escuchando todo el tiempo? Por la sonrisa de Dimitri, apostaría a que sí.
—No creerías que íbamos a estar solos tú y yo en esto, ¿verdad?
—Me encantaría escuchar cualquier consejo que pudieseis darme, pero Jasper ya se encargó de dejarme claro que tengo pocas opciones. Lo tomo, o lo dejo. —reconocí derrotado.
—Ahora ya no se trata de lo que quisiera el viejo, si no de lo que quieres tú. —me recordó Dimitri.
—Yo no quiero nada de esto. Solo quiero regresar a Las Vegas y seguir haciendo lo que hacía hasta ahora. El hospital, mis pacientes, Jade… —Alcé la cabeza bruscamente. ¿Cómo la afectaría a ella todo esto? Era mi prometida. Todo esto podía cambiarnos la vida. —Pero mandar todo a la mierda significa que me ganaré muchos enemigos, algunos muy rencorosos, y no quiero exponer a Jade a una vida en la que tenga que vigilar su espalda a cada minuto, porque alguno de mis familiares decida hacerme pagar por su miserable vida. No podría soportar que le hicieran daño, ni tampoco a mis padres. —dejé que un pesado suspiro escapase de mi garganta.
—Siempre hay más de una manera de hacer las cosas. —Aquella voz… ¿Quién demonios era? Giré la cabeza para mirar directamente a Dimitri. ¿Cuántas personas estaban al otro lado de la línea? Me sonaba mucho, pero no conseguía ponerle cara.
—Creo que tenemos claro lo que no quiere Leo, tío Viktor. —Escuchar su nombre me hizo ponerme firme. Ese hombre imponía, incluso sin verle la cara. —Solo nos falta saber que es lo que quiere hacer con el resto del nido de víboras. —Dimitri clavó su mirada sobre mí, esperando mi respuesta.
—¿Te refieres con mi familia paterna? La otra familia paterna, quiero decir. —No podía olvidar que mi padre biológico era su tío.
—¿Crees que merecen seguir sus vidas como hasta ahora? —preguntó Viktor. Medité mi respuesta antes de decirla en voz alta.
—¿Que si me importa lo que les pase? No. Por mí pueden pudrirse. Nunca han sido buenos ni conmigo ni con mis padres. Siempre se han creído superiores, y han aprovechado cualquier oportunidad para humillarnos o despreciarnos. Antes creía que era normal en familias con mucho poder y riquezas, pero la vuestra es diferente. El dinero no os ha corrompido como a ellos, no os ha vuelto unos miserables que se dedican a pinchar a los de vuestra sangre. Así que no, no dudaría ni un segundo en dejarles sin nada de la herencia. Pero los conozco, y sé que no se quedarían tan felices en cuanto se queden sin su preciado estilo de vida. Son seres que atacarían solo por el simple hecho de dañar, aunque no consiguieran algo a cambio. De hecho, ya lo han hecho antes. —Sus puyas siempre golpeaban donde dolía, como la autoestima de un niño de 7 años que adora a su madre. Ellos siempre aprovechaban cualquier oportunidad para recordar que ella no venía de una buena familia. Una vulgar proletaria, una pobretona que dio el braguetazo al atrapar a un niño rico.
—¿Dimitri? —preguntó Viktor.
—Bueno, supongo que puedes contratar a un gestor de confianza que ocupe tu puesto al frente del negocio. El viejo te ha dado manga ancha con respecto a eso.
—Pero dijo que sería algo temporal, hasta que pueda hacerlo yo solo.
—Dijo que podías contratar a quién considerases para ayudarte, pero no especificó el tiempo que te llevaría estar listo para gestionar la empresa sin esa ayuda. Bien podría llevarte toda la vida. —Me estaba dando una salida, y sería un estúpido si no la tomase.
—Así que todo podría seguir tal y como está ahora.
—Más o menos sí —sus ojos dibujaron un extraño círculo.
—Sólo tendría que encontrar a alguien capacitado con el trabajo, y que no tenga miedo del lugar donde se va a meter. El tío Magnus no se lo pondrá fácil, él esperaba que el puesto fuese suyo. —Y ni contar con las constantes intromisiones en las juntas en que el resto de la familia tenía presencia.
—¿Me estás haciendo una oferta? —¡¿Qué?! ¿Anker?
—¿Te estás ofreciendo?
—¿Crees que el hospital es la única empresa que gestiono? Pamina no se ha quejado de cómo llevo la suya. —¿Era su manera de presentarme un currículum?
—Pero el conglomerado de Jasper es enorme. No podrías manejar el hospital, y la otra empresa. Ya has oído el tiempo que le dedicaba él —le advertí.
—El hospital prácticamente lo dirige Amy, por eso no te preocupes. El secreto de llevar las riendas de empresas grandes se basa en delegar algunas tareas, como bien dejó claro el viejo. Nick gestiona toda la contabilidad de las empresas de una manera muy eficiente, o al menos lo suficiente como para que nunca hayamos tenido problemas con los impuestos, ni hayamos acabado en números rojos. Es un genio de las finanzas. —Y ahí tenía a mi persona de confianza, al menos con lo referente a las cuentas.
—Muy bien. Un director ejecutivo y un responsable de la contabilidad —me giré hacia Dimitri —¿Y tú te encargarías de los asuntos jurídicos?
—¡Diablos, no! —casi se carcajeó al decirlo— Tu abuelo seguro que ya tiene un buen equipo de tiburones trabajando para proteger los intereses de la empresa. —Eso tenía su lógica. —Pero estaré presente cuando me necesites para proteger los tuyos. —Su forma de mirarme me decía que seguramente habría alguna vez en que ambas cosas no serían lo mismo.
—Eso me tranquiliza —reconocí.
—Pero ya puedes pagarme bien, porque mis honorarios no son baratos —me guiñó un ojo—. Lo bueno se paga.
—Si me mantienes a salvo de todos ellos, puedes cobrar lo que quieras. Los tres. Os podéis repartir el dinero que obtendría con mis ganancias. No lo necesito. —Había vivido sin ello hasta ahora.
—Creo que nos acabas de contratar. —¿Nick? Demonios, ¿es que estaba toda la familia en aquella llamada telefónica?
—Bien, solucionado el problema de la gestión, nos queda el asunto de qué hacemos con el resto de la familia —puntualizó Viktor.
—¿Con las víboras quieres decir? Creí que haceros cargo de la gestión de la empresa del abuelo suponía que eso quedaba resuelto. —Todo seguía igual, el problema desaparecía.
—Si yo estuviese en tu lugar les haría pagar por el mal trato que os dieron a tus padres y a ti en el pasado. —¿Cómo sabía Viktor…? No quería saberlo. —Y lo haría de una manera que les mantuviese más preocupados por no perder lo que les queda, que por tratar de vengarse por tu castigo. —Eso sonaba interesante, muy interesante.
—Siento que estoy metiendo un pie en el infierno, pero ¿qué sugieres? —La venganza podía no ser satisfactoria, pero me inclinaba a pensar que Viktor haría no solo que lo fuera, sino que no me alcanzasen las consecuencias.
—Ese es mi chico. —dijo Viktor. Mis ojos giraron de nuevo hacia Dimitri, que sonreía con una malicia contagiosa. ¡Diablos!, esto me iba a gustar, estaba seguro.
—Tenemos a todos ellos esperando en la otra habitación. Creo que no les importará esperar unos minutos más a que les demos algunas noticias —apuntó Dimitri.
—Bien. Porque tengo un par de ideas. —Viktor, Viktor. Por algo era el jefe.
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