Leo
No quería preocupar a Jade, por eso no le conté sobre Maryorie y su presencia en el funeral. Afortunadamente Jade no se dio cuenta de que estaba allí, tres bancos detrás y a la izquierda de nosotros. Era buena disimulando, pero podía sentir su mirada sobre mi nuca todo el tiempo. Ella no estaba allí por simpatía con el difunto o su familia, ella estaba allí por mí.
Después del espectáculo que montó presentándose en mi despacho en Las Vegas, no podía permitir que hiciese algo parecido aquí, en Los Ángeles, ni que tratase de envolverme en alguna trama suya. Pero fui hacia ella como si no pudiese evitarlo, aunque no por la razón que ella pensaba, sino porque estaba sentada al lado del presidente de la junta directiva del Cedars-Sinai Medical Center, el hospital en el que el abuelo se había realizado todas las pruebas que había revisado en el avión, y en el que estaba seguro que habrían practicado la autopsia de Jasper.
Tenía una idea obsesiva en la cabeza, y era conseguir toda la información posible sobre su muerte. No hay nada peor que la sombra de la duda para atormentarle a uno durante toda su vida. Era ahora, porque puede que después no encontrase el valor de hacerlo.
—Hola, Leo. —El saludo de Maryorie me revolvió las tripas. ¿Cómo había aguantado tanto tiempo aquella forma empalagosa de hablarme cuando quería algo de mí? Por suerte había dejado de lado los dulces procesados para pasarme a algo más natural; Jade.
—Maryorie. —Respondí con educación. —Mathews. —Pasé directo al pez que me interesaba.
—Siento tu pérdida, Leo. —Que él me tutease me habría la puerta que necesitaba.
—La naturaleza siempre reclama lo que es suyo, y con su edad no era cada vez más difícil escapar del destino. Pero eso no quiere decir que estuviese preparado para ello. Me cuesta hacerme a la idea, aunque como médico debería asumir lo ocurrido con más facilidad. —Pero que dramático me había vuelto. Supongo que pertenecer a los Kinsgdale te convierte en un actor un poco barroco.
—Te entiendo. —Su rostro compungido no era otra más que otra falsa careta, porque dudo que Mathews viese al bisabuelo como algo más que un cliente. Muy rico, y con bastante peso en la junta directiva, pero eso no quería decir que mantuviesen algún lazo afectivo. El que Mathews tuviese ese tacto conmigo solo respondía a que las acciones del Cedars-Sinai Medical Center todavía seguían en la familia. Él no tenía idea de quién ocuparía el asiento de Jasper.
—Quizás si… ¿podrías hacerme un favor? —no esperé su respuesta—Me gustaría echarle un vistazo a la autopsia del abuelo. ¿Crees que podrías hacérmela llegar? —Esta vez su rostro si mostró una expresión auténtica; sorpresa.
—Eh, sí claro. —Intercambiamos correos electrónicos, teléfonos y esas cosas.
—Te lo agradezco realmente—apreté su mano como despedida—. Necesito cerrar esta herida. —Su parpadeo me decía que todavía estaba confundido. Así que me retiré antes de que despertase de su aturdimiento.
—Leo. —Maryorie trató de detenerme, aferrándome por el brazo. —Si necesitas cualquier cosa… —Dejó el final de la frase en el aire.
—Gracias, pero ahora es un momento para estar con la familia. —Señalé con la cabeza en dirección de mis padres, junto a los que se encontraba Jade. Ese detalle endureció su rictus. No le gustaba nada que la hubiese reemplazado.
—Claro. Solo quiero que sepas que estaré disponible si me necesitas. —volvió a ofrecerse. Asentí con cortesía antes de irme. Como dije, no iba a montar ningún drama con ella como actriz invitada, así que me fui.
Esto de ir directamente hacia el director médico tenía sus ventajas, como que el informe forense llegase a mis manos esa misma tarde. Por suerte, Mathews no pensó en que darme esa información podía crear algún tipo de problema con el resto de la familia Kingsdale.
Antes de abrirlo tomé aire pesadamente. ¿Y si descubría que la muerte del abuelo no había sido todo lo natural que se suponía? No lo creía, de lo contrario el forense habría advertido a la policía y nos habrían informado a la familia. Pero Drake era un genio que tenía todos los recursos hospitalarios imaginables al alcance de su mano, y seguro que alguno más del que yo mismo desconocía su existencia.
¿Por qué me había dado por pensar que él tendría algo que ver con su muerte? Estaba imaginando cosas muy extrañas. Pero había algo que…Sacudí la cabeza para sacar esas dudas de mi mente.
Leí el informe, y por las conclusiones bien detalladas, era evidente que no había nada extraño. La edad había sido el factor determinante en la muerte del abuelo. Sus órganos eran demasiado viejos para seguir funcionando. Todo empezó con un fallo renal que se extendió rápidamente al resto de su sistema. El viejo tardó varias horas en morir, quizás un par de días. No era algo que me disgustase, él merecía sufrir de alguna manera por todo el mal que le gustaba esparcir a su alrededor. Lo extraño es que mis padres no me llamasen antes para despedirme de él, como supuse haría el resto de la familia.
—Papá —llamé.
—¿Sucede algo?
—¿Por qué no me llamasteis cuando el abuelo enfermó?
—¿Enfermar? —Su ceño fruncido evidenció que no tenía idea de lo que le estaba hablando.
—¿Queríais ahorrarme el trauma de verlo morir?
—El abuelo no enfermó. Solo murió de repente. —Eso no era cierto.
—Eso no es lo que dice el informe médico. —Mis palabras lo desconcertaron.
—Su secretario nos avisó de que había ingresado en el hospital y que no habían podido hacer nada con él. La muerte fue rápida. O eso es lo que nos dijo. —Eso no era cierto.
—Es mentira. Pero no tengo ni idea de por qué nos han engañado. —¿Que había detrás de todo aquello?
—Todos en la familia fuimos avisados a la vez, o al menos eso pareció cuando nos presentamos en el hospital.
—Hay algo ahí que nos ocultan, pero ¿quién? y ¿por qué?
—Las respuestas puede que las tenga su secretario. Deberíamos interrogarlo. —En ese momento me arrepentí de haberle trasladado mis sospechas. Estábamos hablando de Jasper, estaba seguro de que él estaba detrás de todo esto, pero ¿por qué? ¿Ni a las puertas de la muerte podía dejar de retorcer las cosas?
Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Algo me decía que habría más sorpresas por llegar, y no me gustaba nada, porque con Jasper detrás, estaba plenamente convencido de que no me iban a gustar. Habíamos hecho bien en pedir un abogado.
—Conociendo a Jasper, seguro que lo tiene atado por algún tipo de contrato de confidencialidad o algo parecido. No soltará prenda.
—¿Cambia las cosas el que no haya sido una muerte rápida? —preguntó papá.
—No sé si legalmente eso tendrá algún tipo de repercusión —suspiré—Sea lo que sea, hemos hecho bien en buscarnos un abogado.
—Conociendo a tu bisabuelo, no sé si será suficiente —Papá lo dijo como si fuese una broma, pero yo no lo descartaría del todo.
—Hablaré con Dimitri y le informaré de lo que he descubierto. Quizás él encuentre alguna lógica legal que nosotros no vemos.
Dicho y hecho, no tardé en llamarle y comentarle lo que había descubierto. Escuchar su silencio al otro lado de la línea no me ayudó a despejar las nubes negras que se habían instalado sobre mi cabeza.
—¿Dimitri? —le apremié a contestar.
—Es algo que no esperaba. Pero no te preocupes, voy a investigar sobre el asunto. Iré preparado a esa lectura de testamento. No vais a estar desprotegidos. —Lo decía con tanta convicción que era difícil no creerle.
—De acuerdo. Confío en ti. —A fin de cuentas, era de la familia, y como decían Jade y mi padre biológico, los Vasiliev se tomaban muy en serio lo de proteger a la familia.
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