Paula
Tengo que reconocer que ser un pasajero VIP tiene sus ventajas. No por viajar en clase business, que era una gran diferencia, si no el que hubiese un coche esperando en el aeropuerto para nosotros.
—Creo que ese es nuestro coche. —Señaló Mo con la cabeza el vehículo negro tipo SUB frente a nosotros. El hombre rubio que nos sonreía a de pie junto a la puerta de los pasajeros me era familiar.
—Me alegro de volver a verte. —Le tendió la mano a Mo.
—¿Te acuerdas de Cononr, Pau? Alguna que otra vez estuvo en las fiestas grandes de Alex. —Cuando decían “fiestas grandes” se referían cuando no solo se reunía la gente de Miami, sino que aparecían también los amigos de Las Vegas e incluso de Chicago.
—Ya decía que me sonabas de algo. —Esperaba que el trato familiar no le importase, porque se suponía que yo había llegado para asuntos de negocios.
—Seguro que no soy más que un recuerdo borroso. Me parece que los más jóvenes solíais reuniros lo más lejos posible de los mayores. —No lo habría expresado mejor.
—No hay nada peor que tu padre te sorprenda medio borracho. —confesé.
—Sí, que te pille borracho entero. —¡Vaya!, Mo si que estaba sembrado de inspiración.
—Muy cierto. —Convino Connor después de soltar una buena carcajada.
Algo me decía que el ambiente de mi nuevo trabajo no iba a ser tan asfixiante como era en el antiguo. Ya solo los llamémoslos compañeros eran mucho más agradables. Subimos al vehículo y pusimos rumbo a las oficinas de Bowman, o eso pensé hasta que Connor, sentado en la parte delantera del coche, nos dijo lo contrario.
—Tenemos que pasar por el último miembro del equipo. —Esto si que era categoría, servicio de puerta a puerta, trato personal en todo el sentido de la palabra. Y yo que creía que lo mejor de trabajar como socia de Fran era hacerlo con alguien de la familia, y los extras de vivienda y esas cosas, claro.
El coche se detuvo frente a un edificio alto, al menos para el estándar de un edificio de viviendas de principios de siglo. Pero lo que destacaba sobremanera era el restaurante que ocupaba toda la base de la edificación. Las enormes cristaleras dejaban ver el interior con claridad, y el enorme rótulo con el anagrama tampoco era posible pasarlo por alto. Estaba vacío, pero era normal a esas horas de la mañana, aunque sí que se veía al personal de limpieza trabajando. Eso me trajo recuerdos de El Château.
—Parece que tendremos que subir a despertarlos. —Connor tenía la cabeza muy cerca de la ventanilla, mirando alguna ventana del edificio. Espera, ¿dijo subir a despertarlos? —¿Vendrías conmigo? Creo que Bianca agradecería que fuese su prima la que le despertase.
—¡¿Bianca?! —escapó de mi boca. Decir que estaba sorprendida se quedaba corto. Giré la cabeza hacia Mo buscando algún comentario sobre eso, ¿Por qué no me dijo nada?
—A mi no me mires, yo tampoco sabía que estaba trabajando en el proyecto de Alex.
—Ya le preguntarás al jefe más tarde, ahora tenemos que ponernos en marcha o el tiempo se nos echará encima. —No tuvo que repetírmelo, soy de las que se pune a funcionar con rapidez. Bueno, y que él ya estuviese saliendo del coche me obligó a seguirle.
Accedimos por el portal de la parte izquierda, subimos a la primera planta y en vez de llamar al timbre como esperaba, Connor abrió con una llave. Me mordí la lengua para no preguntar qué estaba pasando allí, porque una cosa es que recojas a un empleado para llevarlo al trabajo, y otra muy distinta tener la llave de su vivienda.
—La habitación de invitados está a la izquierda, segunda puerta, la primera es el baño. Yo iré preparando café, seguro que lo necesita. —Tardé un segundo más de lo normal en caminar hacia donde me había dicho, ¿Desde cuando conocía tan bien a Bianca?
Conté las puertas, una, dos y entré en la habitación. Por alguna razón todas tenían las puertas abiertas, así que no me costó ver la cama perfectamente hecha. Algo no encajaba, o Connor se había confundida o aquella no era su habitación. Me fijé en la silla cerca del armario, donde descansaba una sudadera de hombre. Estaba claro, Connor se había equivocado de cuarto, no conocía tan bien a mi prima. Esa revelación me quitó un peso de encima, porque ya estaba imaginando cosas muy malas en mi cabeza. ¡Si podía ser su padre!, por favor.
Crucé el pasillo para entrar a la otra habitación, donde de pasada había visto los pies de una cama. No había hecho más que dar un paso dentro, cuando me di cuenta de que no solo había allí una persona durmiendo, si no dos. Una de ellas era efectivamente mi prima Bianca, y el otro era un joven de pelo rubio con unos buenos pectorales. Sus cuerpos estaban muy juntitos, y no parecían sentirse incómodos por dormir así.
Creo que me quedé congelada sin saber qué hacer, hasta que noté una cabeza curiosa asomando detrás de mí. Su cara parecía sorprendida, aunque no demasiado, pero lo que me llamó tremendamente la atención fue la sonrisa traviesa que apareció en su cara. Connor ya sabía algo sobre esto, estaba segura. Estaba a punto de decirle algo cuando me hizo un gesto para que saliéramos al pasillo.
—Va a necesitar algo más que café para salir de ahí. La ducha tendrá que ser rápida si no queremos que Alex se impaciente. —Y se alejó con una extraña cara, como si estuviese conteniéndose por no carcajearse. —Su ropa está ahí. —señaló la habitación que me había indicado mientras me daba la espalda. ¡Acabáramos!, se estaba riendo porque al igual que yo, los había sorprendido juntos en la misma cama, y estaba segura de que conocía al chico. No quería estar en el pellejo del pobre, tenía pinta de que no iba a escapar de sus bromas por esto.
En fin, me llevó medio segundo decidir cómo tenía que hacerlo. Regresé al cuarto de Bianca, rebusqué en su armario y saqué una muda completa para el día de trabajo que nos esperaba. No es que hubiese mucho donde escoger, pero estaría profesional con mi selección. Alex Bowman tendría delante a dos profesionales vestidas como se debe. Lo llevé al baño de la primera puerta y después fui en busca de Bianca. Tomé aire y con cuidado zarandeé su brazo. Nada, ella necesitaba algo más, pero tampoco podía despertar al chico, ya bastante incómoda era la situación por estar allí con ellos… durmiendo juntitos.
—¡Eh!, dormilona. —susurré para que solo ella me escuchase, difícil, porque él estaba muy cerca. Me aseguré de que el chico no me había oído dándole un vistazo.
—¿Paula? —dijo con voz somnolienta Bianca —¡Paula! —Genial, ahora sí que le despertábamos.
—Ssssshhh. Lo vas a despertar. —Señalé al rubio—Vamos. —tiré de su mano para arrastrarla fuera de la cama. Su sonrojo me decía que la había sorprendido en mal momento, muy mal momento. Pero no parecía incómoda por el chico, lo que me decía que recordaba cómo había terminado en aquella cama y que había sido consentido. ¡Mi prima con un chico! ¡Ja! Esta información seguro que le interesaría a su hermano Fran. ¿Estaba sonriendo de la misma manera que Connor? No iba a ser él el único que se lo pasara bien.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Bi.
—Él tiene la llave. —señalé a Connor al otro lado del pasillo, justo donde parecía estar controlando la cafetera.
—Buenos días. —imposible que borrase esa sonrisa. Seguro que estaba pensando lo mismo que yo. ¡Qué malos somos!
—Necesito café. —Bi empezó a arrastrar sus pies hacia la cocina, necesitaba un chute de cafeína para afrontar la situación. Pero no teníamos tiempo, había que ir a una reunión de trabajo, así que tiré de su brazo para meterla en el baño.
—Primero date una ducha y vístete, tenemos una reunión con el jefe.
Cerré la puerta y después regresé junto a Connor. Seguía mirándome con aquella sonrisa traviesa, mientras sus ojos claros brillaban con malicia.
—Vas a aprovecharte de eso. —para mí estaba claro.
—No te quepa duda. —negué con la cabeza mientras me sentaba frente a él.
—Pobre chico. —No me importaba lo que hiciese con él, pero de mi prima me encargaría yo, ventajas de ser familia.
—Mi hijo hace tiempo que dejo de ser un chico. —Levantó las cejas un par de veces. ¿Su hijo? ¡Toma!, esto se ponía más interesante.