Alex
Acostarme al lado de Dany no me pareció mala idea en ese momento. Después de dar vueltas por el hall de la hostería, al final decidí llevarla a la habitación que había reservado para pasar la noche. Viajé hasta la hospedería en mi coche, y sabiendo que iba a beber, prefería reservar una habitación, dormir la borrachera, y ya por la mañana darme una ducha y regresar a mi apartamento. El plan era sencillo.
Pero la noche se complicó, y acabé compartiendo cama con ella. Y no, no es que fuese algo sexual, sino que resultó ser de lo más inocente. El mejor sitio para que ella tuviese la pierna estirada y el pie en alto resultó ser la cama. Así que se sentó en ella, con la espalda acomodada en el cabecero y un cojín que coloqué bajo su tobillo dolorido.
Cuando fui al baño a ducharme para quitarme toda la peste a sudor, la dejé con el mando a distancia de la televisión en la mano y un mal humor de perros. Que te corten la fiesta cuando estás en lo mejor le fastidia a cualquiera, y ella no iba a ser una excepción.
Lo que más me costó fue convencerla de que no tenía intención alguna de aprovecharme de ella por estar borracha. Lo de tener una habitación reservada le pareció el acto que un canalla habría hecho con vistas a una conquista fácil.
Yo no soy de ese tipo de hombres, no me acuesto con cualquiera así como así, y mucho menos lo haría con una mujer que no me recuerde por la mañana, o que piense que la he violado o algo por el estilo. Las cosas como son, prefiero que la persona con la que me acuesto sepa lo que está haciendo y sus consecuencias. No quiero sorpresas ni por la mañana ni pasado un tiempo.
No pensaba acostarme con Dany, ni siquiera se me pasó por la cabeza una idea como esa. Pero cuando salí del baño y me la encontré dormida, no pude resistir la tentación de acomodarla para que estuviese más cómoda, arroparla, y acostarme a su lado para ver la tele hasta que el sueño me venciera. De todas maneras, la fiesta para mí también había terminado. Casi le pego un puñetazo a ese idiota que la estaba metiendo mano en la pista de baile. Estaba claro que ella no quería ese tipo de atenciones, y borracho o no, ese idiota tenía que haberse retirado. Pero hay gilipollas a los que el alcohol les vuelve idiotas valientes, y este era uno de esos. Así que intervine para sacarla de allí.
Así que aquí estoy, recostado en una cama con la cabeza de Dany casi sobre mi hombro. Se ha movido y está de costado echa una bolita. El cojín ha volado a alguna parte, pero no parece incómoda. La verdad, no me apetece salir de allí, se está calentito y hay tanta paz a nuestro alrededor que da pereza moverse por si la fastidio. Y como si solo pensarlo fuese suficiente, mi teléfono empieza a sonar. Sé que es mi padre por el tono, así que lo cojo rápido. Él no me llamaría tan temprano sabiendo que he salido de marcha la noche anterior.
—Dime. —Trato de no hablar muy alto para no despertar a Dany, pero dudo en si salir de la habitación para tener la conversación o simplemente irme al baño, opto por lo segundo.
—Tenemos un problema de los gordos. —Apreté el culo instintivamente, rezando porque no fuese algún problema de salud de los abuelos, o de mamá, o que hubiese ocurrido algo con Lucas.
—¿Qué sucede?
—El pedido de carbón de azúcar para Barcelona no ha sido recogido ayer. Se cargó como siempre la orden de recogida, pero al ser festivo la hora límite se adelanto dos horas y no entró la nuestra. Está programada para el día dos a primera hora, pero eso no nos sirve, tiene que estar a las 5 de la mañana en el centro de distribución de local de Carrefour o incumpliremos nuestro compromiso, y sabes lo que eso significa. —Lo sabía, no solo el pedido sería devuelto, con el consiguiente perjuicio económico para la empresa, no podríamos colocar ese lote a otro cliente, porque era un artículo poco demandado. Tendríamos que asumir el coste nosotros. Además que fallarle a una cadena tan grande como Carrefour es cerrarnos las puertas para posteriores encargos.
—¿Has hablado con el tío Oscar o con el primo César? —Ellos tenían una empresa de transporte, tendrían conductores y camiones que nos podrían prestar para la ocasión. Para eso está la familia.
—Oscar está tratando de encontrar un conductor para el camión, pero es 1 de enero, todos tienen el día libre. —Y ese era el mayor problema, ¿habría alguno que cogería el teléfono a su jefe? ¿Renunciarían a su día libre? Y lo más importante ¿estarían en condiciones de conducir durante…—calculé mentalmente lo que tardaría un camión desde nuestra fábrica hasta Barcelona, más de 6 horas en coche, en camión sería bastante más—8 horas?
—¿Y César?, con Natalia embarazada seguro que se ha ido pronto a la cama. —Si ella no puede beber y desmadrarse, él tampoco lo haría. Y sé que tiene el carné de camión, nos lo sacamos al mismo tiempo. No voy a entrar mucho en eso, solo diré que fue una apuesta y que no la perdí.
—Esa es otra. Con los nervios de estos días ayer tuvo algunas contracciones y la llevaron al hospital. Está en observación. —Eso me preocupa.
—¿Se ha puesto de parto?
—No sé como demonios se llaman esas contracciones, pero tiene un nombre raro. No está de parto, pero tampoco la han querido mandar todavía a casa, así que con Cesar no podemos contar en este momento. —Es entonces cuando me doy cuenta de por qué me llama a mí.
—Necesitas que sea yo el que lo lleve. —Puedo conducir un camión, al menos sé como se hace. Estoy algo oxidado porque no cojo un trasto de esos hace años, concretamente desde que cumplí la apuesta, pero a situaciones desesperadas, medidas desesperadas.
—¿Estás en condicione para hacerlo? —La voz de papá suena muy preocupada y agobiada, soy su única salvación.
—Sí, no te preocupes. Apenas bebí una copa anoche y he descansado la mayor parte de la noche. —Al final acostarme pronto fue una buena idea.
—Voy a buscar a alguien para que te ayude a cargar y descargar el camión. A ver si localizo a alguien del muelle o de seguridad para los códigos y…—Tengo a la persona indicada en la cama de ahí afuera, así que en mi cara aparece una gran sonrisa traviesa.
—No te preocupes, tengo a la persona que necesito aquí cerca. —Un par de cafés, y pondré a mi comodín a trabajar. Ya que yo he tenido que compartir mi cama con ella, qué menos que ella me acompañe a mí en este viaje.
—¿A quién? —pregunta curioso.
—Dany se ha quedado a dormir en la hostería. Seguro que me ayuda con este problema. —Ya estaba saliendo del baño, por lo que pude ver a nuestro sujeto de conversación incorporándose sobre el colchón. Genial, estaba despierta.
—Eso sería estupendo. Sé bueno con ella cuando se lo pidas, no quiero que se enfade y nos mande a la mierda, porque precisamente hoy no es una obligación que nos ayude. —Sus ojos parpadearon mientras analizaba todo el entorno, seguro que se preguntaba como demonios había terminado en mi habitación.
—Confía en mí, solucionaremos esto.
—Estaré en la fábrica en una hora, os espero allí. —Creo que papá estaba rezando mientras lo decía. Ojalá esta salida a nuestro problema no se torciese también. Ya es mala casualidad todo el asunto de Natalia.
—Buenos días. —Le digo a Dany nada más cerrar la llamada.
—¿Cómo… qué…? —No se atreve a formular ninguna de las preguntas que tiene en su cabeza.
—Te torciste el tobillo, te traje a mi habitación para que te recostaras y luego te quedaste dormida. —Para mi es un buen resumen.
—Mmmm ¿nada más? —Pobrecita, puedo ver el miedo en su cara, pero no voy a ser malo, al menos por ahora.
—Pues sí. Tenemos que vestirnos e ir a la fábrica, el pedido de carbón de azúcar para
Barcelona se ha quedado varado. Tenemos que llevarlo sin falta o con la próxima nómina os tendremos que pagar en especies. —Ella tarda un poco en comprender mi oscuro sentido del humor, todavía está algo atontada por la resaca, pero acaba entendiéndome.
—Oh, vaya. —Trata de ponerse en pie, pero su tobillo le molesta un poquito. —¡Ay!
—¿Todavía te duele? —Me arrodillo a su lado para volver a inspeccionarlo, está un poco hinchado en uno de sus lados.
—Solo un poco, pero puedo andar. —Se pone en pie y da un par de pasos de forma tentativa. Cojea, pero no se queja. A mí me sirve.
—Entonces me visto y nos vamos. No tenemos tiempo que perder.
Después de vestirme la arrastro hacia el lugar de la fiesta para recoger su abrigo y su bolso, que afortunadamente siguen en la guardarropía. La meto en el coche y le voy contando todo el plan por el camino. No es que le haga mucha gracia, pero acabo de convencerla con eso de “te necesitamos”. Tengo que reconocer que Dany es excepcional, no la echa para atrás ningún reto. Es fuerte, cabezota y decidida, y está preciosa cuando se despierta por las mañanas con el rímel corrido, después de una noche de fiesta. No querría estar dentro de su cabeza en este momento, porque seguro que tiene un tambor enorme ahí dentro. Suerte que tengo un paracetamol en la guantera.