Jade
Lo malo de tener que visitar a alguno de tus pacientes en sus habitaciones, es que no estaba en la planta de consultas. La buena, es que después de terminar esas visitas y revisar las analíticas preoperatorias, podía ir a la cafetería y tomar un par de tazas de líquido reconstituyente, junto con algo sólido para aguantar hasta la hora del almuerzo. Y he dicho un par de tazas porque pensaba hacerle una visita a mi novio en su consulta.
Pagué mi pedido, y con él en una práctica caja enfilé hacia la salida de la cafetería. Lo que no esperaba era toparme con Hugo sujetando una de las manos de Maryori, y esta haciéndole ojitos, mientras intercambiaban algunas palabras en el pasillo de entrada a la cafetería. Acababa de descubrir quién era el plan B de Maryorie.
La verdad, la vida amorosa de Hugo no me importaba, pero en esta ocasión me sentí mal por él. No es que mereciese que lo salvasen de una mala relación, sobre todo después de la larga lista de corazones rotos que tenía a su espalda. Pero quiero pensar que en su caso él haría lo mismo por mí, y me pondría sobre aviso si alguien pretendiese utilizarme y jugar con mis sentimientos.
Ralenticé mi paso para observar con atención lo que sucedía entre ellos, para ver como Hugo besaba los labios de Maryorie como despedida. Ella fingió una vergüenza que sabía que no sentía, para después sonreírle con timidez y alejarse en dirección a la salida. Tenía que reconocer que era una actriz consumada, de no tener toda la información que tenía sobre ella, incluso a mí me habría parecido una reacción auténtica.
Reaccioné en el momento que Hugo desapareció de mi vista, claramente en dirección hacia los ascensores que tomaría para ir a su consulta. Apresuré el paso para alcanzarlo, cosa que logré justo en las puertas del ascensor. Me mordía de ganas por decirle todo lo que sabía, pero sabía que no podía. Aunque podría prevenirle. La cuestión era cómo hacer que me creyese, y no pensase que era una manera de buscar pelea con él. Tampoco podía decirle algo tan delicado con toda la gente que subía con nosotros en el elevador.
Nos saludamos con un liguero asentimiento de cabeza, como buenos colegas. Él enseguida se fijó en la bandeja que tenía entre las manos, en la que se distinguían claramente las dos tazas. Era listo, seguramente se imaginaba para quién era la otra.
—Que aproveche. —me dijo antes de abandonar el ascensor con una sonrisa traviesa.
—Espera —corrí detrás de él para alcanzarle—. ¿Podemos hablar? —Mi petición le sorprendió.
—De acuerdo. —Con cuidado le guie hacia un lateral del pasillo, buscando un poco de intimidad.
—Te he visto antes junto a la cafetería, besaste a… —su cara se contrajo en un gesto de disgusto y no me dejó continuar.
—No es de tu incumbencia a quién bese. Y si te preocupa que esté incumpliendo las reglas del hospital, tranquila, ella no trabaja aquí —se estaba girando para irse todo cabreado, cuando le detuve con mi voz.
—Maryorie llegó ayer para ver a Leo, su exnovio. —Aquella información pareció interesarle lo suficiente como para girarse de nuevo hacia mí.
—¿Qué es lo que tratas de decirme?
—Voy a darte algunos datos para que saques tus propias conclusiones. No pienso decirte lo que tienes que hacer con ellos. Eres lo suficientemente inteligente para decidir lo que vas a hacer con esa información.
—¿Esto es por Leo? ¿Él te ha dicho que me lo comentes? —negué con la cabeza.
—Es cosa mía, y voy a hacerlo corriendo el riesgo de que me salpique. —Eso le intrigó.
—Te escucho —cruzó los bazos sobre su pecho, esperando mis palabras. Medité un par de segundos sobre la forma de abordarlo sin revelar todo lo que sabía, ni mis fuentes.
—Leo y Maryorie rompieron antes de que él viniese a Las Vegas, así todo, se presentó ayer ante él para que le ayudase a conseguir un trabajo aquí. El día después de que Leo la rechazase, la descubro besándose contigo. Sé que ellos dos trabajaban en el mismo hospital allí en San Francisco, y que ella tenía un buen puesto, creo que aún lo tiene. Me pregunto, ¿para qué vino hasta aquí a solicitar un puesto peor en el hospital en el que trabaja su ex? Y luego está el hecho de que al día siguiente de que le dieran calabazas ya le ha encontrado un sustituto. —Yo tendría muchas preguntas si fuera Hugo, como ¿cuánto tiempo tarda su corazón en sanar? ¿Quizás ha encontrado a su alma gemela? Aunque yo tenía una pregunta más ¿qué quería de Hugo? Bueno, ya sabía lo que quería de él.
—¿Quieres decirme que me está utilizando? —alzó una ceja.
—Eso me parece obvio, pero deberías preguntarte ¿para conseguir qué? —Y dicho esto, empecé a caminar en dirección a la consulta de Leo. Ya había hecho mi buena acción del día. Era cuestión de Hugo el hacer algo con aquella información.
Hugo
Observé a Jade mientras se alejaba. Lo que me había dicho me hizo pensar, pero la primera pregunta que se formó en mi cabeza era ¿por qué querría ayudarme? Hacía tiempo que desistió de criticarme por mi forma de utilizar a las mujeres, simplemente me dejaba claro que eso no le parecía honorable. Y por ello no manteníamos una relación demasiado cordial, casi diría que nos tolerábamos por cuestiones laborables y nada más.
Pero ahora venía a prevenirme sobre la mujer con la que me había acostado, revelándome que era mucho más de lo que había fingido ser. Antes no me habría importado, ella estaba buena y tenía un buen revolcón, nada más. Quizás un par de ellos.
Ahora me preguntaba si su intención había sido seducirme desde un principio, y como decía Jade, ¿para conseguir qué? ¿Atraparme? Todavía no había conocido a la mujer que me arrastraría al altar. A menos… ¿Y si aparecía con un embarazo? Bueno, como mucho conseguiría una manutención por el niño, pero no me llevaría al altar con eso.
Habíamos quedado para cenar esta noche, la última que iba a quedarse en Las Vegas antes de regresar a San Francisco. Se suponía que quería que la llevase a conocer un poco la ciudad; un restaurante, un club… Y si el plan volvía a presentarse bien, volveríamos a acostarnos en su habitación en el hotel. Al menos ese era mi plan antes de conocer esa nueva información sobre ella.
Maryorie. Cada vez estaba más convencido de que mi forma de vida era la acertada. Nada de ataduras, aventuras breves, y después pasar a la siguiente conquista. Ella no iba a ser diferente, solo sería la siguiente de la lista. El que fuese ella la que tomase la iniciativa no era algo nuevo para mí, he jugado de ambas maneras, siendo el cazador, y siendo la presa, o eso es lo que ellas creían.
Pero esta loba buscaba algo que yo no estaba dispuesto a entregar, y era mi libertad. Ahora bien, dicen que el conocimiento es poder, y ahora yo lo tenía. Maryorie era una preciosidad, y por lo que había comprobado era buena en la cama. Quizás, si jugaba bien mis cartas, conseguiría de ella mucho más de lo que podía conseguir de otras. ¿Hasta dónde estaría dispuesta a llegar para conquistarme? La noche se presentaba llena de nuevas posibilidades.