Jasper
Leo consiguió lo que le pedí; una cita con el responsable de la investigación que estaban desarrollando en el hospital. Aunque tenía poco tiempo para prepararme, no quise dejarla pasar, porque no tenía idea de si volvería a conseguirla. Así que puse a mi gente a investigar al hombre; Drake Vasiliev. A parte de sus logros con algunos gadgets para el seguimiento y control de pacientes diabéticos, y del desarrollo de la técnica para crear piel sintética, no había mucho sobre el tipo. Estaba claro que cuidaba mucho la información que circulaba de él por internet, y eso era raro, porque hoy en día, alguien que no tenía vida en las redes sociales es sospechoso.
Vasiliev, tenía el mismo apellido que Viktor Vasiliev, y eso no me sorprendía. Los dueños del hospital Altare se habían asegurado de que su genio tuviese un lugar en el que desarrollar sus experimentos. Y por sus logros publicados en revistas científicas, y el dineral que debían estar ganando con las intervenciones que sólo podían realizar ellos, la jugada les estaba saliendo de maravilla.
Y yo pensando que iba a comprar un simple hospital. El Altare era mucho más que eso, era un activo que nadie en su sano juicio dejaría escapar. Y ni digamos del joven, era la gallina de los huevos de oro. Pero no podía seducirle para que se viniese a mi gallinero, ¿dónde mejor que con su familia?
Tenía que atacarle por otro flanco si quería que me incluyese en el selecto grupo que probaría sus pastillas mágicas. ¡Diablos!, había incluido al padre del director del centro, estaba claro que tenían que ser seguras.
La extorsión, el chantaje, no eran si no medios para conseguir un objetivo. Pero no era el único, estaba el soborno, la adulación y por supuesto, la lástima. No me importaba hacer uso de cualquiera de ellos, incluso de todos si con ello conseguía esas malditas pastillas.
Con el respaldo de la enormemente rica familia Vasiliev, y con su historial aquí en Las Vegas, sabía que sería una batalla larga que ellos acabarían ganando, porque lo que no me sobraba era precisamente tiempo. La única opción que me quedaba era atacar su parte sensible. Alguien que se dedica a la medicina suele hacerlo por dos motivos, por vocación, como Leo, o por el factor económico. Proviniendo de la familia Vasiliev estaba claro que el dinero no era su máxima preocupación. Mi única alternativa de conseguir el éxito era tratarlo como lo haría con Leo, apelando a su corazón.
Con todo esto en mente, me preparé a conciencia para atacar su parte sensible. No me gustaba dar una imagen de debilidad, por eso nunca llevaba bastón o gafas, pero esta vez esas iban a ser mis bazas. Además de una perfecta interpretación que acabaría haciendo llorar al tipo más duro.
Drake
De no haberle estudiado antes, me habría creído toda la estudiada escenografía que el tipo había preparado para impresionarme. En serio, ¿bastón y ojos llorosos? Sabía que Jasper Kingsdale nunca mostraría esa imagen de sí mismo. Una serpiente sigue siendo una serpiente, aunque se ponga una gabardina.
—¿Y cómo se ha enterado de nuestro proyecto? —pregunté como si no lo supiera realmente.
—Soy un hombre con recursos, joven, un viejo cuyo único sueño es ver nacer la próxima generación Kingsdale. Un sueño inalcanzable para muchos, pero que yo llevo acariciando desde que mi bisnieto Leo se graduó en la universidad. Pero mírele, parece que no tiene prisa, y a mí se me acaba el tiempo. —Fingió un carraspeo, como si le pasase factura hablar durante tanto tiempo. Así que esa era su estrategia, hacerme sentir lástima. Bien, pues podíamos jugar los dos.
—Mire, señor Kingsdale…
—Llámeme Jasper, por favor. —me interrumpió.
—Mira, Jasper. Entiendo su postura, pero no puedo incluirle en el grupo de sujetos de prueba. Ya tuvimos que rechazar a la gran mayoría de candidatos porque no consiguieron superar el período de preparación para someterse al tratamiento.
—Haré lo que me pida, se lo prometo. —suspiré de forma teatral, ante su brillante exposición de ojitos tiernos y desesperados.
—No puedo pedirle que se someta a una preparación tan exhaustiva durante tanto tiempo, sin poder darle garantías de que alcanzará los niveles necesarios para entrar en el grupo de prueba. No quiero arruinarle sus últimos años de vida de esa manera. —¿No quería sentimentalismo? Pues ahí lo tenía.
—Por mi legado soy capaz de someterme a lo que sea. Ya no me quedan muchas ilusiones que cumplir, solo esa. Déjeme intentarlo. —Volví a suspirar mientras movía la cabeza de lado a lado, fingiendo que me había rendido.
—No tiene idea de lo que me está pidiendo, pero en fin, no seré yo el que arruine sus sueños. —Empecé a rebuscar entre las carpetas de ordenador, hasta encontrar la que había preparado para esta ocasión. Mandé los documentos a la impresora, y una vez con ellos en la mano los extendí frente a él. —Necesito que se realice todas estas pruebas, y después que me envíe todos los resultados a esta cuenta de correo. —Redondeé la dirección de email con un rotulador fosforescente. —Cuando tenga los resultados, confeccionaremos una rutina de trabajo y alimentación que deberá seguir durante seis meses. Después volveremos a realizar las mismas pruebas, buscando los cambios que la rutina ha provocado en su cuerpo.
—Si todo sale bien, ¿entraré en el grupo de prueba? —¿Era malo por estar sonriendo por dentro? Quizás, pero no tenía ningún remordimiento por serlo.
—Depende de las pruebas, quizás tenga que pasar por varios reajustes antes de alcanzar los niveles que necesitamos. Habrá que incorporar algunos suplementos a su dieta, comprobar las reacciones, y modificar el tipo y cantidad hasta conseguir el coctel que le ayude a superar el período de pruebas. Piense en esto como si fuera un coche, no solo nos tenemos que asegurar de que todas las piezas funcionan, sino que resistirán la carrera a la que vamos a someterle, y si alguna pieza necesita un refuerzo, habrá que proporcionárselo. Nuestro objetivo no es hacer que pueda correr, sino que termine pasando por la línea de meta. —Pude ver el destello de excitación en su mirada. Eso era lo que quería, ganar su paso por la bandera a cuadros.
—Me someteré a todas las pruebas y se las enviaré lo antes posible. —Recogió los papeles con más agilidad de la que aparentaba tener, lo que me hizo sonreír. No era tan buen actor como se pensaba.
—No hace falta que corras, Jasper. Puedes tomarte tu tiempo. —Sabía que algunas eran especialmente incómodas. Había que tenerlos bien puestos para someterse a ellas voluntariamente, y además desear hacerlo de nuevo. —Cuando analicemos los resultados, concretaremos una cita para plantearte el plan de trabajo y los cambios que debes realizar para alcanzar los niveles deseados.
—No me asustan esos cambios. —No, asustarle no, pero no querría estar cerca de él cuando llevase unos días sometido a la dieta estricta, el ejercicio y los controles de presión arterial a los que debía someterse de forma continua. Básicamente le estaba arrebatando todos los placeres de la vida, le pondría a trabajar con una rutina draconiana, y además no podría quejarse ni alterarse. Esto iba a ser divertido, aunque no para él.
—Muy bien. —Me puse en pie para despedirme y estrecharle la mano. —Espero tener noticias suyas en breve.
—Las tendrá. —dijo muy convencido. Yo no estaba tan seguro, una de esas pruebas requería de un análisis digestivo y de heces, que le tendría a dieta estricta y específica durante una semana, para después proceder a tomar las muestras.
Cuando la puerta de mi despacho se cerró tras él, no pude evitar sonreír. Este tipo no sabía con quién se había metido. Si amenazas a un Vasiliev, nos amenazas a todos. Ahora tendría que asumir las consecuencias.