Jade
Un delicioso olor a té de Rooibos llegó a mi nariz, haciéndome abrir los ojos. Necesitaba esa delicia ya mismo, mi estómago necesitaba ser atendido.
—Buenos días. —No esperaba encontrarme con aquellos ojos fijos en mí, lo que me hizo dar un pequeño respingo.
—¡Tía! —Noté como el colchón se agitaba violentamente a mi espalda.
—¿Qué ocurre? —La cabeza de Leo apareció detrás de mí. —Oh, Lena.
—Buenos días a ti también.
—¿Qué haces aquí? —Ella me tendió una taza humeante junto con una cajita abierta con bollería. ¿He dicho que era mi tía favorita? Pues desde hoy lo sería.
—Tomar las riendas de tu boda.
—¡¿Qué?!—Menos mal que no había llegado a tomar un sorbo de té, porque lo habría escupido todo.
—No pretenderás que ese niño nazca sin un padre, ¿verdad? —Pero ¿qué?
—Tiene un padre, yo. —dijo Leo ofendido.
—Ya, ya. —Lena hizo un gesto con la mano como si eso no fuese importante. —Si no te discuto que en pleno siglo XXI las mujeres no necesitamos casarnos para mantener nuestra reputación a salvo. Pero es una tradición en esta familia que los bebés lleguen a este mundo con el apellido de su padre, y no seré yo la que la rompa. —Sus ojos se entrecerraron de forma amenazadora sobre nosotros.
—¿No sería eso algo que decidamos el padre de la criatura y yo? —Estaba en el plan, pero no me gustaba que me impusiesen las cosas.
—Anillos de compromiso y bebé. —señaló con la mirada el anillo de jade que colgaba de la cadena de mi cuello. —¿Me vas a negar que la boda no está en los planes?
—Pues claro que está, tan solo que… —Me gustaría que fuese a nuestro ritmo. Pero no me dio tiempo a decirlo.
—Dafne no se ha resistido tanto. —bufó Lena.
—¿Dafne?
—Ella también está embarazada, ¿recuerdas? Y antes de que lo digas, sí, en su caso es más apremiante si quiere estar espectacular dentro de un vestido de novia. En poco tiempo ese bebé saldrá en todas las fotos. Pero no voy a pasar dos veces por la organización de una boda cuando puedo hacerlo solo una vez. —Aquella sonrisa malévola…
—¿Una boda doble? —pregunté.
—Me gustan los retos. —Esta mujer daba miedo.
Busqué algo de apoyo en Leo. A fin de cuentas, era la otra parte en este asunto. Seguro que podía esgrimir algún argumento para…. ¿Se estaba riendo? Mi prometido se estaba riendo. El muy…
—A mí no me mires. —Leo se encogió de hombros.
—¿Tus padres no tendrán algo que decir? —Su madre seguro que sí, le gustaba organizar, como a Lena. Una idea traviesa anidó en mi cabeza. Ya me gustaría a mí ver a Lena y a la madre de Leo peleando para imponer su criterio.
—Puedo darle el teléfono de mi madre a Lena y que ellas se encarguen de todo, ¿no te parece? —Ah, así que ese era su plan.
—Sí, tu dáselo. —Miré a Lena al decirlo. ¿Por qué tenía la sensación de que Maya no tenía nada que hacer contra Lena?
—Bien. —Lena miró su reloj, como si tuviese prisa para ir a alguna parte. —Os espero a ti y a Dafne en la cafetería dentro de una hora. Te he dejado ropa limpia en el baño. —Se puso en pie, como si no esperase una réplica a su orden.
—Pero estoy de…
—Ya he revisado la situación. No te necesitarán y a ti tampoco, —se centró en Leo— así que te sugiero que vayas a comprarte un esmoquin aceptable.
—Tengo esmoquin. —Ambas le miramos con sorpresa, bueno, solo yo, Lena solo sonrió. —Muchos eventos de gala. —dijo, como si eso lo aclarase todo.
—No esperaba menos. Espero que esté aquí mañana. —¡¿Qué?!
—La boda no puede ser mañana. —me quejé.
—Claro que no. —Lena puso los ojos en blanco—No tendríamos tiempo de hacer los arreglos. Soy rápida, pero no hago milagros.
—Llamaré a mi madre para que lo me envíe. —Leo empezó a marcar en su teléfono. —Eventos de gala familiares. —Como si eso aclarase el porqué su esmoquin estuviese en casa de sus padres. Aunque pensándolo bien, era lógico.
—Y dile que no haga planes para el viernes.
—¡¿El viernes?!
—Mejor pásamela, ahorraremos tiempo si no hay intermediarios. —Hizo ese gesto con la mano para que le diese su teléfono.
—Mamá, te paso con Lena, la hermana de Nick. —Y después le dio el aparato.
—Hola. ¿Podríais tú y tu marido acercaros a Las Vegas el viernes? —desconecté de su conversación para girarme hacia Leo.
—¿Sabes lo que acabas de hacer? —le pregunté.
—Librarnos de todo el asunto de la boda. —Y el idiota sonreía. —Jade.—Sus manos rodearon mi rostro con delicadeza, mientras aquellos hermosos ojazos suyos me miraban con intensidad. —Esto iba a ocurrir, y mentiría si dijese que no me encanta la idea convertirme en tu esposo este viernes.
—Pero… pero solo quedan tres días. —me quejé.
—Ya vivimos juntos, vamos a ser padres. Una ceremonia de boda apenas va a cambiar nuestras vidas. Yo ya soy un Vasiliev, así que pertenezco a tu familia. Lo único que nos quedaba es que tu entres a formar parte de la mía. Vale, no es que sea la mejor parte, pero que lleves mi apellido les dejará claro a todo esos carroñeros que tendrán que respetarte, o les quitaré lo que les he dado. Los únicos dos Kingsdale que deben importante ya te adoran.
—¿No querrás decir tres? —Él también estaba incluido.
—Este Kingsdale te ama más que a su propia vida. —Sus palabras, sus dedos acariciándome, y aquella mirada intensa. ¿Como no iba a derretirme? ¿Decir que sí a la boda? ¿Dónde estaba el oficiante?
—¡Eh!, dejad eso para más tarde. —interrumpió Lena. —Tú, a la ducha. Te espero en 45 minutos abajo. No te retrases. —Y salió por la puerta, dejándonos solos.
—¿Crees que nos dará tiempo a hacerlo todo en ese tiempo? —pregunté, dejando claro que ese TODO incluía un revolcón rapidito.
—No lo sabremos si no lo intentamos. —¡Dios!, amaba a este hombre.
No, no nos dio tiempo. Aunque creo, por la sonrisa con la que me esperaba Lena en la cafetería, que ella ya se imaginaba que podía ocurrir. ¿Sería el bebé? Dicen que a las embarazadas nos aumenta la libido. No tenía ningún inconveniente en entrar a formar parte de las estadísticas de esa afirmación.
—Bien. Ahora que estamos todas, será mejor que ultimemos algunos detalles.
—¿No te preocupa que sea este viernes? —le pregunté a Dafne. Ella se encogió de hombros.
—Toda mi familia está aquí. —Eso era verdad. Mi hermano Drake, al final tenía un vínculo de sangre con ella, uno que la convertía en su sobrina. Lo que me dejaba a mí como ¿algo así como su tía política? Mejor no me metía en ese lío.
—El único problema sería tu futura familia política, pero creo que Maya y yo hemos llegado a un acuerdo que nos satisfacer a todos.
—¿Qué tipo de acuerdo? —pregunté curiosa.
—Acudir a la boda solo lo harán los padres de Leo. El resto se enterará por una nota de prensa al día siguiente. —Eso me extrañó.
—¿Por qué?
—Según las palabras de tu suegra “que se jodan”. —abrí la boca desmesuradamente.
—Pero ¡Lena! —Ella se encogió de hombros.
—Parece ser que tenía ganas de mandarlos a todos a la mierda, y dejarles fuera de la boda de su hijo con tanto descaro, los pondrá en su lugar. Así que no tengo nada en contra. —Pensándolo bien…
—Pues vale, que se jodan. —Lena sonrió de tal manera que me hizo sentir feliz, pero más bien como si esto fuese una reunión de las malas de la película y acabásemos de perfilar la mejor parte de nuestro plan malvado.
