Jade
Una reunión de primas no debería ser algo fuera de lo normal, pero esta lo era. ¿Por qué lo digo? Pues porque todas estábamos esperando para nuestra ecografía rutinaria. Cuatro familiares sentados en los sillones de una consulta ginecológica esperando su turno. Y sí, he dicho cuatro.
—Si llegamos a planificarlo, seguro que no nos sale tan bien —argumentó Nika.
Su tripa era la más grande de todas, pero con aquella ropa que había diseñado, y el ajuste a sus medidas, la hacían parecer una modelo de pasarela premamá.
—No me hables de planificación —Sheila se sopló el flequillo, algo exasperada. Ella fue en busca de unos días de relax a la playa, y regresó con un regalo inesperado.
—Vamos, te pilló un poco de sorpresa, pero estaba en los planes. Tienes que reconocerlo. —le acusé.
—Supongo que así me ahorré el estrés de la planificación. —asumió derrotada.
—Lo que puedes planificar es el nombre. Hoy te dirán el sexo, ¿verdad
—Espero que se porte bien y nos deje verlo —se acarició la inapreciable curva de su vientre.
—O verla —añadió Dafne.
—Es verdad, todas traéis una niña. —Nos miró como si lo hubiésemos planificado. —¿Ya habéis escogido el nombre? —Se quedó esperando la respuesta de Nika, ya que ella era la que estaba a punto de soltar el paquete. Se suponía que ya debería estar fuera, pero la pequeña se estaba tomando su tiempo.
—Masha —respondió—. Queríamos un nombre que fuese ruso y que para Bruno también tuviese un significado especial, así que escogimos el nombre de su madre y lo rusificamos. —busqué en mi cabeza hasta que la respuesta me golpeó.
—¿María? ¿tu pequeña se llamará María?
—Así es —Nika sonrió satisfecha.
—Mierda —se escapó de mi boca.
—No me digas que… —Nika enseguida lo entendió.
—Sí. Mi pequeña se llamará María, como mi abuela materna. —Si era por argumentos, yo tenía también uno muy contundente.
—No es posible. —Todas nos giramos hacia Dafne, que no sabría si estaba más sorprendida o divertida.
—¿Tú también? —la acusó Nika.
—Cuando estuve viviendo en Reino Unido tenía una compañera de clase que se llamaba Muire, que en gaélico irlandés significa María.
—María —todas nos sincronizamos para decir el nombre al mismo tiempo.
—Sabéis lo que estáis haciendo, ¿verdad? —todas nos giramos hacia Sheila.
—Ha sido una casualidad, Sheila. No es que estemos… —empezó a decir Nika, pero Sheila la interrumpió.
—Sí, ya. Todas nos hemos quedado embarazadas de una pequeña Vasiliev casi al mismo tiempo, daremos a luz este año. Seguro que las cuatro irán a la guardería juntas, luego al colegio, a la secundaria, a la universidad… ¿Y si hacen piña y se vuelven inseparables? ¿Y si se convierten en un grupo como lo hicieron en su día Kiril y sus primos?
—¿Insinúas que nuestras niñas serán las nuevas mosqueteras? —Así es como llamaron a los chicos, un apodo que los acompañó desde el colegio, porque se metían en todas las peleas juntos. Se metían con uno, se metían con todos. Eso me gustó, porque eso significaba que mi niña siempre tendría a sus primas para defenderla.
—Las cuatro Marías. —advirtió Dafne con una carcajada.
—¿Lo veis? Ella también se ha dado cuenta.
—¿Y qué habría de malo el que fuese así? Los chicos nunca estuvieron solos, crearon un vínculo que el tiempo y la distancia no ha podido romper. Y no se tú, pero a mí me gustaría que mi pequeña contase con sus primas para esos momentos difíciles en que su madre no estará cerca —aseguró Nika. Quizás estaba pensando en sí misma, en lo difícil que era lidiar con el mundo y con su enfermedad al mismo tiempo. ¿Y si su pequeña también salía frágil?
—Las cuatro mosqueteras —aventuró Dafne.
—Las cuatro Marías —le corrigió Sheila.
—¿Como las de la biblia? —No recordaba mucho de la biblia, pero esa frase se quedó en mi memoria; las tres Marías.
—Esas eran tres, no cuatro, pero sí, algo parecido —confirmó Sheila.
—Llevan sangre Vasiliev, dudo que alguien las confunda con cuatro figuras bíblicas. —Dafne tenía razón, seguro que eran unas guerreras como sus padres, como Tasha. Al menos la hija de Dafne y Grigor no podía salir de otra manera, sería una luchadora fuerte.
—A no ser que las confundan con los Cuatro jinetes del Apocalipsis. —Vaya unas ideas se me ocurrían, pero sería divertido. ¿Cuatro Vasiliev juntas? Que los profesores y el mundo se preparasen. Iban a arrasar con todo.
—¿Señora Vasiliev? —preguntó la enfermera desde la puerta de la consulta. Creo que se dio cuenta de su error cuando nos vio a las cuatro mirándola. —Oh —revisó su lista—. Sheila Vasiliev.
—Yo —se puso en pie para seguir a la enfermera, pero antes de atravesar la puerta, se giró de forma amenazadora. —Esto no ha terminado.
Escuché una pequeña risita a mi lado, era Nika, que parecía muy atenta a lo que veía en su teléfono. ¿Se lo estaría comentando a Bruno?
—Sé lo que estás haciendo —le acusó Dafne.
—Oh, la decisión será suya, por supuesto, solo le estoy facilitando el trabajo. —¿Estaba…?
—¿Estás buscando nombres en otros idiomas que signifiquen María? —Su sonrisa creció ante mi comentario.
—Por supuesto.
Entonces estaba decidido, nuestras niñas serían las cuatro Marías, a menos que Sheila cambiase el plan a último momento trayendo la noticia de que ella y Kiril habían concebido un niño. Les voy a hacer un spoiler; eso no ocurrió.