Solo existe un ser más peligroso que un Vasiliev cabreado, y es un Vasiliev que lo ha perdido todo.
No entendí completamente esa frase hasta que me arrebataron a la única persona que llenaba mi alma. Tenerla a mi lado era lo más importante, lo único por lo que lo aposté todo, por lo que luché. Pero perdí; a ella y a mí mismo.
Cuando a un animal le privas de luz, lo único que le queda es aprender a vivir en la oscuridad. Y eso he hecho yo durante todo este tiempo. No solo he sobrevivido, sino que he marcado mi territorio. He trazado una línea que no permitiré que nadie vuelva a cruzar, he construido un muro a mi alrededor dónde poder sanar, aunque no lo esté consiguiendo. Ella destrozó mi corazón de una manera que no creí que fuese posible. Ahora solo late, mantiene vivo mi cuerpo, pero no siente. Mi corazón es una roca fría que no alberga ningún sentimiento.
No, mentira, sí que siento, pero es una ira, un odio y resentimiento hacia todo y todos. Porque ellos son felices, porque tienen a su lado alguien a quién amar y que los ama, o porque simplemente no han perdido la esperanza de encontrarlo. Me corroe las entrañas el ver cómo ellos tienen luz en sus vidas, y sé que eso me está consumiendo por dentro, me ha convertido en un monstruo. Por eso los quiero lejos de mí, porque ellos no merecen mi odio, no merecen el mal que arrastro conmigo.
Me he convertido el algo peligroso para aquellos que me rodean, por eso estoy bien donde estoy, lejos de todos ellos. Por eso los mantengo al otro lado, allí donde no puedo alcanzarlos, donde solo puedo dañar a aquellos que lo merecen, porque no me importa cuanto daño les cause.
Me he convertido en una mala bestia que daña todo cuanto se acerca, que solo existe para causar dolor, y ni eso me hace despertar de este mal sueño.
He hecho todo cuanto está en mi mano por alejarlos de mí, pero ellos siguen insistiendo, siguen volviendo a por más de mi veneno, porque me quieren. Pero tarde o temprano conseguiré hacerles tanto daño que no regresarán más.
—Grigor Vasiliev, tienes visita.
Él también me tiene miedo, puedo verlo en sus ojos, y tiene razón en no confiar en su seguridad. Podría matarle en un parpadeo si quisiera, pero no merece la pena. Ya tengo aquí una reputación que nadie se atrevería a cuestionar. Me la he ganado a pulso durante todo este tiempo. Al principio no la busqué, solo era una cuestión de supervivencia; ellos o yo. Fui un premio para aquel que quería hacerse un nombre, pero ninguno consiguió su propósito. Y ahora se ha convertido en mi día a día, una marca que no puedo quitarme de encima.
Puedo ver como apartan su mirada cuando paso delante de ellos, ninguno se atreve, como si temieran que los convirtiera en polvo con solo mirarlos. Antes me hacía sentir mal, pero ahora me gusta, me hace sentir fuerte, intocable. Nada volverá a lastimarme, nada ni nadie se atreverá a lastimarme de nuevo.
La puerta frente a la que nos hemos detenido se ha abierto, dejándome ver el rostro de la persona que está al otro lado. No es ninguno de mis padres, no es mi hermano, tampoco mi abogado. El que estaba frente a mí era al único de la familia que nadie, ni siquiera yo, podía apartar de su objetivo. Él es el rey de la mafia rusa en Las Vegas, es el hijo del diablo. Pero no me intimida, no porque lleve su sangre, no porque sea mi tío y sepa que no me lastimará, sino porque ahora soy alguien que no se encoge con su rugido, soy un animal que no tiene dueño.
No necesitamos hablarnos, solo una mirada de reconocimiento. Me siento en la silla frente a él y espero a que imite mi gesto. Estoy preparado para cualquier argumente que despliegue para mí, no va a convencerme.
—Tengo algo para ti. —Desliza una fotografía sobre la mesa, una instantánea en la que figura una fecha reciente. Pero lo que me sacó de mi pozo de oscuridad fue la imagen de la mujer que está ella. Jamás olvidaría esa cara, ella fue la que me arrebató la cordura, ella…. Ella había jugado con todos nosotros, y yo iba hacerla pagar por ello. Levanto la mirada hacia el tío Viktor, para que sepa que ha conseguido lo que quería. Acababa de sacar al monstruo de su guarida, y tenía ganas de salir a cazar.
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