Prólogo
La culpa es mía. Yo he abierto la puerta para que la desgracia alcance a la familia Vasiliev. No, no fui yo el que trajo a Cheng Fao hasta Las Vegas, pero sí que encontrarme allí fue una grata sorpresa de la que pensaba aprovecharse. El pasado nunca nos libera, aunque huyamos de él siempre acaba encontrándonos.
Pero si tengo que deberle algo de verdad no es a él, es a Drake. Él me dio la oportunidad de conseguir una nueva vida, él no me pidió nada a cambio, solo me ofreció un trabajo que yo acepté por gratitud y porque necesitaba volver a estar activo. Pero me ha dado más, todos ellos em han dado más. Un trabajo digno, ingresos regulares, me valoran como empleado y quiero pensar que como amigo. Con Drake al menos es así.
Él me salvó de recibir una paliza mortal en un callejón de mala muerte, me defendió sin conocerme de nada. Cuando le pregunté por qué lo hizo, simplemente me dijo que no le pareció justo que tuviese que defenderme yo solo de cinco matones. Para él era un abuso que no podía dejar pasar, no podía simplemente pasar de largo mirando hacia otro lado. Y por ello se ganó un buen corte que remendé en su habitación de hotel. No podía hacer menos, le hirieron por ayudarme.
Drake era mi amigo, confiábamos el uno en el otro, yo confié en él cuando me tendió la mano, yo cuidé de su chica cuando él me lo pidió. Y Nika, y Tasha, y… podría seguir así durante mucho tiempo, son tantos… Amigos, eran amigos, de los que no piden nada a cambio, de los que están ahí para ayudarte cuando los necesitas. La traición nunca sería una opción para mí.
Y luego estaba ella. Esa mujer iba a acabar conmigo. Me volvía loco con su carácter dominante, refrescante e inconformista. Pero lo que me traía loco era su salvajismo. Me había convertido en un perro en celo que sucumbía a sus deseos sin presentar pelea. Y no era porque me sintiese coaccionado, sino que… ¡Agh!, es imposible de explicar si no lo vives.
Ella no es como Maylin, ella me ha devuelto la fe en las mujeres, en las relaciones, me ha dado esperanza, aunque no quiera dejarse atrapar con ataduras sociales. Ella es libre, no podría retenerla. Pero el caso, es que ella tampoco parece querer alejarse.
No podía dejar que Fao los lastimara, no podía.
Me llamo Kaita Yoshida, aunque todos me llaman Goji. Ellos me pusieron ese nombre, Drake me conoció con él, no he necesitado contarle la parte más oscura de mi vida, pero quizás ha llegado el momento de revelarle todo, de explicarle por qué un japonés acaba a las órdenes de un hombre de negocios chino, en un chantajista, un mafioso, un extorsionador. Fao era lo que hiciese falta ser para ser el rey, el más poderoso, el más rico. No importa el honor, no importan las personas, no importa el dolor… Solo el dinero, más y más dinero.
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