Gloria
Todavía estaba hecha un flan. Las piernas me temblaban como si hubiese corrido una maratón. De no ser porque estaba sentada, seguramente tendría serios problemas para no caerme. ¡Uf! Sin punto de comparación con el soso del maniquí. Ese chisme no tomaba la iniciativa, no te torturaba hasta llevarte al límite, no me hacía suplicar por que no se detuviera… Y yo que creía que era la que llevaba el control.
Provocar a un hombre es fácil, conseguir que haga lo que tu quieras con una promesa de sexo también. Pero que pasase de ser un sumiso a un dominante… ¡Uf! Goji había dado un paso gigante. Y no, no me estaba quejando, pero… ojalá no se convirtiera en un problema. Me gusta ser la que manda, me gusta ser la que tiene el control. Aunque bueno, si el asunto se escapa de mis manos, siempre puedo cortar por lo sano. Cuando el corazón no está implicado, cuando no es el que manda, es más fácil.
Sacudí mi cabeza para quitarme esa idea de la cabeza. No, era demasiado pronto para pensar en mandarlo todo a la mierda. De momento acabábamos de empezar y nos estábamos divirtiendo. Además, Goji nunca había demostrado ser de ese tipo de gente, de las que impone su criterio a los del resto quiero decir. Aunque claro, él no estaba en igualdad de condiciones que el resto, él solo era un empleado sin nadie a quién dar órdenes. Así es difícil descubrir a un dominador. Y no, no me estoy refiriendo a alfas, betas y omegas, ni sexo sado ni nada por el estilo. Me refiero a ese tipo de personas que no solo no dejan que nadie les dé ordenes, sino que hacen todo lo posible por ser ellos los que lleven el control de todo.
Yo no me incluyo en ninguno de los dos extremos, creo que estoy en el término medio. Tengo jefes que me dicen lo que tengo que hacer y empleados a los que dirigir. Doy y recibo; estoy en equilibrio. Quizás soy exigente y mandona, pero es que mi culo depende de que el trabajo se haga bien y en el plazo previsto.
—¿Estás bien? —La voz de Nika me hizo levantar la mirada hacia la puerta.
—¿Yo?, Si. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque llevas más de dos minutos sin mover el ratón. —Pillada. Eso era como decir que estaba con la vista perdida en el monitor, y que mi atención estaba más allá de lo que tendría que estar haciendo. ¿cómo era eso? ¡Ah, sí!, “mi cuerpo está encadenado a esta mesa, pero mi cerebro se está tomando una cerveza fría en una playa de Hawaii”, más o menos. Solo que mis “vacaciones” imaginarias eran más bien una bacanal sexual.
—Estoy un poco atascada. ¿Hacemos una pausa para un café? —Distraídamente miré la hora en mi monitor. Bien, la sugerencia estaba dentro del horario aceptable.
—Pues venía a decirte que si querías algo para comer. Normalmente sueles encerrarte en tu despacho todo el día hasta que terminas el trabajo, y como Tasha tiene hambre, habíamos pensado en pedir algo para comer aquí. —Hambre… Realmente sí que necesitaba recuperar algunas energías que había perdido recientemente en actividades… más placenteras de lo habitual.
—Me has convencido. —Intenté ponerme en pie, pero desistí cuando mis piernas me dijeron eso de “de eso nada, bonita”. Así que elegantemente me quedé sentada en mi puesto.
—¿Ya has decidido que quieres? —Preguntó Goji desde la entrada de mi despacho. Drake estaba a su lado, mirándome de una manera un poco rara, como si… ¡Oh, mierda! ¿Sospecharía algo? Tú disimula, Gloria, tú disimula.
—Con este calor algo fresquito, ¿una de esas ensaladas que preparan en el Celebrity´s? Me encanta la que tiene salsa Cesar. —Así justificaba el sofoco que seguro que tenía encima en ese momento.
—Oh, sí, estupenda idea, me apunto. Que sean tres, a Tasha también le gustan. —En ese momento Drake pareció algo desubicado con las palabras de Nika, pero enseguida regresó a su estado normal.
—Sí, seguro que también quiere una de esas.
—Entonces ¿haces el pedido y voy a recogerlo? —preguntó Goji a su lado. Al ver ese trocito de su cuello, que deja a la vista los dos últimos botones desabrochados de su camisa, mis piernas se apretaron para calmar a mi lívido que renacía. ¡Mierda! Esa porción de piel me volvía loca, me encantaba mordisquearla y… ¡Agh!, ¿tenía una marca ahí? No parecía un chupetón, pero… Aparté la mirada rápidamente para que el resto no se fijara en lo que estaba mirando.
—Ya estoy llamando. —Drake tenía el teléfono sobre la oreja, pero sus ojos me observaban de una manera…. Y luego a Goji…. ¡Y encima se reía el asqueroso! ¡Agh! —Sí, hola. Soy Drake Sokolov, quiero hacer un pedido…. —Y se alejó hacia la zona de máquinas. Crucé la mirada hacia Goji, pero a parte de ponerse rojo como un tomate, resultado de que había notado lo mismo que yo en Drake, no hizo otra cosa que encogerse de hombros y salir detrás de él. Menos mal que era yo a la que no le preocupaban este tipo de cosas… Mentira, pero lo disimulo muy bien, al menos hasta ahora.
—Una suerte que se podamos hacer pedidos al Celebrity´s, ser de la familia tenía que tener alguna ventaja. —Ya, como si solo fuera eso. —¿Qué te parece si vamos revisando lo que tienes mientras esperamos? —Bien, trabajo. Al menos tenía algo con lo volver a la normalidad.
—Claro, siéntate aquí cerquita, jefa. —Señalé con una palmadita la silla a mi lado y ella sonrió.
Goji
Es imposible ocultarle nada a este hombre, es que se da cuenta de todo. En cuanto vi esa sonrisa suya supe que en su cabeza había unido uno y uno. Pero ¡eh!, no estábamos haciendo nada malo. Ya, menos tener relaciones sexuales en el lugar de trabajo en horario laboral. Bueno, espero que eso no se notara, porque sí que podía ser un problema.
—¿Alguna otra parada más? —No sería la primera vez en que al “chico de los recados” le tocaban unos cuantos encargos. Lo asumo, soy el que más tiempo libre tiene, y me parecía que ganaba mi sueldo demasiado bien, así que no me importaba que me utilizaran para ese tipo de cosas.
—No creo, pero puedes preguntarle a tu chica. —Aquella maldita sonrisa suya…
—No es mi chica, ya te lo expliqué. —Y el idiota seguía sonriendo de esa manera diabólica. Imposible pensar que no sabía de quién estábamos hablando.
—Sí, bueno, tú me entiendes.
—Volveré pronto. —prometí mientras subía al asiento delantero del coche.
—Más te vale. No quiero lidiar con tres mujeres hambrientas.
—Sabrás apañártelas. —Puse el coche en marcha y salí de allí.
Estaba saliendo del callejón lateral, cuando tuve un breve vistazo de un rostro que me resultaba conocido, alguien de mi pasado. Pero no podía ser, todos ellos estaban demasiado lejos de aquí. Sacudí mi cabeza tratando de apartar la idea de que aquello podía ser posible, aferrándome a ese dicho que tienen todos los blancos de que todos los chinos son iguales, aunque para ellos, todos los asiáticos de ojos rasgados entrábamos en ese saco. Daba igual, chico, japonés, coreano, malayo… para ellos todos éramos lo mismo.
—¿Podrás llevarme al Celebrity´s SET? —Tenía un vehículo autónomo que no siempre podía usar, así que me gustaba aprovechar el tiempo que lo tenía en mis manos. Lo sé, si conducía él ¿para qué iba yo? Pues hasta que no permitieran que los coches entrasen en la cocina del restaurante, o que mandasen a algún camarero a llevar el pedido hasta el coche, mi puesto estaba garantizado. Ya, ya, lo segundo les saldría más barato y cómodo, solo mandar a SET a recoger el pedido y todos tan felices.
Pero Drake no quería airear las capacidades de SET, no quería que este invento suyo estuviese en boca de personas que no eran de confianza. Los chicos y él estaban montando su propia empresa para fabricar réplicas de SET, y no quería que les levantasen el negocio pirateando su producto.
—Tomando el control del vehículo. —Mis manos sintieron la pequeña vibración en el volante que avisaba de que SET ahora era el que mandaba. Se sentía bien esto de que otras trabajaran para mí.
Seguir leyendo