Goji
Todavía no estaba seguro si me estaba haciendo una insinuación, o es que le gustaba provocarme. Creo que lo segundo. A Gloria le gustaba tentarme siempre que tenía ocasión, pero no lo hacía de una manera demasiado obvia para el resto, sino que le bastaba con una simple mirada para transmitir lo que quería. Y solo con eso, un rápido vistazo a sus ojos entrecerrados, y ya sabía lo que pasaba por su cabeza. ¡Mierda!, yo era un profesional, no podía dejar que ese tipo de cosas sacara mi mente del trabajo.
—Uf, tengo el cerebro derretido. —Nika llegó a la sala de descanso, donde estaba la máquina de café y mi sillón de lectura. Ella era mi jefa, la persona a la que debía proteger, pero eso no quería decir que no hubiese entre nosotros una relación de amistad, con todos ellos era fácil desdibujar esa línea que un guardaespaldas no debe traspasar.
—¿Mucho trabajo? —Aparté a un lado mi libro y observé como se preparaba un café en la máquina.
—Seguirle el ritmo a Gloria a veces es agotador, pero la quiero por eso. —A mí me lo iba a decir, Gloria solo conocía una marcha y era “tan rápido como se pueda”. No es que con el sexo fuéramos como cohetes, nos tomábamos nuestro tiempo cuando la situación lo requería, pero nos metíamos en faena con un chasquido de dedos.
—¿Ya habéis terminado o esto es una parada técnica? —Conocía un poco estas maratones para sacar al mercado un nuevo diseño o colección. Nika hacía el diseño y Gloria lo convertía en patrones para pasar luego a la máquina de corte. Cuando el patrón estaba optimizado, esa era la palabra que utilizaban, se pasaba a las pruebas para ajustar y esas cosas. Hasta que la prenda pasaba por toda esa locura y llegaba a la tienda, podían pasar semanas de duro trabajo. Es lo que he oído y visto, porque lo que se dice participar… Mi trabajo no está allí sino al lado de Nika, vigilando su espalda cuando estamos fuera de la instalación.
—Mi parte ya está hecha. Ahora le toca a ella a ponerse con las pruebas y los ajustes. ¡Porras!, casi lo olvido. —Salió disparada hacia su despacho dejando que la taza con su café a medio llenar. Esperé a que cayese la última gota y se la acerqué a su dominio.
—Tu café. —Lo dejé sobre la mesa, pero ella a penas le prestó atención, estaba con la vista enganchada en algo sobre su monitor, mientras su mano movía el ratón sobre la mesa.
—Esta mujer no me da un respiro. Tengo que llevarle las muestras de tela para que pueda hacer los cálculos para la compensación. —Deslizó la silla hacia atrás para ponerse de nuevo en movimiento. Vi el montón de telas que iba a recoger y le gané por la mano.
—Tú tómate el café tranquila antes de que se te enfríe, yo se lo llevo. —me ofrecí. Nika me sonrió suavemente.
—Gracias, de verdad. Necesito un poco de azúcar o caeré redonda. —Tomó la taza para oler el aroma con deleite. Ese era mi trabajo, velar por su salud. Con Nika había que tener cuidado con sus pautas de alimentación y sus niveles de azúcar, la diabetes es lo que tiene.
—Tu tranquila. Si necesita algo más le diré que te llame.
—No vayas demasiado deprisa, necesito todos los minutos que me puedas conseguir.
—Los tendrás. —Le prometí. Ya vería la manera de conseguirlo. Quizás podría charlar con Gloria un ratito.
Bajé a la zona de la fábrica, donde estaban las máquinas de corte y las costureras cosiendo las piezas de la ropa para unirlas. Todavía estaban a medio montar los paneles de separación de la zona del escáner corporal y la de fabricación. Drake estaba volcado con ello y yo solía ayudarlo moviendo algunas piezas, pero en ese momento estaba calibrando de nuevo los equipos. Por eso estaban separando las zonas, porque el polvo de la zona de corte y ensamblaje de la ropa estropeaba los sensores.
Ni siquiera pasé a ver lo que estaba haciendo, no solo era él el que entendía esos chismes, sino que sabía cómo arreglarlos, montarlos, manejarlos… En definitiva, todo. Nadie metía mano a sus juguetes.
Entré en el despacho de Gloria, una enorme pecera en uno de los laterales de la fábrica, justo en la mitad de la zona de corte y la zona de las máquinas de coser. El punto perfecto para controlarlo todo. Las lamas de las persianas estaban cerradas, dándole privacidad para centrarse en sus cosas. Nada peor que interrumpir a Gloria cuando estaba concentrada en algo importante, y eso era cuando estaba en mitad de la preparación de los patrones nuevos, como era el caso. La puerta estaba entreabierta, así que golpee con los nudillos mientras echaba un vistazo dentro.
—Traigo las muestras de… tela. —Genial, nada mejor que hablarle a nadie. Bueno, al menos tampoco me había visto alguien hacer el ridículo.
La puerta del almacén se abrió para dar paso a una atareada Gloria. Sus ojos tardaron un momento en darse cuenta de que yo estaba allí. Su cabeza debía de estar bullendo con cientos de cosas en ese momento.
—¡Ah!, hola. —Se dirigió hacia la mesa para dejar un libro de esos hechos con muestras de tela.
—Te he traído las muestras de Nika. —Mientras lo decía las tomó entre sus dedos para analizarlas, o lo que hicieran las profesionales de la costura cuando frotaban la tela entre sus dedos.
—Gracias. Era lo que necesitaba.
—De nada. Un placer ayudarte. —Sus ojos abandonaron el estudio de la teda para mirarme de esa manera que despertó a mi entrepierna.
—¿Me echarías una mano con otra cosa? —Daba igual el premio que me diese por ese favor, ella sabía que me tenía.
—Claro. ¿Qué necesitas? —Gloria se puso en pie y me indicó con el dedo índice que la siguiera.
—Acompáñame al almacén. —Sus pasos nos llevaban a la puerta del pequeño almacén que comunicaba con su despacho.
En la nave industrial había dos almacenes; donde se guardaban las telas normales y las cajas con la ropa lista enviar en cajas, y el “otro” almacén, donde se guardaban la tela antibalas y los maniquís creados con las medidas de los clientes. De momento solo había uno por cada Vasiliev para el que se había o se estaba creando ropa antibalas, u otro tipo de ropa que les protegiese de daños como cuchilladas. A ver si se pensaban que el ejército era el único en tener ropa de esa. Bueno, los Vasiliev eran los únicos que llevaban algunas prendas de este material con más glamour.
Gloria empezó a caminar por el pasillo entre los maniquíes perfectamente alineados y almacenados; cada uno dentro de su cápsula protectora. Era como ver la batcueva, con esos trajes de Batman metidos en sus urnas transparentes, solo que solo estaba el maniquí sin el traje.
La puerta se cerró sola a mis espaldas, gracias al mecanismo de auto cierre. Nada como mantener las cosas de allí dentro fuera del alcance de ojos curiosos. Gloria no se molestó en siquiera comprobar que la seguía, solo avanzaba por el pasillo buscando…
—Aquí. —Llegué hasta el lugar que ella señalaba, para sentir como me aferraba y me atrapaba entre su cuerpo y la pared.
—¿Qué?
—Espero que hayas venido preparado. —Sabía q que se refería; preservativos.
—Lo estoy. —Antes de terminar la frase, su boca ya estaba asaltando la mía. ¿Quejarme? Para nada, estaba listo y preparado para ello, muy preparado.
Mis manos estaban repartiéndose el trabajo entre buscar en mi cartera la protección, y en aferrar la pierna de Gloria para mantenerla en esa perfecta posición, casi encaramada como una amazona.
—Entonces vamos a ello, machote. —¿Listo? Ya tenía casi el aparato fuera y listo para ponerle el uniforme de trabajo, cuando mi mente tubo un lapsus de lucidez dentro del abotargamiento sexual.
—Cualquiera puede entrar aquí y pillarnos. —La puerta de su despacho seguía abierta. De ahí a no ver a Gloria tras su mesa y pensar que estaba en el almacén, como había sido el caso cuando llegué, e ir a buscarla, solo nos separaba unos segundos. Era arriesgado, muy arriesgado, aunque podía lidiar con ello, seguro que podíamos los dos.
—Nadie se atreverá a entrar aquí. Todos saben que si alguien entra en mis dominios sin mi permiso puedo comérmelo vivo. —Escucharla decir eso me hizo darle la vuelta, subirle la falta y penetrarla con energía. Su gemido me volvió loco, lanzándome a marcar un ritmo demencial. Iba a ser rápido, pero iba a estar genial.
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