Viktor
Estaba viendo una grabación del baile de mi pequeña, siendo besada por un chico, y yo no tenía instintos homicidas en alerta máxima, ¿por qué?, porque todo estaba bien. Drake lo había hecho, había reclamado su territorio delante de aquellos niñatos de colegio, y no era algo obsceno o humillante como lo que había hecho el otro desecho de hombre. Drake la besaba, demostrando que lo que sospechaba, era real. El pequeño dragón estaba enamorado de mi hija, y si conocía a ese muchacho, no era algo pasajero.
Drake había dejado que las docenas de grabaciones de esa noche, llegaran a todas partes, que todos, incluido yo, supiéramos que él había asentado una firme declaración de intenciones. Él la quería, y les había demostrado a todos que era suya.
Pero el motivo por el que tenía esa sonrisa de asesino en mi cara, era por el comentario que circulaba entre esos pequeños cotillas. Al parecer, la amenaza que lanzó Drake a Preston había impresionado bastante. “Preston Andreson. Voy a destrozarte”. Que un tipo te diga eso, mientras te clava esos ojos acerados, dejaría marca en cualquiera, y si además tenía esa presencia física, ni te cuento. Pero yo sabía que Drake se tomaría su particular venganza, de una manera más meticulosamente fría. No le había visto amenazar antes a nadie, y eso quería decir que ese tipo había hecho algo realmente grave. El honor de mi pequeña, sería restaurado. No necesariamente con fuego y sangre, pero si con dolor.
—¿Quieres que lo borre, jefe? – giré la cabeza hacia Boby.
—No, está bien así. – Creo que mi respuesta le sorprendió, porque era un maniático con la vida privada de mi familia, pero… Tasha tenía 16, y a esa edad, un “chisme” como ese, podía elevar la autoestima a niveles estratosféricos. Drake no era mi hijo, pero estaba orgulloso de él. Estaba cursando su tercera carrera, con unas notas increíbles, y por lo que sabía, estaba trabajando en algo muy secreto, que tenía encandilados a muchos profesores del MIT. No, no sabía que era, la universidad de Massachusetts no es Berkeley o Stanford. No podía usar mis “encantos” con ellos.
Tasha
¿Se podía alcanzar una parálisis facial si no se dejaba de sonreír durante horas? Estaba a punto de averiguarlo por mí misma. Llevaba desde las 8 del día anterior sin borrar esa sonrisa de mi cara. Incluso dormida debía de estar sonriendo.
Drake… Apreté la almohada como si fuera él, intentando pegarlo a mi piel. Quién hubiese imaginado, que después de todo, sí estaba en sus pensamientos. Él no estaba enamorado de Nika, había sido una mala pasada de mi mente retorcida. Ellos solo eran grandes amigos, los mejores, según me confesaron entre risas mientras tomábamos algo en la mesa en que estuvimos casi toda la noche sentados. No necesitaba bailar, cuando tenía el brazo de Drake sobre mis hombros, mi cabeza recostada sobre su clavícula, oliendo ese aroma tan suyo, y robando un dulce beso de vez en cuando, para envidia de las perras que se acercaban a curiosear. Sí, pécoras, Preston era pasado, Drake era mi presente, y por sus palabras, mi futuro.
—¡Tasha! – gritó mi hermano Adrik desde fuera de mi habitación.
—Déjame dormir, pesado. – metí la cabeza debajo de la almohada, porque quería silencio. Estaba soñando despierta, no quería interrupciones.
—Vale. Le diré a Drake, que su majestad hoy no recibe visitas. – escuchar el nombre del dueño de mis sueños, me hizo saltar fuera de la cama. Tenía que detener a mi hermano. Cuando abrí la puerta de mi habitación, él ya estaba a unos metros de distancia.
—¡Espera! – grité. Él se giró, pero ni siquiera me miró, tenía su atención puesta en su teléfono. – ¿Quién has dicho que ha venido a buscarme? –
—Drake. Aunque, por lo que se rumorea, tendría que decir que es “tu novio” – levantó los dedos para hacer el gesto de las comillas cuando dijo esa palabra. Me acerqué hasta él para comprobar, con mis propios ojos, como aparecía nuestra foto en la sección de cotilleos del periódico del colegio. Me sentí en una nube cuando lo vi, hasta que… ¡mierda! ¡Papá! No me lo imaginaba echando un vistazo al periódico del colegio de su hija, pero… una no podía estar segura con mi padre. Parecía que tenía ojos en todas partes. Me dirigí hacia las escaleras para bajar, pero mi hermano me salvó de hacer el ridículo.
—¿Vas a bajar en pijama? – no es que me importara lo que pensara mi familia, ya me habían visto en peores “momentos”, pero, aparecer de esta manera, delante de Drake…pues como que no.
—¿Puedes decirle que bajo en 5 minutos? – Adrik se giró para desaparecer por el pasillo, mientras yo regresaba a toda velocidad a mi cuarto.
—Ni tú te crees eso. – escuché antes de cerrar la puerta. No le odio, pero a veces se ponía de un listillo que… pero tenía razón. En el estado que estaba mi pelo, necesitaría solo eso para conseguir limpiarlo. Desenredarlo era otro asunto. Aun así, me sorprendí a mí misma llegando a la cocina en 15 minutos. Duchada, vestida y maquillada. Drake me había visto infinidad de veces recién levantada, pero, precisamente ese día, quería tener un buen aspecto.
Los encontré a todos, menos a mi padre, curioseando algo en el teléfono de Adrik. Más les valía que no fuera lo mismo que yo había visto hacía unos minutos porque si no, iba a cometer fratricidio ¿sé dice así? ¡qué más da!
—Solo tienes que pasar el código de barras, o sacar una foto al alimento, y si no lo reconoce, te dará varias opciones para que lo encuentres. – explicó Drake.
—Lo añado la ingesta diaria, y ya está. – añadió Adrik.
—Eso es. De esta manera tienes un control absoluto sobre lo que comes. – remarcó Drake.
—Suena a dieta. – yo y mi brillante ingenio. Drake levantó la cabeza y me sonrió. No sé, pero desde que éramos pareja, todo en el me parecía encantadoramente sexy. Antes también era sexy, pero…. ¡agh!, bueno, ya me entienden.
—Los que practicamos deporte de forma seria, tenemos que cuidar nuestra alimentación, Tasha. – sonó un poco recriminatorio por parte de mi hermano.
—¿Lista para irnos? – preguntó mi novio. Novio, sonaba bien cuando se refería a Drake.
—¿Ahora? – él extendió la mano hacia mí y asintió con la cabeza.
—Sí. –
—Pero ¡si no he desayunado! – protesté. Él arrojó una manzana a mis manos, y yo la cogí al vuelo. – ¿Sólo esto? – me quejé.
—Es tarde, y no quiero que te quite el apetito. – mis ojos se fueron haca el reloj que estaba en la pared, y casi me da algo. ¡Era más allá de tarde!, yo no duermo tanto.
—¿Dónde vamos? – pegué un mordisco a mi fruta, y caminé hacia la salida detrás de él.
—Te llevo a comer, ¿alguna sugerencia? – mi yo malvada alzó la cabeza. Sí, había un sitio, que muchos de los compañeros solían frecuentar los sábados. Lo sabía, porque a Preston le gustaba ir por ahí, para ser visto. Ya saben, él era una joya, y yo siempre he sido un trofeo. ¡¿Qué?! Soy una Vasiliev, mi apellido es una enorme luz roja que atrae a la gente.
—Sí, tengo una. – Me quedé clavada a dos pasos de la puerta, cuando vi la moto estacionada en la entrada. ¡mierda!, eso sí que iba a atraer las miradas de todos. Si antes pensaban que mi nuevo novio era lo más, aquella montura lo iba a subir al pedestal de un dios. Guapo, sexy, y con moto. ¡Ja!, Preston, supera esto.
—¿Y esta moto? – él me sonrió levemente.
—Es la vieja moto de mi padre. No tenía vehículo, así que se la pedí prestada. –
—No tenía idea de que supieras conducirla. – yo creía que lo conocía todo de él, pero estaba claro que estaba equivocada.
—Soy un chico con secretos. – Cuando te decía eso con aquella maldita sonrisa… es que te daban ganas de descubrirlos todos.
—¡Qué misterioso! – bromeé.
—Ve indicándome, no conozco mucho la zona de ocio de la ciudad. – Drake me puso caballerosamente el casco, porque yo tenía una mano ocupada con mi “desayuno”, y después cogió su chaqueta de cuero, y … me la pasó por los brazos. – Puede que tengas algo de frío. – subió a la moto y esperó a que yo me acomodara. ¿Frío?, ¿pegada a ese cuerpo? Era más probable que entrase en combustión. Esa camiseta que llevaba puesta, definía cada músculo de una manera que …uf. Drake era el sueño de cualquier adolescente. Los que sí se quedarían congelados, serían los chicos con los que esperaba encontrarme. Yo de era de esas perras que lucía trofeos delante de las demás, pero… hoy iba a darme ese gustazo.
Envolví mis brazos alrededor de la cintura de Drake, y recosté mi pecho sobre su espalda. Espero que sí sacaran muchas fotos de este día, porque iba a guardarlas en mi cofre de los tesoros.
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