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    Soy Agua

    Capítulo 59 SA

    08/12/2019

    ¿Qué ocurre cuando combinas aire y tierra? Pues que una tormenta de arena se convierte en un paseo por el parque. Lanzar proyectiles de roca del tamaño de una pelota de golf sobre el enemigo, como si fueran lanzadas por un bazuca, le habrían dado la victoria a cualquier ejército, siempre y cuando no se enfrentara a un mago de fuego. ¿Por qué?, porque las piedras se convertían en polvo cuando chocaban contra su escudo de fuego.

    En pocos minutos había tanta materia flotando a nuestro alrededor, que parecía que nos habíamos metido en medio de una mascletá valenciana. Para los que no saben lo que es, solo tienen que imaginarse que están en mitad de una nube de humo, provocada por la pólvora que ha explotado en cientos de petardos a su alrededor. Humo, calor, pequeños restos de chispas flotando en el aire saturado… Yo no tenía mucho tiempo para centrarme en limpiar el aire de todo aquello, porque necesitaba hacerlo sobre Jabah y sus ataques. Me centré más en percibir su posición, en escuchar sus palabras suspendidas en el viento, que en facilitar una visión que no necesitaba.

    Evan y los chicos intentaban alcanzar un objetivo que no podían ver, con sus armas listas para disparar al enemigo, pero apenas habían conseguido disparar algunos proyectiles.

    —Hay que dañar a las fuentes. – la voz de Namir, pese al esfuerzo que estaba haciendo para alimentar mis ataques, aún sonaba fuerte.

    —¿Qué fuentes? – preguntó Evan. Yo enseguida entendí. Namir y Sahira eran mis fuentes de energía. Jabah tenía las suyas.

    – Un mago herido no puede compartir su energía. – aclaró Namir. Evan entendió. Alzó la mano y gritó al resto de los hombres.

    —Disparad sobre los hombres que acompañan a Jabah. – intenté facilitarles el blanco, haciendo que las partículas en suspensión alzaran capas de aire más altas. El cielo sobre nuestras cabezas cada vez se iba oscureciendo más, por lo que la luz del sol empezó a desaparecer. Nubes de ceniza nos aislaron, del mismo modo que las nubes de tormenta llevaban la oscuridad y la noche sobre pleno día.

    Algunos disparos dieron sobre los objetivos, haciendo que el caudal de energía de Jabah mermara. Se estaba cabreando aún más, y no era solo por verse privado de ese extra de poder, sino que la consecuencia de ello le obligaba a cambiar de planes. ¿Cómo diablos podía yo sentir lo que había dentro de Jabah? ¿El agua que formaba parte de él me permitía alcanzar sus estados de ánimo, sus pensamientos? No tenía ni idea, y aquel no era momento de ponerse a razonar el porqué de las cosas. Ya era difícil gestionar y trabajar con dos elementos a la vez, algo que Jabah y Sahira no me enseñaron a hacer. Y no solo eso, sino que yo estaba trabajando en aquel momento con tres elementos. Algo a lo que ellos tampoco podrían haber podido enseñarme, porque nunca tuvieron acceso a otros elementos que no fuesen tierra o fuego. En conclusión, estaba siendo una autodidacta, estaba aprendiendo sobre la marcha, y aunque era rápida e intuitiva, no tenía tiempo para pensar, solo actuaba por instinto.

    Como decía, Jabah estaba cabreado, porque la merma de energía le obligaba a cambiar de planes. Ya no podría enfrentarse a mí para capturarme de nuevo, ahora tendría que luchar para vencerme.

    —Entrégate o acabaré con aquellos que te importan. – su advertencia llegó a mí un segundo antes de que la bola de fuego atacara nuestro flanco izquierdo. No buscó destruir nuestros muros de piedra, fue directa a por la persona que estaba disparando sobre sus hombres; Evan.

    Una fracción de segundo, apenas tiempo para apartar aquella maldita bola de fuego que no fui capaz de percibir, porque mi atención estaba en otros frentes. El grito en mi interior llegó demasiado tarde, porque la bola encontró un cuerpo que devorar, carne de chamuscar, una vida que llevarse por delante.

    Abandoné la lucha para centrarme en apagar aquel maldito fuego, en salvar aquella vida por la que volvería a morir otra vez. Agua, aire… convoqué todo lo que podría ayudarme a sofocar aquel infierno. Pero una vocecita en mi interior me dijo que era una mujer del siglo XXI, el conocimiento me ayudaría a encontrar la mejor solución. Oxígeno, el fuego se nutre de oxígeno, y sin él se extingue. Ordené al aire retirarse, crear un vacío alrededor del hombre en llamas, y funcionó. Pero era demasiado tarde, moriría en poco tiempo, la enfermera dentro de mí lo sabía.

    —¡Argus! – la voz de Evan me hizo mirar hacia el muro a mi derecha, contra el que parecía que había sido arrojado por… ¡Oh, señor! Argus lo había empujado para salvarlo, interponiéndose en la trayectoria de la bola de fuego y Evan.

    Los muros de piedra se levantaron en segundos a nuestro alrededor, cuando Namir ocupó mi puesto en la batalla. Jabah se daría cuenta pronto, pero de momento, tenía que llegar hasta Argus y salvarle, curarle con… el agua que no tenía. En dos segundos tenía su cabeza sobre mi regazo, para facilitarle la respiración.

    —Tengo que salvarte, tengo que salvarte. ¡Maldita sea!, necesito agua. – grité desesperada al viento, sabiendo que mi deseo no podría cumplirse en mitad del desierto, pero, aun así, luchando con mi propia lógica para encontrar un milagro.

    —Te lo debía. – la voz de Argus salió débil de su garganta, su quemada piel se agrietó dolorosamente, haciendo que sus ojos se cerraran por aquella porción extra de dolor.

    —¡Noooo! – grité desesperada. Sentí mis lágrimas cayendo inútiles sobre su irreconocible cabeza. No sé cómo, pero lo sentí. La calma, la sedación, el dolor que desaparecía. Como si aquellas dos o tres pequeñas gotas de agua salada que tocaron su cuerpo, creasen una ola de paz, y al igual que ocurre sobre la superficie tranquila de un estanque, aquellas pequeñas gotas crearon una sucesión de olas que se extendían por toda la superficie, llevando la paz con ellas. Alejando el dolor, el sufrimiento, haciendo que su cuerpo ya no sintiera dolor, o al menos su cerebro no lo percibiese. Y de alguna manera, aquello me reconfortó. El último estertor de Argus se lo llevó el viento, y con él, aquella paz de quien sabe que ha saldado su deuda.

    Respiré profundamente, y una explosión cercana a nosotros me recordó que estábamos en una lucha. Alcé la vista para encontrar los azules y profundos ojos de Evan.

    —Esto no ha terminado. – él asintió para mí, y me ayudó a ponerme de nuevo en pie. Revisé mi alrededor, para centrarme en Namir y… Sahira estaba acurrucada en una esquina, sujetando uno de sus brazos, cuya tela parecía quemada. Irene estaba a su lado, tratando de llevarla a un sitio seguro. Pero allí no había sitios seguros. Jabah había intensificado su ataque, porque había percibido la merma de fuerza de su oponente.

    —Viky. – me llamó Evan. En su rostro había preocupación, pero no se rendiría si yo no lo hacía. No iba a permitir que nadie más cayera. ¿Jabah estaba cabreado?, pues ahora se iba a enterar de qué podía ocurrir cuando me cabreaban a mí. Y no solo estaba enfadada, estaba furiosa, llena de ira.

    —Estoy contigo de nuevo. – la voz de Namir sí que reflejaba el esfuerzo al que se había sometido.

    —¿Qué debo hacer para darte mi energía? – preguntó Irene. Namir y yo la miramos sorprendidos. Ella nunca había utilizado su magia, era menos que un aprendiz, y, aun así, estaba dispuesta a dar lo que tenía para apoyarme en la lucha.

    —Dame tu mano y deja que fluya, no te resistas. – Le explicó Namir. Ella asintió. En un segundo estaba saboreando de nuevo la magia de la tierra de Namir, el fuego de Irene, el aire que heredé de mi padre, el agua de mi madre.

    Caminé hasta ponerme en el centro de todos ellos, estirando mis brazos para conectar de nuevo con el aire, con la tierra, el fuego… con todo lo que podría responder a mi llamada.

    Sentí la energía fluir alrededor y a través de mí, mi cuerpo ligero y fuerte. Sentí mis manos vibrar, y al mirarlas encontré en ellas destellos azulados, que saltaban entre mis dedos como pequeños rayos. Volví mis ojos hacia Evan, pero él ni ninguno de los otros estaba a mi alrededor, sino algunos metros por debajo. Al igual que el aire caliente, yo estaba elevándome. ¿Asustada? No, había llegado el momento de terminar con esto. La venganza, dicen que es un plato que se sirve frío, pues en mi caso iba a ser caliente, muy caliente.

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    3 Comments

  • Reply Gaby 09/12/2019 at 12:15 AM

    Amo esta historia !!! 👌😉😍

  • Reply Gaby Garcia 09/12/2019 at 5:20 AM

    Sencillamente genial es una obra tan diferente pero a la ves tan buena que me encanta gracias iris por esta belleza
    Todos los días la espero con ansia y le sigo preguntando de donde sale Tanta imaginación. Felicidades

  • Reply Yesenia 09/12/2019 at 4:37 PM

    Ay jabah

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Bienvenid@s a mi blog. Lo primero de todo, agradecerles su apoyo y fidelidad, pues es gracias a ellos, que he dado este salto: crear este punto de encuentro entre lectores y autor, donde podrán encontrar mi trabajo antes que en otras plataformas de lectura libre online. Si han llegado hasta aquí es porque ya me conocen, o han leído parte de mi trabajo. Para quienes me acaban de descubrir, solo decirles que soy una escritora de novela romántica, y que, en este espacio, al igual que ocurre en wattpad, podrán encontrar la mayoría de mis obras para poder leerlas libremente. Eso sí, les pediría que no plagien mi obra, ya que para mí supone un gran esfuerzo crear todo este material, y mucho más el ponerlo a su disposición. Además, que parte de ella, está protegida por los derechos de autor, ya que está inscrita en el registro de la propiedad intelectual. El objetivo de este blog es hacerles llegar, aunque de forma algo tosca, las historias que se acumulan en mi cabeza. Por eso espero que disculpen el que el material no esté pulido como sería propio de una gran escritora que presenta su obra al público. Pero no dispongo de nadie, como ocurre con otros autores, que se encargue de revisar, corregir y pulir mis escritos. Solo soy una sencilla persona con medios limitados, que intenta llegar a todas aquellas personas que desean disfrutar con las locas historias que pueblan esta cabeza inquieta. Si desean tener algunas de mis obras en formato físico, pueden hacerlo. Consulten en el enlace que encontrarán en la columna de la derecha. Sin más, espero que disfruten de mis escritos, que rían, lloren, se enfaden… pero, sobre todo, que terminen cada historia con una sonrisa en su cara, y con esa sensación de que, por un rato, se han evadido de la realidad para permitirse soñar conmigo. Sigan a mi lado, y les daré algo dulce, salado o picante, pero no demasiado, porque quiero que vuelvan siempre a por más.
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