Grigor
Niurka Vladislava era una persona retorcida, no solo por fingir su propia muerte, sino que engañaba incluso a aquellos que trabajaban bajo sus órdenes.
—Entonces Dafne no era hija biológica de Niurka. —Ahora entendía por qué esa mujer había sido capaz de matar a su propia hija. No las unía la sangre.
—Seguro que te preguntas como acabó la chica creyéndose esa historia.
—¿La adoptó de pequeña? —Viktor negó con la cabeza.
—¿Sabes cómo conseguía carne fresca para sus prostíbulos? Solo tenía que ir a cualquier orfanato y llevarse a las niñas que quería. Su poder era tal, que iba, señalaba con el dedo y alguien se encargaba de meterlas en la furgoneta que llevaba consigo cuando iba a hacer recolección. —Escuchar aquello hacía que la bilis luchara por salir de mi cuerpo.
—Obligaba a las niñas a prostituirse.
—Cuando miro a Drake doy gracias a Dios de que encontrase a una familia como la que ha tenido, para que ese gen diabólico no saliera a la superficie. Niurka Vladislava utilizaba métodos que revolvería el estómago de muchas personas. Y no estoy hablando de tortura física contra niñas, sino la manera en que les mete el miedo en el cuerpo. Anula su mente, las doblega hasta convertirlas en seres sin alma que cumplen sus órdenes sin cuestionarlas. Dai encontró una evaluación psicológica que hizo un forense de la Interpol a una de sus chicas, y te juro que pone los pelos de punta el modo en que les tiene lavado el cerebro. Esa Niurka es capaz de llevarte hacia donde quiere. Y si no mira al pobre juez Robertson, no fue más que un muñeco de plastilina en sus manos. Lo manipuló de tal forma, que después de su “supuesta” muerte, vino a por nosotros como un perro rabioso. —Niurka sabía hacer su trabajo, pero tropezó con alguien que no pudo doblegar del todo.
—Con Dafne no pudo. Ella se reveló contra sus órdenes.
—No solo fue Dafne, Grigor. Fuiste tú. Le diste algo a esa pobre chica que le dio el poder de sublevarse, de revelarse en contra de su dueña para defenderte.
—Me amaba. —Era lo único que podía justificar ese cambio, al menos en mi cabeza.
—Lo suficiente como para jugarse la vida. —Y la perdió, no tenía que decirlo con palabras.
—¿Fue por el ADN que descubristeis que Niurka no era la que estaba en el depósito de cadáveres? —La sonrisa de Viktor me dijo que esa pregunta tenía una respuesta que le gustaba.
—Mas bien fue por el interrogatorio al que sometimos a cierto agente de policía, que estuvo presente en aquella estación de servicio. Nos pareció extraño que tardase algunos minutos de más en hacer el recorrido a la comisaría con las pruebas del homicidio en el maletero de su coche. —Estaba claro que no habían dejado ninguna piedra que levantar.
—Si ella sigue viva, es probable que notase que interrogaron al tipo. —Viktor arrugó la nariz teatralmente.
—Espero que no, nos costó mucho fingir que su muerte fue un accidente. —No me escandalicé por escucharle confesar ese segundo asesinato. La muerte ya no causaba efecto en mí.
—Recopilando. Niurka preparó todo esto para matar a algunos miembros de la familia, ¿pero se torció y tuvo que improvisar? Eso no cuadra con lo que me has contado.
—Creo que la mente de esa mujer ideo todo el plan tal y como sucedió. Nadie persigue a una tránsfuga para matarla, finge su muerte y tiene un doble preparado para dar el cambiazo. Las operaciones estéticas a la que se sometió aquella mujer llevaron su tiempo. Y si bien podía tener ese doble de sí misma preparado por otra razón, el tenerla a mano en el lugar en que ocurrió todo denota anticipación. Niurka sabía que ibas a dispararla esa noche, te manipuló para que pensaras que actuabas libremente al descargar esa bala sobre su pecho. —Si antes ya pensaba que era una persona diabólica, ser una víctima de su manipulación me reveló el nivel que podía alcanzar su retorcida forma de trabajo. Me manejó como quiso, y yo caí como un tierno infante. Nunca más. La encontraría y le metería una bala en la cabeza, donde ningún chaleco antibalas pudiese salvarla.
—Dime dónde puedo encontrarla para terminar con lo que empecé. —Según la ley, no podían juzgarme dos veces por el mismo delito. Ya había pagado mi deuda por matarla, así que digamos que iba a cerciorarme de que conseguía el premio por el que había estado encerrado los seis últimos años de mi vida. Una cuarta parte de mi existencia perdido por culpa de esa mujer. Pero eso no era nada, Dafne había perdido mucho más. Ella lo había perdido todo.
—No solo eres tú el que quiere acabar con ella, créeme. Pero antes de ir a por ella, tenemos que estudiarla, saber dónde y cómo golpearla, y lo más importante, no volver a caer en una de sus elaboradas trampas. —Aquello me intrigó.
—¿Crees que todavía no ha terminado con nosotros? —¿Podía hacernos más daño?
—Voy a decirte lo que creo basándome en los datos que tengo. Esa mujer nos estudió hasta encontrar la manera de hacernos el mayor daño posible. Sabía que golpear nuestro negocio, cualquiera de ellos, enemistarnos con las otras familias, le llevarían mucho tiempo, recursos y no sería tan eficaz como golpear allí donde realmente nos duele: la familia. Buscó al peón adecuado, aquel que haría precisamente lo que ella pensaba que haría, y lo situó en el lugar que podía tropezar con algún Vasiliev. Reconócelo, Dafne no pasaría desapercibida para un hombre que sabe lo que quiere, y su juventud la hacía encajar con los más jóvenes de nuestra familia.
—Pero Dafne no hizo conmigo lo mismo que Niurka con el juez Robertosn, ella no me manipuló.
—¿Eso crees? Te enamoraste de ella, mataste a una persona, dejaste de lado la razón. Yo creo que acabaste igual de cegado que Robertson. —Si lo pensaba fríamente, Viktor tenía razón. Pero mi corazón se negaba a aceptarlo.
—¿Eso es lo que hizo Niurka? ¿Entrenar a Paulina para hacer de mí un monigote enamorado? —Aquel giro me hizo ver más allá de la máscara, Dafne era lo que deseaba, Paulina la que la creó para mí.
—No sé hasta qué punto Niurka educó a esa chica, ni lo buena que era. Solo sé que fueron sus sentimientos los que la traicionaron, y para hacer lo que Niurka hizo con Robertson, no hay que sentir. Paulina tenía un trabajo por delante, acercarse a la familia, lo suficiente como para asestar un golpe mortal, pero no pudo hacerlo. Lo que tu rescataste dentro de ella no pudo. De alguna manera, esa chica seguía teniendo alma, sentimientos, Niurka no consiguió doblegarla, anularla del todo.
—Me estás confundiendo.
—Lo que trato de decirte, es que Niurka sabía que la pobre Paulina acabaría enamorándose de ti, que la traicionaría. La envió precisamente a ella para que encajara en su plan maestro.
—Entonces, lo de asesinar a toda la familia en el hospital…
—No era más que el detonante para forzarla a dar el paso. Niurka sabía que ella no podría hacerlo, que huiría y al hacerlo, tú la perseguirías. Porque ningún Vasiliev, cuando se enamora, dejaría que la persona que ama se aleje de él. Si tiene problemas, los hacemos nuestros. —Entonces empecé a entender.
—Se anticipó a su huida, porque al haberla adiestrado, sabría cuál sería su forma de escape. Y la perseguiría, y cuando estuviese segura de que yo la alcanzaba, aparecería para forzar la situación, haciendo que yo actuara desesperado porque ella la había matado. —Daba miedo solo de pensar en que una mente retorcida había ideado un plan como ese.
—Calculó la ruta, la zona en que la encontraría. Preparó al juez que se encargaría de tu caso, posicionó a un agente que se encargó de recoger el arma con el que la disparaste, y que llevó a un punto donde el vehículo del forense se detendría. Convocó a su doble, la hizo vestirse con una ropa igual a la suya, y con el arma que le entregó el agente de policía infiltrado, le disparó en el mismo punto que tú lo hiciste. Pero esta vez, la pobre mujer no tendría un chaleco antibalas que le salvara la vida. Tuvo cuidado de ponerse guantes para no dejar sus huellas, y que así solo estuviesen las tuyas. Nadie iba a notar que se habían disparado dos balas en vez de una. Y después metió el cadáver de su doble en la bolsa negra, y lo dejó en la furgoneta para que el forense tuviese un cadáver de diseccionar. Después, cogió el vehículo en el que llegó su doble, y se largó de allí. El arma llegaría al depósito de pruebas, donde solo saldría para que los de análisis forenses concluyeran que esa fue el arma que se utilizó para matar a esa mujer, y que tú, como mostraban las grabaciones de las cámaras, fuiste quién lo hizo. Y no solo eso, tú mismo te condenarías, porque sabías que habías matado a alguien, todos lo creímos. Estuvimos demasiado ocupados intentando conseguir que la sentencia no fuese dura, que el despropósito de ese juez vengativo no acabase contigo apuñalado dentro de los muros de aquella cárcel. Ninguno se puso a investigar si lo que habíamos presenciado era real, o una representación perfectamente coreografiada.
—Entonces, los intentos de asesinato contra mi persona también fueron planeados por ella. Porque así conseguiría destrozar a la familia por no haber conseguido salvarme la vida. Causaría un dolor que no se podría reparar jamás. —Viktor asintió satisfecho.
—Sería como volver a repetir la historia del abuelo Yuri, clavando un puñal en el corazón de todos, dejándonos con una pérdida irreparable, pero además nos dejaría vacíos, porque ni siquiera tendríamos la venganza para resarcirnos. Sin un objetivo, sin una misión en la vida, la pena acabaría consumiendo todo rastro de felicidad.
—Es una hija de puta retorcida y muy inteligente.
—Y vengativa, no lo olvides. —Pelear contra un adversario así era jugar con desventaja. Ella contaba con la experiencia que a mí me faltaba, pero aun así…
—Entonces tengo que acabar con ella, porque ahora que no ha conseguido mi muerte, volverá a atacar. Puede que sea a mí, o a otro miembro de la familia, pero volverá a hacerlo.
—Si algo nos ha enseñado la historia de nuestra familia, es que solo no vas a conseguirlo. Juntos podremos acabar con ella, porque si Niurka es retorcida, yo puedo serlo más. Si es inteligente, tenemos a muchos Vasiliev que también lo son. Unidos, acabaremos con ella para siempre. —Sabía dónde quería llegar.
—La fuerza de un Vasiliev está en la familia.
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