—¿Cómo te encuentras? – Jabah había ido a buscarme a mis dependencias, y en ese momento caminábamos juntos hacia la biblioteca.
—Un poco mejor, gracias. Creo que todavía no me he acostumbrado al clima. Es demasiado seco para mí. – él asintió meditabundo.
—Veré si puedo hacer algo para mejorar tu estancia. –
—Bien. ¿Puedo hacerte una pregunta? –
—Claro. – su sonrisa me decía que, como a cualquier profesor, le agradaba que sus alumnos mostraran interés por la materia. Menos mal que mi pregunta estaba relacionada con sus enseñanzas del día anterior.
—Ayer hablaste sobre el linaje mágico, y sobre como conservar a los magos puros. – el asintió con la cabeza la cabeza, satisfecho.
—Así es. –
—¿Se suelen unir parejas del mismo elemento mágico? ¿o pueden mezclarse distintos elementos? – él me sonrió, como si la pregunta le agradase enormemente. Un escalofrío recorrió mi espalda, como si esa “mezcla” estuviese en mi futuro.
—Intentamos unir magos y brujas del mismo elemento, porque así conseguimos potenciar la magia de este. Así es como mis ancestros consiguieron engendrar un mago de fuego tan fuerte. Aunque, es verdad, que es preferible emparejarse con un elemento diferente, que con un humano sin rastro de magia. –
–Así que es posible tener descendencia mágica de dos elementos diferentes. – él torció la boca.
—En teoría sí, pero en la práctica no es sencillo. –
—¿Por qué? –
—Hay elementos que se neutralizarían unos a otros, como el agua y el fuego. – Escuchar eso hizo que parte de la tensión abandonase mi cuerpo. Jabah no podría tenerme en consideración como una yegua de cría para unirme a él. No engendraríamos hijos mágicos.
—¿Y el resto de elementos? – ya sabía que el agua y el aire sí conseguían una progenie mágica, para muestra mis padres y mis 13 hermanos.
—Si unes dos seres mágicos de distinto elemento, es difícil que tengan descendencia, a menos que sean elementos afines, y como ocurre con estos elementos, uno alimentará al otro, por lo que la descendencia resultante pertenecerá al elemento enriquecido. Y así es como se fortalece el poder mágico de un elemento. –
—Así que, para hacer magos de fuego más fuertes, habría que mezclar a un mago de fuego con uno de tierra. –
—Exacto. – Por eso Jabah y su familia se habían preocupado de tener magos de tierra cerca, no solo para poder absorber su poder para hacerse más fuertes, como ocurrió en la pirámide, sino para fortalecer su linaje con las uniones.
—Por lo que parece, los magos de fuego pueden unirse con magos de tierra y aire. – su boca volvió a torcerse. –
—Es difícil encontrar magos o brujas de aire, es un elemento muy raro. Aun así, creo que mi familia consiguió encontrar un mago de aire, pero su descendencia no mostró un aumento de poder mágico. El niño no destacó especialmente, así que no se volvieron a cruzar los dos elementos. – Bien, así que era un elemento raro, y ellos tenían poca experiencia con él. O eso parecía.
—Así que, para fortalecer el fuego o el agua, habría que cruzar esos elementos con un elemento de tierra. –
—Eso es. Aunque, si bien en la unión fuego y tierra, el elemento predominante es el fuego, cuando se unen tierra y agua, la que marca cual es el elemento dominante es la madre. –
—O sea, que para tener bebés de agua la madre tiene que ser agua, y el padre tiene que ser del mismo elemento, de tierra o de aire, nunca de fuego. –
—Eso parece, aunque no sé si con el aire funcionaría también. – ¡Ja!, como que iba a contártelo. Pero no pude resistirme a rematar la faena, dejándole claro que él y yo, no seríamos compatibles.
—Así que la única manera de que mis hijos heredaran mi poder mágico, sería emparejándome con un mago de agua o de tierra. – su rostro pareció perder un poco de alegría.
—Si quieres descendencia mágica, sí. – oh, porras, ¿eso quería decir que estaría pensando en..? no lo pienses Viky, no lo pienses. Cambié de tema rápidamente.
—Dijiste que el hombre de la torre era el motivo por el que colaboraría en este plan. – él asintió.
—Así es. –
—¿Cuándo volveré a verlo? –
—Cuando quieras. –
—¿Después de cenar? – su cabeza se ladeó, como estudiando mis intenciones.
—Lo viste ayer, ¿por qué quieres volver a verlo tan pronto? –
—Digamos que… necesito un estímulo para continuar con esto. Si él está bien, yo trabajaré con vosotros. Si no lo está, si muere, si enferma, yo no trabajaré. – su expresión se endureció, aunque parecía que le hacía algo de gracia mi intento de chantaje.
—Así que lo ves, hablas con él unos minutos, y me te centras en tu labor. –
—Eso es. – tenía los dedos cruzados, porque, no lo olvidemos, yo era una rehén, al igual que Arsen. Pero estaba jugando con ese pequeño poder que Arsen decía que tenía sobre él.
—Me parece justo. Creo que sería una buena motivación para tu día si lo visitaras por la mañana, en vez de por la noche, así estarías más motivada. – Era otra posibilidad.
—Después del desayuno, me parece bien. – Jabah sonrió, y me franqueó el paso a la biblioteca. Habíamos llegado a mi aula. – ¿Y hoy? No he tenido mi motivación del día. –Jabah sonrió como si fuese una niña pequeña que pretendía hacer una inocente travesura.
—Depende de lo bien que te portes hoy en clase. –
—Lo haré bien, maestro. – me sentí Anakin Skywalker mostrando su respeto a Obi Wan Kenobi. Nah, Jabah nunca llegaría a tener el título de maestro Jedi, le faltaba humildad. Mencionar a los Jedi de Star Wars, me hizo pensar que podía probar a hacer algunos de sus trucos, como levitar objetos y esas cosas. Sí, quizás probaría esa misma noche.
—Sé que lo harás, Viky. –
—¿Qué vas a enseñarme hoy? –
—Sahira me ha dicho que has avanzado mucho, así que podemos avanzar un paso más. ¿Qué te parece si mañana probamos algo un poco más complicado?
—¿Cómo de complicado? –
—Alejaremos la fuente del agua, tendrás que llamar al agua desde un poco más lejos. – tenía que tener cuidado con los avances que conseguía delante de Sahira. No podía cambiar el pasado, pero podía aprender para el futuro.
—De acuerdo. –
—Bien, te dejaré el libro de Abboud bin Hamed. Allí explica como aprendió a llamar al fuego por primera vez. De todos mis antepasados, él fue uno de los que tuvo que aprender sin ayuda. – me tendió un viejo libro desgastado, y yo lo tomé con miedo, como si fuese a deshacerse en mis manos. – Ábrelo. – obedecí y di una rápida ojeada a las hojas. Hubo una página que llamó mi atención. En ella explicaba como encender fuego. No como conjurarlo, sino crearlo. Eso sí que me interesó, ya que lo primero sabía cómo debía hacerlo. Además, saber cómo lo haría Jabah, su forma de trabajo, sería una buena ventaja para mí. Conoce a tu enemigo.
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