Gloria
Vuelta al trabajo. Abrí mi armario buscando algo de ropa para ponerme, y lo que me encontré me alegró el día, o bueno, no tanto como antes lo hacía. Sí, el maniquí customizado de Goji estaba medio escondido a uno de los lados, pero aunque no tenía cabeza, podía ver como su “extra” sujetaba el bajo de una de mis blusas. Mmmmm, la de buenos momentos que habíamos tenido ese juguete y yo. Pegarlo a la réplica de aquel cuerpo musculoso había aumentado el morbo y excitación de mis momentos recreativos. Pero el original…. Uf, el original le daba cinco vueltas a la copia.
¿Me estaba mordiendo el labio? Oh, sí. Podía sentir como mi cuerpo se calentaba solo con los recuerdos de la última vez, bueno, de todas. ¿Cuánto hacía que éramos amigos con derechos? Apenas unos días, pero ¡Uf!, cómo nos había cundido el tiempo.
Y yo pensando que el pobre chico era un reprimido. Un desperdicio el tener ese pedazo de cuerpo y no usarlo como se debía. En cuanto la primera réplica fue descartada me apropié de ella, yo si que podía sacarle provecho a eso. ¿No decían que había que reciclar? Pues en eso estaba.
Pero desde que había cambiado al de plástico por el de carne y hueso… Mmmm, tenía toda esa zona en carne viva. Lo sé, lo sé, soy una viciosa, pero es que era imposible no hacerlo con semejante espécimen. Quién me lo iba a decir a mí hacía unos meses que iba a pasar de los juguetes escondidos en el cajón, y en el armario, a uno que vivía en la puerta de enfrente. Y sí, el chico era fácil de convencer, solo una pequeña invitación, y le tenía cumpliendo con su parte del trato. Él me daba lo que yo quería, y yo le devolvía lo que quería él.
No, no siempre fui así. Yo era una buena niña, una adolescente que descubrió el sexo con su primer novio a los 16, y que casi hipoteca toda su vida con un machista egocéntrico. Por suerte siempre he sido una chica lista, y pude ver lo que el amor adolescente intentaba pasar por alto. ¿Qué como me liberé de aquella prisión antes de que Diego cerrase la puerta? Pues… Fue una noche de verano. Estábamos en la playa, reunidos unos cuantos amigos y amigas entorno a una hoguera, con unas cervezas y perritos pinchados en varas que se asaban cerca del fuego. Saben que las parejas normalmente suelen hacer planes de futuro, pero cuando la relación suele estar ya consolidado. Al principio es solo un tonteo, explosión de hormonas y muchos corazoncitos.
No sé si fue el ambiente relajado, el alcohol… El caso es que alguien empezó a decir en voz alta los planes que tenía para su futuro, cuando el resto siguió esa pauta. Todos teníamos un plan en la cabeza, el mío era montar un día mi propia empresa, un taller de costura donde crear modelos exclusivos y muy caros. Otras sueñan con llevar esos vestidos puestos, el mío fue crearlos, porque me gusta ser la artífice de que una mujer luzca espectacular. Mucha peluquería, mucho maquillaje, pero cuando ves a una mujer a la que la ropa que lleva puesta le hace destacar sobre el resto, hacer que los hombres babeen… Me hace sentir el poder que hay en mis manos. Por desgracia, mis diseños no eran brillantes, sino copias de los de otras personas. La que tiene el talento para hacer algo nuevo y diferente, y que además sea hermoso, es Nika. Hace tiempo que aterricé en el mundo real, y comprendí que lo mío no sería triunfar como diseñadora, pero sí que podía dar esas pequeñas pinceladas a una obra ya creada para hacerla encajar en un cuerpo, cualquier cuerpo. A cada uno lo suyo. Si querías un acabado profesional, yo era lo que necesitabas.
Me estoy desviando. Como decía, todos empezaron a contar sus planes de futuro, pero antes de que me tocara el turno, Diego tomó la palabra.
—Yo no voy a ir a la Universidad. Mis viejos no tienen tanto dinero para enviarme allí. —No era un secreto que su familia la formaban gente trabajadora, pero la mía también lo era, y eso no les hubiese frenado a la ora de sacrificarlo todo por darme una mejor educación.
—Tampoco eres un lumbreras. —Aquel comentario no le gustó, lo sentí en la rigidez de su cuerpo porque le estaba abrazando. Pero era verdad, Diego apenas aprobaba todas las asignaturas. No, no caí en los brazos de un tipo listo, pero tengo que decir que lo compensaba con un cuerpo acostumbrado al trabajo. Cargar neumáticos en el taller donde trabajaba su padre le habían puesto unos brazos y hombros tremendos. Ya saben, a mi me gustan los hombres con músculos. Y si además les pones ese aire de rey del gallinero, pues eso, un imán para una adolescente.
—Gilipollas. —Se defendió Diego, aunque lo hizo con una sonrisa en la cara. Quizás eso también fuese lo que me atrajo de él, el que se riera de sí mismo con aquella naturalidad.
—¿Vas a trabajar en el taller con tu padre? —Preguntó alguien, no recuerdo quién.
—Si mi padre puede mantener a una familia con tres hijos, creo que también me puede servir a mí, ¿no crees? Estudiaré uno de esos módulos de mecánica y me convertiré en mecánico.
—Tú si que sabes tío, los talleres de reparación de coches nunca dejarán de existir. Siempre habrá coches para reparar. —¡Ja!, el trabajo del futuro, casi me hace reír.
—¿Para qué hacer una carrera universitaria?, tendría que estar media vida pagándole al banco el préstamo estudiantil, y nadie me garantiza que tenga un buen trabajo cuando la termine. —Esa parte tenía su lógica.
—¿De verdad que no quieres hacer otra cosa que no sea arreglar coches? —No sé, a mi me pareció una aspiración pobre, mis sueños por aquel entonces eran grandes, con 16 siempre lo son creo yo. Así que esperé su respuesta con atención.
—Ser mecánico no es un trabajo estresante, solo es un poco sucio. Además, lo importante no es el trabajo ni cuanto ganes, sino el llegar a casa del trabajo y encontrar a tu mujercita dándote la bienvenida, con una cena rica y tomarte una cerveza fría mientras compartes con ella como ha sido tu día. —Algo empezó a chirriarme en ese momento, algo que no me sonaba bien.
—Nuestros días. —puntualicé.
—Claro cariño—me estrujó contra su costado—, aunque dudo que limpiar la casa, ir a la compra y llevar a los niños al colegio sea algo tan emocionante que no puedas esperar a contármelo durante la cena. —¿En serio él se pensaba que ese iba a ser mi día? Pero mi cabeza ya tenía la pregunta lista para ser disparada.
—¿Y si yo llego más tarde que tú del trabajo? —Los talleres mecánicos tenían hora de cierre, puede que algún día tuvieran que quedarse a terminar alguna reparación urgente. Pero una empresaria con su propio negocio, tendría que trabajar mucho para salir adelante, al menos los primeros años cuando te estas haciendo un nombre y consiguiendo clientes. En ese momento yo ya tenía eso muy claro.
—No me importará esperar a que la cena esté lista. —Mis uñas estaban listas para clavarse en su carne. ¿De verdad pensaba que yo iba a ser su esclava? ¿Él sería el sultán al que debía servir? De eso nada.
Y esa era la idea que tenía mi “novio” de lo que debía ser una buena esposa, así que me libré de él y me volqué en ser una mal partido para cualquier tipo como él. Si quería cocinar para un hombre no sería una obligación, no sería una sirvienta en mi propio hogar, y no renunciaría a mis sueños por un hombre que no se preocupaba ni en preguntarme cuales eran. Desde entonces soy una persona que no se caya lo que tiene que decir, salvo que me cause problemas de los gordos, doy mi opinión siempre que puedo, y no acato más que las órdenes que quiero cumplir.
Supongo que Diego conseguiría finalmente a esa idiota que lavase sus buzos grasientos, que rellenase su nevera de cerveza, y que además le calentara la cama. Con ese cuerpo seguramente podría conseguirla, pero tendría que darse prisa, porque la barriga cervecera no tardaría en crecerle, y se quedaría clavo, como su padre.
Por mi parte, sería una toca pelotas de cuidado, sin novio, sin negocio propio, pero con una intensa vida sexual gracias a su bien surtido cajón de juguetes sexuales. ¡¿Qué?!, algún que otro capricho me he dado, me gusta un buen solomillo de vez en cuando, pero la libertad que te da ser tu misma la que te proporciona el placer, no te la equipara ningún hombre. Tengo lo que quiero, cuándo quiero, cómo quiero y jamás me dejan a medias, solo tengo que preocuparme en tener un buen suministro de pilas y jabón para mantener mis aparatitos bien limpios, soy una chica muy limpia.
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