Grigor
Algo estaba ocurriendo, podía notarlo a mi alrededor, era como una extraña sensación que flotaba en el ambiente, una especie de carga negativa en el aire, que me decía que algo iba a ocurrir, algo malo, y que estaba relacionado conmigo. Había aprendido a hacerles caso a esas sensaciones.
No solo era vigilar a la gente que estaba cerca, sino a aquella que estaba más lejos, aquella que en cuestión de segundos estaría a mi lado. Y eso hice, analizar la postura corporal de todos. Llevaba tanto tiempo estudiando a la gente que podía predecir lo que iba hacer de forma inmediata. Como aquel tipo que acababa de entrar al comedor y se había puesto a la cola. Su mirada no estaba sobre la comida al otro lado de las vitrinas, ni siquiera en su bandeja, o en el tipo que estaba delante de él, sino en el de detrás, y no parecía que le tuviera miedo. No, esperaba algo y si no le perdía de vista… Nunca había que mirar de frente al enemigo, por eso aprendía a buscar superficies reflectantes que me dieran distintos campos de visión.
Y ahí estaba, el de detrás le estaba dando algo, y por la forma de cogerlo, estaba seguro de que era un pincho, así llamábamos aquí a las armas de fabricación carcelaria, hechas con cualquier objeto que pudiésemos conseguir; un cepillo de dientes, una cuchilla de afeitar…Uno no se imagina lo creativa que puede ser la mente de un delincuente.
Cuando vi los ojos del tipo que servía los guisantes saltar hacia mi derecha, supe que el tipo estaba acercándose. Con un movimiento rápido me giré para posicionar la bandeja entre nosotros. Las croquetas que tenía en ella resbalaron por mi mono naranja hasta llegar al suelo, o eso supongo, porque no estaba mirando precisamente eso. Con rapidez desvié la puta de eso que llevaba hacia uno de los lados, y con el mismo impulso, golpeé su cabeza con mi codo. El tipo intentó defenderse de mi contraataque, pero era inútil, había cabreado a la persona equivocada.
En otra circunstancia no me habría contenido, no tenía motivos y sí mucho que demostrar a los demás, pero en esa ocasión sí lo hice. En cuanto lo tuve en el suelo, con apenas tres golpes, me alejé de él sin que hubiesen llegado a separarnos los guardias. ¿Por qué? Pues porque tenía una buena razón; no quería pasar aquí dentro más tiempo del necesario, tenía algo allí fuera esperándome.
Antes de que un gilipollas cogiese el pincho y lo hiciese desaparecer, le detuve con mi voz, que supiera que si se atrevía a cogerlo iría a por él. Necesitaba pruebas de que habían tratado de atentar contra mi vida, y yo solo me había defendido.
—Si lo coges iré a por ti. —El tipo reculó como si el pincho fuese un pedrusco incandescente. O más bien, como si temiese que yo se lo metiera por ese sitio donde nunca llega la luz del sol. Eso me hizo sonreír. Creo que eso le hizo alejarse aún más rápido.
El primero en llegar fue ese tipo de labios apagados, ya saben, de esos que no tiene casi color. Tenía un cutis sonrosado y brillante, como si hubiese por una de esas sesiones de peeling químico que algunas mujeres se hacen para borrar arrugas, manchas de edad, esas cosas… ¡¿Qué?!, tengo una madre, primas, tías… y soy un chico que escucha, o lo hacía. Na, lo sigo haciendo, pero a tipos con cara de animal, no a chicas guapas.
Como decía, el primero en llegar fue ese tipo, McConaughey, y por lo que parecía, estaba… ¿buscando algo en mi cuerpo? ¡Mierda!, quería saber si estaba herido. Eso debía de ser lo segundo, primero tenía que haber detectado el arma, y luego buscar si había sido usada, no saber si el tipo que había ganado la pelea estaba herido. Eso me daba mala espina.
—¡Atrás Vasiliev! —Su cara me decía que no solo me temía, sino que el resto de presos no le importaban tanto. ¿Por qué aquella fijación conmigo?
El tipo al que había golpeado en la cara con mi bandeja como medida disuasoria, estaba en el suelo, sangrando como un cerdo por su nariz, probablemente estaría rota. Tenía las manos sobre mi cabeza, había dado un paso atrás mansamente, pero mi mirada le seguía reteniendo contra el suelo. Tanto él como yo sabíamos que esto no iba a quedar así, él iba a pagar por lo que había hecho, y no habría testigos. Hay maneras de hacerlo, y yo las conocía todas. Como he dicho más de una vez, hacer algo malo no es lo que te crea problemas, es el que te pillen.
Recibí el envite de McConaughey que me envió contra el mostrador del dispensador de la comida, con su porra clavándose en mis costillas. Saldría moratón, lo sabía, pero no me quejé, no le di esa satisfacción a él, ni mostré esa debilidad que el resto de presos esperaba encontrar. Los dioses dejan de serlo cuando caen de su pedestal, cuando muestran que son vulnerables. Yo no lo era, podría sangrar, podían romperme, pero no conseguirían que mostrara debilidad. El dolor solo te domina si tú le dejas, yo he aprendido a convivir con él, con todos los tipos de dolor.
—A la celda de castigo. —sonreí al escuchar eso. McConaughey pensaba que me estaba castigando, pero se equivocaba, la soledad no me asusta, es una gran compañera.
Mientras me ataban las manos a la espalda y me sacaban de allí, vi como otro de los guardias recogía el arma casera y me lanzaba una mirada de reconocimiento. Sabía lo que había ocurrido allí, vi el temor en sus ojos, él, al igual que los presos que se apartaron para dejarnos paso, eran conscientes de que yo era un animal que era mejor no cabrear, porque seguramente saldrías muy mal parado.
—Está muerto. —Escuche a alguien susurrar a mi espalda. Pero sabía que no era de mí de quién hablaban, sino del idiota al que estaban ayudando de mala manera a ponerse en pie. Él iría al mismo lugar que yo, a su suite particular, aunque haría antes una parada por la enfermería.
Mientras me metían en aquella minúscula jaula sin ventana, pensé en que debía averiguar quién estaba detrás de todo esto. No había provocado a nadie últimamente, no había tenido que ponerlo en su lugar. Sin una causa, no podía haber efecto, así que el origen de esta agresión no debía de ser algo que se habría cocido aquí dentro, sino en el exterior. ¿Pero cómo decirle a Chandra que necesitaba rastrear las comunicaciones de un preso en particular sin que ella no descubriese lo que había ocurrido hoy? No quería preocuparla. Quizás había llegado el momento de restablecer el contacto con la familia, empezando por el tío Viktor.
Normalmente pasaba dos o tres días en la celda de castigo si me metía en algún problema, así que escuchar el cerrojo abrirse apenas 5 horas después me extrañó, aunque no alteré la serie de flexiones que estaba haciendo en ese momento. No sería la primera vez que uno de los guardias quería “pasarse a charlar” un ratito. Alguna amenaza, un par de golpes, muy poco de ambas cosas…
—Se acabaron las vacaciones. —El rostro tenso de McConaughey me dio la bienvenida.
Me puse en pie con agilidad y esperé a que me atara las muñecas antes de salir de allí. Sabía que le quemaba el que físicamente no mostrase signos de dolor por sus “caricias”. Podía haberle preguntado en tono de broma qué demonios hacía él todavía allí, pero no era la primera vez que un guardia doblaba turno, y tampoco me interesaba saber si era porque no había suficiente personal o si era porque necesitaba más dinero. Un momento, eso sí que podía ser interesante saberlo, aunque seguramente a mí no me lo diría.
—Tu abogado ha venido a verte. —Esa información sí que me hizo alzar una ceja hacia él. Desde que había empezado a trabajar en mi propia defensa había sido yo mi propio abogado, más que nada porque tenía el título, aunque tenía una fuerte sospecha de quién podía ser…
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