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    Soy Agua

    Capítulo 35 SA

    10/11/2019

    —¿De verdad que quieres irte ya? – abracé a mamá o más bien dejé que ella me abrazase a mi como necesitaba.

    —Sí, mamá. Ya he perdido suficientes clases. Quiero hablar con algunos profesores para que me hagan algunos exámenes que perdí, para ver si salvo el curso. No quiero que todo esto me haga tirar por la borda un año de duro trabajo. – era verdad, pero también la mejor excusa que había podido encontrar para alejarme de ellos.

    —Han sido solo dos días, Viky. No has podido recuperarte. – protestó ella.

    —Lo mejor es que vuelva a la normalidad, mamá. Además, perder el curso, sería como dejarles que me vencieran. – ella asintió y después dejó que mi cuerpo se alejara del suyo.

    —Cuida de ella, Isabel. – mi madre abrazó a mi prima, mientras papá y el resto de la familia tomaba su turno para darme el último beso antes de irme.

    —Lo haré, tía. – papá subió la maleta de Isabel al tren y yo la seguí a ella. No sé cuántas veces hemos visto esas escenas en las películas, en que el protagonista se despide de sus seres queridos a través de la ventanilla del tren, dejándolos de pie en el andén, moviendo su mano de lado a lado. Me dolía irme tan pronto, pero debía hacerlo, por su bien, por el mío.

    —Podías haberte quedado un par de días más. – Isabel tomó asiento a mi lado.

    —Entonces me habría costado más irme de allí. – ella asintió hacia mí, sabía que esa era una gran posibilidad.

    —Me asusté muchísimo. – sus manos tomaron las mías. En este tiempo, nunca habíamos estado a solas ella y yo, no había tenido una posibilidad para abrir su corazón como hasta ese momento.

    —Puedo imaginarlo. –

    —Creí…creí que no volvería a verte más. –  sus lágrimas salieron imparables, para derramarse como dos pequeñas cataratas. Y la abracé, como sentía que necesitaba, como yo misma lo hacía.

    —Ahora estoy aquí, y estoy bien. – tardamos varios minutos en separarnos, hasta que ella se sintió con fuerzas para apartarse de mí.

    —¿Y ahora qué vas a hacer? –

    —Mis planes son a corto plazo, Isabel. He aprendido que todo puede cambiar, y cuanto más lejos pongas la vista, más fácil es que no lleguemos allí. – su mano se frotó sobre su emborronado ojo, convirtiéndola en un pirata con un parche en el párpado. Saqué un pañuelo de papel de mi bolsillo, y con cuidado intenté limpiarla. Ella comprendió lo que trataba de hacer, y me sonrió divertida.

    —Debo haber hecho un estropicio con mi maquillaje. –

    —Nada que no pueda arreglarse. –

    2 horas y media de viaje, y estaríamos de nuevo en Santander. Así que ambas nos pusimos cómodas. Después de la primera hora de charla, Isabel empezó a recibir mensajes en su teléfono, preguntando por su vuelta, bueno, nuestra vuelta, y se puso a contestarles. Yo me relajé sobre el asiento, y dejé que mis ojos se cerraran. Quería saber sobre Evan, sobre los chicos, y sin darme cuenta, pude ver sus auras. Podía percibirlas. Evan, su brillante e intenso azul, sentado al fondo de aquel mismo vagon. Había otras dos auras brillantes y blancas, que no tuve que esforzarme por reconocer como las de Arión y Angell. Podían parecer tan iguales…pero yo era capaz de notar las diferencias… no sé cómo explicarlo. Ellos vibraban diferente. Y sonreí. Me sentía arropada, a salvo, en familia. ¿Extraño, verdad? Había dejado a mi familia biológica atrás, y no había tenido la misma sensación. Quizás porque a ellos los quería, me había criado junto a ellos, pero a Evan y los chicos…había escogido amarlos.

    A cada paso que me llevaba de nuevo a mi antigua vida, podía percibir la cercanía de mis chicos a mi alrededor. Imagínense en una habitación a oscuras. Cada uno de ellos era una pequeña llama que irradiaba su luz, y aunque no estuviesen frente a mí, podía notar su presencia allí donde estuviesen.

    Pude sentirlos en el tren, pude sentirlos de camino a nuestro apartamento, y pude sentirlos cuando su luz se detuvo junto a otras dos plantas más abajo de la nuestra.

    Aquella noche, cuando me puse mi pijama favorito, cuando dejé que Isabel se acostara a mi lado en mi cama, sentí que todo estaba encaminándose hacia donde tenía que ir. Terminaría mi carrera, cerraría esta etapa de mi vida que había sido rota, y después empezaría una nueva, una que me llevaría lejos, pero que sería mucho más intensa de lo que nunca antes había imaginado.

    Cuando me desperté aquella mañana, lo primero en que pensé al abrir los ojos, era en dónde estaría Evan. Y como si lo hubiese convocado, su imagen se materializó frente a mi como una especie de sombra blanca, no sé cómo explicarlo mejor. Era… ¿han visto alguna vez su reflejo sobre una superficie de agua? Parece deformarse cuando esta ondula, y devuelve una imagen de ti mismo como fragmentada, y como si hubiese perdido calidad, o definición. Nada que ver con un espejo. Pues así era como yo estaba viendo a Evan, solo que no en una superficie horizontal, sino en una vertical, y lo que estaba viendo, era a Evan duchándose.

    Por un momento aparté la vista, sintiéndome avergonzada por haber irrumpido así en su privacidad, pero luego me di cuenta de que él no sabía que yo estaba allí, mirando… y me sentí traviesa. ¿Por qué no podía mirar un poquito? Y lo hice. Me recreé la vista admirando el cuerpo mojado de Evan. Como imaginé la primera vez que lo vi, él era un espécimen fuerte, de constitución atlética. Con bíceps y espaldas acostumbradas al trabajo, supongo que propias de alguien acostumbrado a ejercitar y pelear con una pesada espada. Sus piernas también eran fuertes, apropiadas para sostener un cuerpo protegido con una pesada cota de malla, y además soportar ese peso durante una batalla. ¿El agua que lo mantenía joven también había mantenido su forma física?, no sabría decirlo, porque todos mis chicos tenían una complexión similar, de luchadores, de guerreros. Sus manos eran grandes, fuertes, y restregaban el jabón por su cuerpo con metódica eficiencia. Él no se deleitaba con la sensación del agua caliente resbalando por su cuerpo. No, él solo realizaba una tarea, asearse, y lo hacía de manera rápida.

    Instintivamente, mis dedos se alzaron en un inútil intento por alcanzarlo, por sentir el tibio tacto de su piel.

    —Evan. – suspiré su nombre, no muy alto, porque no quería despertar a Isabel cuya espalda estaba pegada a mi costado. Pero la que se sobresaltó fui yo. Como si hubiese escuchado mi llamada, la cabeza de Evan se levantó sorprendida. ¿Me había escuchado?, ¿sabía que yo estaba mirando? Intenté sacar su imagen de mi cabeza, romper aquel contacto, y lo conseguí, pero antes de perderlo, pude ver una pequeña sonrisa en su cara. ¿Qué había hecho?

    Me levanté de la cama, y me dirigí al baño a hacer mis cosas “matutinas”, la llamada de la naturaleza, ya saben. Y mientras me centraba en ello, traté de evitar pensar en Evan, en cualquier otro de los chicos, en cualquier otra persona. Porque si lo había alcanzado a él, también podría alcanzar a otros.

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    3 Comments
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    3 Comments

  • Reply Yesenia 11/11/2019 at 4:25 PM

    te cacho mirando

  • Reply Susana 11/11/2019 at 10:14 PM

    🤭🤭😛👀🤣🤣

  • Reply Gaby 15/11/2019 at 5:49 PM

    😊😊😉😉👌

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Bienvenid@s a mi blog. Lo primero de todo, agradecerles su apoyo y fidelidad, pues es gracias a ellos, que he dado este salto: crear este punto de encuentro entre lectores y autor, donde podrán encontrar mi trabajo antes que en otras plataformas de lectura libre online. Si han llegado hasta aquí es porque ya me conocen, o han leído parte de mi trabajo. Para quienes me acaban de descubrir, solo decirles que soy una escritora de novela romántica, y que, en este espacio, al igual que ocurre en wattpad, podrán encontrar la mayoría de mis obras para poder leerlas libremente. Eso sí, les pediría que no plagien mi obra, ya que para mí supone un gran esfuerzo crear todo este material, y mucho más el ponerlo a su disposición. Además, que parte de ella, está protegida por los derechos de autor, ya que está inscrita en el registro de la propiedad intelectual. El objetivo de este blog es hacerles llegar, aunque de forma algo tosca, las historias que se acumulan en mi cabeza. Por eso espero que disculpen el que el material no esté pulido como sería propio de una gran escritora que presenta su obra al público. Pero no dispongo de nadie, como ocurre con otros autores, que se encargue de revisar, corregir y pulir mis escritos. Solo soy una sencilla persona con medios limitados, que intenta llegar a todas aquellas personas que desean disfrutar con las locas historias que pueblan esta cabeza inquieta. Si desean tener algunas de mis obras en formato físico, pueden hacerlo. Consulten en el enlace que encontrarán en la columna de la derecha. Sin más, espero que disfruten de mis escritos, que rían, lloren, se enfaden… pero, sobre todo, que terminen cada historia con una sonrisa en su cara, y con esa sensación de que, por un rato, se han evadido de la realidad para permitirse soñar conmigo. Sigan a mi lado, y les daré algo dulce, salado o picante, pero no demasiado, porque quiero que vuelvan siempre a por más.
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