Owen
¿Han tratado de retener algo en la cabeza cuando están distraídos? Por mucho que repasara una y otra vez el temario de mi examen, la vista regresaba hacia el dispositivo que tenía que avisarme de que Jordan estaba usando su teléfono. Y no solo eso, esperaba que papá estuviese controlando todo lo que ocurría con Ernest y su reunión clandestina. Piratear su teléfono para convertirlo en un mecanismo de escucha, era una ventaja que papá no desaprovecharía, tendría la oreja pegada en todo momento. Casi que imaginaba a Ernest vaciando la vejiga en los baños del aeropuerto, mientras mi padre escuchaba al otro lado el chorrito golpeando contra la porcelana.
Decidí tomarme un respiro. Si no podía encontrar la motivación para concentrarme, lo mejor era hacer una pausa y despejarme. Quizás más tarde podría intentarlo de nuevo. Mi primer pensamiento fue llamar a Adrik, con todo el asunto de su primo Grigor aún en pie de guerra, no había querido molestarle demasiado.
—¿Cómo lo llevas? —Fue su manera de saludarme.
—Debería ser yo el que hiciese esa pregunta. —Escuché como soltaba el aire pesadamente.
—No quiero aburrirte con detalles que ya imaginas, solo… no está siendo fácil para la familia, para ninguno de nosotros. —Que metieran en prisión a un chico de 17 años era un drama para cualquiera, pero si además era un Vasiliev… El asunto empeoraba considerablemente. La mafia tiene enemigos en todas partes.
—¿Qué tal lo lleva Luka? —El hermano de Grigor ya arrastraba su propio calvario por una culpa que no era capaz de quitarse de encima, que su hermano fuese encarcelado siendo tan joven, era otro golpe más que le costaría sobrellevar.
—Al menos el asunto de Grigor le ha hecho aparcar todo lo demás. No puedo decir que todo haya sido malo. —Ese era Adrik buscando la parte positiva de las cosas.
—Algo es algo.
—¿Qué tal llevas lo de Steinbeck? —Adrik cambió de tema con rapidez, ahorrándome a mí el tener que hacerlo.
—No como me gustaría, estoy algo distraído. —Así descartaba la opción de que el material de estudio que me había enviado no era bueno, porque lo era.
—Nadie como tu para buscarte algún lío. Si necesitas ayuda…—Con la que ellos tenían encima no podía aceptar la suya.
—Tranquilo, mi padre se está encargando de todo.
—Entonces parece importante. —dedujo.
—Nada que no podamos solucionar, ya nos conoces. —Escuché una pequeña carcajada al otro lado de la línea.
—Sí, no conozco a tu padre tan bien como a ti, pero alguien me dijo que se parece mucho al mío, así que me hago una idea. —Si mi padre era un controlador minucioso, el suyo lo era más.
—Nos vemos en Berkeley. —No quería alargar más aquella charla. Ya nos pondríamos al corriente de todo personalmente en unos días.
—Estudia. —Su voz sonó como la de un padre preocupado.
—Tranquilo, no creo que pierda oportunidades de trabajo porque mis notas sean bajas. —No lo habían sido durante el curso, pero no me importaba sacar un aprobado rapado en este examen. La nota media no sería tan alta, pero serviría. Tendría que aguantar su vacile el resto de mi vida, pero podría vivir con ello.
Regresé a mis apuntes, dispuesto a darles una nueva oportunidad, pero el parpadeo que encontré en el dispositivo de escucha me hizo cambiar de idea. Jordan estaba hablando con Ernest.
Jordan
Cuando Biban abandonó la casa con tanta prisa ya sabía que el asunto no se iba a quedar así. Lo primero sería llamar a sus inseparables amigos del alma para contárselo, o publicarlo en sus redes sociales. Aunque, si estaba tan enfada, seguramente recurriría a su padre para que la defendiese de tal vejación. Casi podía oírla llamando a su papi con esos pucheros infantiles y sus lágrimas de cocodrilo. ¿Importarme? Me había librado de ella, creo que todo iba por el buen camino.
Apenas estaba recogiendo mis cosas de la habitación, cuando el teléfono empezó a vibrar en mi bolsillo. No había tardado mucho, pensé, pero no era el padre de Bibian el que me llamaba, sino el tío Ernest. Tomé aire antes de contestar.
—Hola, Ernest. —Ya no podía llamarle tío, esa palabra solo le pertenecía a la persona que pensé que era, no a la que en realidad es. La familia se ayuda, pero no se utiliza como él había hecho con nosotros.
—Llevo esperando tu llamada todo el día, muchacho. —Muchacho. Eso es lo que soy para él, un muchacho manipulable que utilizar a su antojo.
—No iba a llamarte. —confesé.
—¿No has conseguido más información?
—No. —dije tajante. Lo había hecho, pero no iba a compartirla con él, ya no.
—Vaya, entonces la chica no era tan buen contacto como suponías. —Me morí los dientes para no decirle que la chicha era muchas cosas, todas buenas, y que no merecía que yo jugase con ella para conseguir algo que no era honrado utilizar en su contra. —O quizás el que ha fracasado has sido tú. —Ahí estaba, su auténtico ser había aparecido.
—Seguramente. —Prefería que me llamase fracasado a traicionar la confianza de Paula. Aunque no volviese a verla en mi vida, ella merecía más respeto que ese gusano rastrero que decía preocuparse por la familia. Estaba claro que el puesto de hermano de mi padre le quedaba grande.
—¿Qué tratas de decirme, muchacho? Sé que eres inteligente y tenaz, esa chica no puede ser rival para ti. Y da igual que sea abogada, no es más que una de esas empollonas que entierran la nariz en contratos y textos legales. Tú tienes mucho carisma, muchacho, y sabes utilizarlo. Esa chica tendría que estar coladita por tus huesos en este momento. —Y esa era la razón por la que me había metido en esto, lo sabía.
—Tus informes se equivocan, es una mujer lista y muy profesional. Ha sido imposible conseguir cualquier información de sus clientes.
—¡Maldita sea, muchacho! Sedúcela, acuéstate con ella si hace falta, pero dame algo. —No solo la idea era ruin, sino que me pidiese hacerlo era aún peor.
—Tengo novia, no voy a…—No me dejó terminar la frase.
—Ella no se va a enterar.
—Es la hija de tu socio.
—El mismo Frank estaría de acuerdo con eso si consigues la información. Es solo un polvo, nada más.
—No soy de ese tipo de personas, Ernest. —Yo no era como él.
—Piensa en High Cuality Enginiering, muchacho. ¿No quieres estar al mando de la empresa de tu padre? Sabes que te sentaré en el sillón del director si haces bien tu trabajo. —Para él no era mas que un prostituto, vendía mi moral a cambio de dinero.
—No lo quiero a este precio, Ernest.
—Te lo diré de otra manera, si no me das algo antes de mañana a medio día, ya puedes ir despidiéndote de ese puesto. Incluso puede que considere el ponerte de patitas en la calle, y los dos sabemos que no puedes permitirte eso. ¿Qué dirá tu madre si pierdes el trabajo? ¿Qué le ocurrirá si no tiene alguien que la cuide en el futuro? ¿Y tu hermana? ¿Quién pagará sus estudios? —Él no lo sabía, pero ellas misma me habían liberado de esa carga.
—Haz lo que tengas que hacer. Yo seguiré cuidando de mi familia, buscaré la manera. —Sabía que había tocado el botón equivocado, o quizás fuese el correcto, el que hizo que Ernest perdiera el control del todo.
—No será en esta ciudad, muchacho. Te pondré en la lista negra del gremio. Ningún estudio de arquitectura te contratará, no podrás conseguir un trabajo decente con el que mantenerte a ti ni a tu familia. —Sabía que era capaz de eso, pero no contaba con algo.
—Hay muchos trabajos decentes que puedo realizar en esta ciudad, y si no, siempre puedo irme a otro sitio. Mi padre levantó una empresa de la nada, yo no te necesito para hacer lo mismo, si es que fuese lo que quiero.
—Estás cavando tu tumba, y la de tu familia.
—Te equivocas, los estoy salvando de ti. Así que aléjate de mí y de ellas, porque ya no tengo nada que perder, y puedo llamar a algunas puertas para contar los métodos de los que te sirves. Puede que alguno de tus oponentes les interese lo que puedo contarles.
—No te atreverás.
—No me provoques, y no tendrás que descubrirlo. —Él podía amenazarme, pero si se metía con mi madre y mi hermana, ya podía ponerse a temblar, porque le atacaría con todo lo que pudiese conseguir. Si fuese honrado no tendría nada que temer, pero como no lo era…
—Esto vas a pagarlo. Nadie me amenaza y sale indemne. —Y colgó la llamada. Debería estar temblando por que sabía que era capaz de muchas cosas, pero no lo hice. Solo sentí que ahora era libre.
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