Tasha
Sentí el tirón desde mi muñeca, una mano fuerte que me hizo girar sobre mi misma, hasta quedar frente a … él.
—¿Dónde crees que vas? – mis ojos se apartaron de su intensa mirada gris, para encontrarse con la figura de Nika, observándonos.
—A dejaros espacio. – Drake se giró para enfrentar la mirada de Nika, pero no le importó que ella estuviese allí. Sus ojos se entrecerraron para mí.
—Espacio, ¿para qué? – ¿de verdad me iba a obligar a decirlo?
—Para que estéis a solas. – Drake soltó el aire, dio un paso más hacia mí, lo justo para que desapareciera el poco espacio que nos separaba. Sentí su mano en mi cadera, sus ojos sobre los míos…
—No he venido hasta aquí para estar con ella, si no contigo. – espera ¡¿Qué?! Sus dedos se deslizaron entre mi pelo, para acabar acomodando mi cabeza en su palma, su pulgar acariciando mi mejilla….
—Yo creí…que Nika y tú… – su cara se acercó tanto a la mía, que podía sentir las cosquillas que su respiración provocaba sobre mi piel.
—Siempre has sido tú, Tasha. Sólo tú. – su boca tocó la mía, sus labios saborearon los míos, incitándolos a seguir aquel ritmo infernal que él había establecido. Y respondí, vaya si respondí… él sabía a pecado, a paraíso, a prohibido y a premio. Su presencia eclipsaba todo a mi alrededor, dejando las luces fuera, para que nos envolvieran como una cálida manta, aislándonos del resto del mundo. Casi no podía escuchar a Ed Sheeran cantando Kiss me, porque los latidos de mi corazón retumbaban con más fuerza.
Romper ese momento, finalizar aquel pequeño viaje al cielo, fue como sentir que caía desde una nube para aterrizar en el duro suelo, con un fuerte golpe. Pero no dolió, porque sus brazos me sostenían, él estaba allí, sosteniéndome. Noté como sus pies se movían, llevándonos al ritmo de otra canción dulce ¿tanto tiempo había pasado? Ed Sheeran se había convertido en Christina Perri, y yo no lo había notado. A Thousand Years nos mecía, mientras Drake me guiaba entre la gente. Incliné la cabeza, para encontrar la figura de Nika observándonos desde la penumbra. La vi sonriendo, y entonces supe, que ellos nunca habían tenido lo que yo suponía. Todo este tiempo había estado equivocada, todo este tiempo él… “siempre has sido tú”
Drake
Había sido un estúpido. Mis acciones la habían confundido tanto, que llegó a pensar que mi corazón le pertenecía a otra, a Nika. Sí, a Nika la quiero, pero de otra forma, porque ella es más que mi prima, es mi mejor amiga. Y los dos teníamos una historia que venía de lejos, desde aquel día que casi se desmaya frente a mí, el día que descubrí la prisión en la que la encerraba su enfermedad. Me asusté, porque no sabía lo que le ocurría, y porque yo no podía hacer nada para ayudarla. Pero me juré que eso no volvería a ser así.
Llevábamos un par de años trabajando en una solución para que ella pudiese llevar una vida lo más normal posible, yo aportaba ideas y ella las ponía en práctica. Pero era un trabajo lento, pero poco a poco veía cómo íbamos avanzando. A veces con algún traspiés, pero avanzábamos. Algún día… ella podría ser como cualquier otra chica de su edad. Quizás por eso conectamos tan bien, porque los hemos pasado por algo que nos ha hecho crecer. Dejamos de ser unos niños demasiado pronto.
Pero tenía que haberme dado cuenta de lo que estaba pasando. Soy una persona inteligente, muy inteligente, y, aun así, me había dado cuenta de que cometía errores, como todos los demás. Pero este error, casi me hace perderla. Volví a acariciar la suave piel de su mejilla con mi pulgar, para grabar en mis recuerdos como se sentía. Su tacto, su sabor…sus ojos tan de cerca… ella era la que estaba en mis sueños, y ahora, estaría en mis recuerdos. Porque lo que su mirada me pedía, tampoco podía dárselo, no todavía. Pero si podía darle ese momento, esa noche. El día del baile, aunque fuese un cliché, ella tendría su baile mágico.
No sé cuánto tiempo estuvimos bailando, siendo observados por todos, sin que nadie se atreviese a interrumpirnos, pero siendo el centro de todas las miradas y conversaciones. Pero la magia debía romperse en algún momento, nuestro pequeño capullo de felicidad debía desintegrarse, para que yo pudiese intentar arreglar el daño que mi falta de acción provocó. Tomé la mano de Tasha, y la saqué fuera de la pista de baile. Calculé la trayectoria de nuestro camino, para que coincidiera con el lugar donde estaba mi objetivo. Cuando Tasha se dio cuenta de por dónde íbamos a pasar, intentó corregir la trayectoria, pero la miré con seguridad, para que supiera que todo estaba bien. El cretino estaba rodeado de gente, amigos, aduladores, curiosos, carroñeros… y ninguno se alejó, en espera de lo que todos sospechaban que iba a ocurrir. ¿qué esperaban? Ella era mi chica, y no iba a permitir que nadie la lastimara, sin pagar un precio por ello. E iba a dejárselo bien claro.
—Preston Andreson. – llamé su atención, provocando que todas las miradas se posaran sobre mí. El tipo me miró con atención, y puede que sus ojos se desviaran hacia Tasha al tiempo que tragaba saliva. Sabía el porqué de ese acto reflejo e inconsciente, y mucho más. No esperé su respuesta, porque no le había hecho ninguna pregunta, solo quería que viera la cara de su verdugo. – Voy a destrozarte. – sentí el apretón en la mano de Tasha, advirtiéndome de que eso no podía, no debía hacerlo. Y no, los golpes no iban a llegar por donde el cretino y todas las hienas esperaban, pero iban a doler y mucho. Pero no esa noche, dejé que Tasha me arrastrara hacia la salida de la sala de fiestas, porque teníamos mucho de qué hablar, pero no había acabado con él.
Conocía todo de Preston, sus aspiraciones, sus sueños, sus proyectos… es lo que tiene internet, es lo que tiene esta era tecnológica, en la que no puedes ocultar tus secretos de quien sabe rebuscar entre tu basura digital. Y mi primer paso ya había sido dado. Ninguna universidad de este país lo aceptaría, porque ninguna de sus solicitudes llegaría a su destino. Las oficinas que podría pisar, serían las que limpiara por las noches, los coches de lujo que conduciría, sería los de otras personas, que le dejarían las llaves para que lo aparcara. Los bancos le denegarían créditos, porque estaría permanentemente en la lista de morosos. Pequeñas cosas, que harían su vida miserable, lejos del brillo que siempre había perseguido.
Salir con una Vasiliev, no era más que su plan maestro para alcanzar lo que quería. Pero una noche de borrachera, había acabado con ello. Su ego le hizo pedir más de lo que Tasha estaba dispuesta a dar en ese momento, y la arrogancia adolescente hizo el resto. Lo único bueno de Preston, era que era un niñato sin el suficiente control de sí mismo, como para ser un manipulador y chantajista aceptable.
—¿Por qué ahora? – se atrevió a preguntar Tasha mientras caminábamos por el recinto del colegio.
—Porque me necesitabas. – para mí era así de simple.
—¿Te lo dijo Nika? – quiso saber. No podía decirle que lo supe en el mismo momento que sopesé las consecuencias de aquella maldita grabación, y tampoco pensaba confesarle que era yo el que necesitaba redimirme por mis errores.
—Ella se preocupa por ti. – y no mentía. Estuve hablando un par de veces con Nika, preguntando por Tasha, sin desvelar el motivo de mi preocupación. No hay peor cosa, que revelar a otra persona que eres un acosador cibernético, vigilando cada palabra, cada imagen, cada dato, que circula en todas las redes, que está relacionada con ellas. Protejo a mis chicas, a mi familia, o al menos creía estar haciéndolo hasta el momento.
—Necesito decirte algo. – tampoco es que tuviese mucha alternativa, ella debía saber lo que sentía, pero eso no podía alterar mi plan, porque eso no sería bueno para mí, para nosotros.
—¿El qué? – pregunto curiosa.
—No quiero que esto sea algo pasajero, contigo no podría serlo. Pero yo voy a estar lejos de ti una larga temporada, y quiero pedirte… –
—¿El qué? – tomé sus manos entre las mías. Esto era difícil de decir, más de comprender, pero tenía que entender que no podía ser de otra manera.
—Que me esperes…-
—¿Qué? –
—Sé que es egoísta por mi parte pedirte esto, pero, ahora que he dado el paso, no hay vuelta atrás. –
—Creo no haber entendido bien. ¿Me estás pidiendo que te guarde…. cómo sea que se llame a esto? –
—Quiero que mantengas vivo esto, que guardes mi ausencia, que no haya otros en tu vida, porque ese puesto es mío. Y aunque no pueda ocuparlo ahora, quiero hacerlo en un futuro. –
—¿Quieres que te reserve la plaza o algo así? – notaba como la irritación crecía en ella.
—Quiero que me prometas, seré el único en tu corazón, como tú lo serás en el mío. –
Seguir leyendo