Goji
Estaba aclarando el jabón de uno de los faros del SUV cuando escuché que alguien pisaba la gravilla detrás de mí. Por inercia me giré rápido y moví mi mano hacia el tobillo izquierdo, el lugar donde, salvo raras excepciones, siempre llevaba mi pistola de refuerzo. Aunque no tuve que sacarla de su escondite, porque la persona que se acercaba a mí no era una amenaza.
—Voy a matarte. —Aunque sus palabras sí lo fueran.
—Tienes mala cara, jefe. —Drake se acercó a mí intentando no levantar la cabeza para que el sol no fuse directo a sus ojos. Si las gafas de sol que llevaba no eran suficiente, es que él se pasó con el vodka la noche anterior, mucho más de lo que había pensado. Drake tiene cierto aguante con esas cosas.
—Tengo cara de necesitar estar en mi cama, durmiendo la resaca. —Eso no se lo creía ni él.
—¿A estas horas? —Drake arrugó la nariz, creo que fue un sustituto a poner los ojos en blanco.
—Sí, bueno. Un día es un día. —Mojé de nuevo la esponja y enjaboné uno de los neumáticos.
—¿Y por qué no lo estás haciendo? —Pude ver sus deportivas cerca del cubo.
—Porque algún capullo se ha puesto a lavar el coche en la parte de atrás de mi negocio, haciendo saltar las alarmas de proximidad. He mirado las cámaras, te he visto, te he llamado para preguntarte qué mierda estás haciendo aquí en tu día libre, y no he podido hacerlo porque tienes el teléfono apagado. —Cogí el cubo y lo llevé hasta el siguiente neumático.
—Si me has visto en las cámaras de vigilancia no tenías porqué venir hasta aquí. No voy a robarte la maquinaria de ahí adentro, y lo sabes. —Estaba a punto de ir por la manguera para aclarar las gomas, cuando vi que Drake ya la tenía en su mano, así que me aparté para dejar que le diera un buen repaso al jabón.
—Ya.
—Y si realmente tenías necesidad de comunicarte conmigo, siempre podrías haber usado la línea privada. —Señalé con la cabeza al coche. SET era un puñetero ordenador con ruedas. ¿Una llamada de teléfono? Podía estar escaneándome el culo mientras hablábamos.
—Tenías el teléfono apagado, Goji.
—¿Eso será porque es mi día libre y estoy lavando el coche? —Pero Drake es de los que no se rinde.
—Tú nunca apagas el teléfono, Goji, aunque estés en un lugar oscuro dándole un repaso a alguna tía buena que se te ha puesta a tiro… —Lo vi, ese momento en que su cabeza llegó por si sola al punto que temía. —¿Es eso?
—¿El qué? —Disimular era mi única opción, pero con Drake… El cabrón no sé como lo hace, pero acaba llegando a unir todas las pistas de una forma que el resto no ve.
—Te estás escondiendo aquí de ella ¿verdad? —Cogí el cubo y di la vuelta al coche para lavar las ruedas del otro lado.
—No estoy escondido.
—Entonces estás huyendo. —De Gloria podía, pero de Drake no.
—Solo necesitaba meditar. —confesé. Drake asintió y dirigió el chorro de agua hacia la rueda para limpiar el jabón. Este hombre no podía estarse quieto.
—¿Es algo complicado?
—Más o menos.
—Soy bueno encajando pistas, pero no inventándolas, así que ya estás soltándolo todo. —Empecé por dejar que el aire saliera pesadamente de mis pulmones.
—¿Podemos terminar antes con esto? —Señalé con la esponja la otra rueda, y él me lo concedió encogiéndose de hombros.
—Es tu historia, tú marcas el ritmo.
Terminé de enjabonar la otra rueda, y Drake la aclaró. Podía dejar el coche así, pero si no le pasabas un paño seco, el sol dejaría pequeñas marcas en la carrocería. Así que cogí el paño y empecé a secar. Drake puso los ojos en blanco, pero no dijo nada, solo tomó otro paño y comenzó a secar por el otro lado.
—Nunca te he contado toda la historia de cómo acabé en aquel callejón. —Drake entendió que era mejor que siguiéramos trabajando, porque me sentía más cómodo si no le miraba a la cara. Para mí toda esa historia todavía dolía.
—Pensé que no estabas preparado para hacerlo.
—Y todavía no lo estoy, pero supongo que para poder pasar página tiene que ser así.
—Entonces te escucho. —Las puertas que había mantenido cerradas en mis recuerdos empezaron a abrirse.
—Te conté que trabajaba como guardaespaldas de la hija de un magnate chino, que entre ella y yo surgió algo, o al menos eso pensé. Preparé un plan de huida para que no tuviese que afrontar un matrimonio concertado, pero falló.
—Por eso aquellos tipos que te acorralaron en el callejón querían hacer unos wonton contigo. —Eso lo decía porque había muchos cuchillos y muy grandes en aquel callejón. Olvídense de las pistolas, los chinos disfrutan más con cuchillos, sobre todo cuando hacen del asunto algo personal. Casi todos eran, o mejor dicho habían sido, compañeros de trabajo. Para ellos era una traición, porque había atentado contra el honor del jefe.
—Se llamaba Maylin, y estuve trabajando como su guardaespaldas durante dos años.
—Un puesto de responsabilidad. —Si él supiera…
—Digamos que el jefe tardó mucho en confiar en mí, y cuando lo hizo, se encargó de tenerme lejos de sus negocios pero siempre a la vista. —Pude atisbar en su cara ese gesto que ponía cuando algo no le encajaba, que necesitaba algunas respuestas, pero no quiso hacer las preguntas. Mejor, esa era una parte de la historia que no era importante en este momento y que tampoco él tenía que saber dado el caso.
—Lejos pero cerca, lo pillo. —Por eso Drake era mejor jefe que Fao, porque no se metía en mi vida, y porque pagaba mejor y confiaba más. Fao exigía que estuviese dispuesto a matar por él, algo que nunca consiguió. Con Drake… dejaría que me cortasen un brazo, él se lo había ganado.
—El caso es que yo estuve dispuesto a sacrificarlo todo por Maylin, de hecho lo hice, pero ella prefirió no hacerlo, no sé si por miedo, por coacción o por cumplir como buena hija. No solo me dejó tirado en el último momento, sino que envió a los perros detrás de mí.
—Se lo confesó a su padre.
—Por eso aquellos hombres intentaron matarme en aquel callejón, o puede que solo quisieran cortarme algunos cachitos y después encerrar lo que quedase en una jaula para que pagara por mi osadía, quién sabe. —Mi circunstancia especial hacía que les sirviera más vivo que muerto, pero supongo que una traición como aquella cambiara radicalmente los planes que tenían para mí.
—Así que tienes miedo de confiar en una mujer por lo que te hizo ella. —Podía sonar cobarde.
—No quiero perderlo todo otra vez, Drake. Me gusta dónde y cómo estoy ahora. —Él asintió como si entendiera.
—Así que es alguien del trabajo, y por lo que dices estáis los dos implicados, no es solo por tu parte. —¡Joder!, ¿no he dicho que este hombre era capaz de sacar zumo de una piedra?
—Yo no he dicho… —Él movió la mano como si le molestase una mosca.
—No se trata no de mi Tasha ni de Nika, porque evidentemente están felizmente emparejadas, así que… —Tenía que pararlo antes de que lo dijera.
—Está soltera y no quiere una relación formal, déjalo ahí. —Aquella respuesta le hizo levantar la cabeza y detener el trabajo de abrillantado por unos segundos, hasta que pareció entender que había una línea que no quería que pasara. Puedes pensarlo, pero no lo digas en voz alta.
—De acuerdo, si prefieres mantenerlo en “secreto” por mí no hay problema.
—Gracias.
—Pero si aceptas un consejo… Si no te tiras a la piscina porque el agua está fría, te perderás toda la diversión. —Seguimos secando mientras pensaba en ello. Y así fue, como después de dejar a SET bien limpio me fui a comprar un bañador, preservativos quiero decir. Porque Gloria era más que una piscina, era todo un parque acuático.
Seguir leyendo