Avalon
Equipos nuevos, material a estrenar, y una meta que alcanzar. Ahora solo tenía que decidir qué método utilizaría para conseguirla, porque como alguien dijo «Todos los caminos llevan a Roma». No es que todas las opciones me llevasen a conseguir lo mismo, pero sí que había más de una manera de conseguir una pieza de material orgánico que colocaría en la que sería la nariz de Hana. Prótesis artificiales que luego se absorben por el organismo, un ratón de laboratorio que crease con la marca genética de Hana para que la pieza que cultivase en su espalda no fuese rechazada, incluso la opción de fabricar la pieza con el material que escupía la impresora de Drake, y después completarlo con células cultivadas a partir de células madre obtenidas del paciente.
Decidir cual camino debía tomar era una decisión difícil, ¿y si no era lo que mejor resultado daba? ¿Y si me equivocaba y tenía que volver a empezar con otro método? Al final sólo encontré una solución que me convenciese, y era ponerlos en práctica todos.
El primer paso, para cualquiera de ellos, era obtener material genético del paciente, y eso sería difícil sin el consentimiento de la madre. ¿Por qué solo de ella? Porque estaba claro que Santi aceptaría cualquier decisión que ella tomase sobre la niña.
Así que la convoqué al laboratorio, y le dije que podía traer a Hana, que no había ningún problema. Con la excusa de que viese los nuevos equipos y se encargase de preparar el pedido del posible material que íbamos a necesitar, ya tenía garantizado el que no sospechase que aquello era una encerrona.
¿Quizás me había precipitado a la hora de tomar la decisión de fabricar una nariz para Hana sin decírselo a sus padres? Seguramente sí, pero ella mejor que nadie entendía que podíamos ayudar a su pequeña. No aprovechar la oportunidad que le estaba dando sería un desperdicio, y sobre todo un retraso en la solución del problema de Hana.
Mientras su madre se desplazaba por el laboratorio, tomando nota de lo que había que pedir, yo tenía a Hana encima de mi mesa, y aunque parecía que estaba jugando con ella mientras su madre estaba ocupada, en realidad estaba recogiendo algunas de sus células para empezar a trabajar con ellas. Sí, el consentimiento estaba bien, pero podía ir realizando el cultivo de células, y después más a delante convencer a su madre de que podía hacer ayudar a su hija.
—No es para que te lo comas. —Saqué el raspador de su boca, con el que había tomado una pequeña muestra de células de la parte interna de su mejilla. No era un procedimiento doloroso, aunque sí un poco molesto. Por fortuna, Hana no lloró, ni siquiera protestó. La pobre debía estar acostumbrada a que la manipulasen sin demasiado cuidado.
—Lo bueno de tener paredes transparentes, es que pude percibir cuando Bianca se acercaba a la habitación en la que yo estaba con Hana. Rápidamente metí el rascador en el contenedor que había preparado en el cajón, y lo cerré disimuladamente.
—Creo que no hace falta mucho, quizás algún limpiador específico, nada más. Hay equipos muy sensibles ahí dentro.
—Espero que llegue pronto, quiero empezar en un par de días. Lo que tardo en revisar toda la documentación y el funcionamiento de todos ellos. —Más de la mitad ya sabía como usarlos, y esperaba que el resto no fuese muy complicado.
—Drake te puso sobre la pista de algo interesante, por lo que parece. —Bianca se sentó en la silla a mi lado, lo que provocó un estiramiento de brazos por parte de Hana. Estaba claro que prefería estar con su mamá. Fue muy tierno ver como la niña pegaba la frente a la de Bianca y cerraba los ojos. Era como si encontrase la paz a su lado.
—Con respecto a eso… Todo esto es por Hana. —Las cejas de Bianca se alzaron sorprendidas.
—¿De verdad?
—Sí. —Le aseguré.
—No hay que ser muy listo para saber a qué te refieres. —Tanto ella como yo miramos el hueco en el rostro de la pequeña.
—Puedo fabricarle una nariz. —Esperé unos largos segundos a que Bianca me dijese algo, pero no lo hizo. Parecía petrificada, hasta que vi una lágrima deslizándose por su mejilla.
—¿Tú le harías…? —Contuvo un hipido.
—Una nariz chiquitita, con su cartílago, su piel…
—¿Y crecerá? —Esa era la gran pregunta, no tener que someter a Hana a más intervenciones para corregir el tamaño de esa prótesis. Tenía que ser una pieza viva, algo que se comportase como la pieza original que le fue arrancada.
—Que crezca con ella, que su cuerpo no la rechace, y que tenga sensibilidad. —Al menos esos eran mis objetivos.
—¿De verdad?
—Espero poder conseguirlo, aunque no sé el tiempo que me llevará. Aunque lo más importante, es que quiero que el post operatorio, y la misma intervención, no sea demasiado traumática para ella. —Todo el mundo sabe, que lo peor de una intervención viene cuando sales del quirófano.
—Gracias —Bianca nos fundió en un único abrazo, teniendo a Hana como el jamón de aquel bocadillo.
—No me las des todavía, primero tengo que conseguirlo.
—El que lo intentes ya es suficiente para mí, para nosotras. —Ambas desviamos la mirada hacia una desubicada Hana. La niña no sabía lo que estaba ocurriendo, y no entendía por qué actuábamos así con ella.
—Bien, entonces empecemos.
—¿Ahora? —Asentí ante su pregunta.
—Necesito unas cuantas células para cultivarlas, así la pieza tendrá su ADN y su cuerpo no la rechazará. No quiero que pase el resto de su vida tomando ciclosporina o algo similar para evitar el rechazo. Quiero que sea una intervención sin secuelas.
—Tú eres la que entiende de estas cosas, sé que harás lo mejor para tu sobrina.
—Mi sobrina. —Repetí en un susurro.
—Si consigues materializar ese milagro, te mereces ostentar el título de tía. —Sonreí como una idiota.
—Cualquier cosa por mi sobrina. Y ahora, vamos a tomar unas cuantas muestras. Necesito sangre y algunas células de distintos tejidos.
—Ella te lo agradecerá enormemente.
—Bien, pues vamos con las muestras. ¿Podrás sujetarla mientras las tomo? Trataré de hacerle el menor daño posible.
Lo primero que te enseñan en tu primer día con un paciente, es que no puedes dudar. Vale, una enfermera tendría más experiencia y más cuidado, pero no quería esperar a contratar a alguien para que lo hiciera. Un médico no suele tomar muestras, pero para alguien como yo que trabaja con ellas, y que es una impaciente, aprender a tomarlas se hizo una necesidad en mí. Según decían en el hospital en el que hice mis prácticas, sacaba sangre casi tan bien como una enfermera. En ese momento lo tomé como un cumplido.
Después de conseguir la sangre y muestras de células de la nariz, solo había una prueba que me quedaba por hacer, y esa era la más importante, al menos según me indicó Drake. Si queríamos hacer una réplica de la pieza que debíamos colocar, teníamos que tener un mapa cartográfico de la superficie en la que había que ajustarlo.
—Le haremos un TAC con el equipo del hospital, para hacerle un mapa tridimensional de la cabeza. Así sabremos lo que hay dentro sin necesidad de realizar una exploración más invasiva. Es imperativo conocer el estado de la lesión, y los tejidos afectados.
—Es demasiado pequeña para estarse quieta. —Bianca tenía razón. El ruido podía asustarla.
—Quizás si le ponemos unos de esos cascos supresores del ruido, y conseguimos que se quede dormida… —Bianca entrecerró los ojos mientras analizaba mi sugerencia.
—La diadema de esos cascos es metálica.
—Entonces se la quitaremos, y pondremos algún otro tipo de sujeción para que no se le caiga.
—¿Y si alguien se lo sujeta? Lo digo para que no se asuste si llegase a despertar.
—No puedes ser tú, estás embarazada. —Todo el mundo sabe que ciertas pruebas radiológicas alteran al feto.
—Podría comentárselo a Santi. Pero yo me quedaré con ella hasta que se quede dormida, y después observaré desde el otro lado. Donde no haya riesgo de irradiación.
—Si por mí fuese, estarías a un kilómetro de distancia. Pero me sirve. Eso sí, te pondré encima el triple de protecciones. —No me lo perdonaría si le ocurriese algo a ese bebé.
—Entonces tenemos el plan montado.
—Sí, lo tenemos. —Convine con ella. Acaricié los lacios cabellos del flequillo de Hana. La tía Avalon iba a conseguirle una nariz nueva. Quizás tendría que decirle a Bianca que Drake también se merecía el título de tío. A fin de cuentas, él estaba tan implicado en este proyecto como yo. Esta niña no había hecho nada más que llegar a nuestra familia, y ya tenía tíos por todas partes. ¡Ah!, y una madrina. No podía olvidar a Dai.
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