Adrik
Con la seguridad que me daba el saber que los cristales del despacho de Alex eran opacos desde el exterior, me permití mirar la calle tratando de encontrar algo en mi cabeza que me diese una pista más.
—¿Estás seguro? —Preguntó Alex a mi lado mientras me ofrecía una taza de café. Era un poco tarde para el desayuno, y demasiado pronto para un estimulante de media mañana, así todo la tomé.
—Es solo una sensación, así que no puedo darte la certeza que me pides. —Él asintió.
—Confío tanto en una sensación tuya como en una pista sólida de cualquier otro. —Eso ponía más presión sobre mi espalda.
—Tengo a TAV investigando sobre él. Si descubro algo, te lo haré saber.
—Le diré a Emil que te de acceso a los currículums que nos han enviado para trabajar en la torre. Quizás ese tipo trató de trabajar aquí antes que allí abajo. —Señaló con la cabeza el edificio del parquin. —Nuestro filtro se relaja un poco a medida que se aleja de los puntos calientes. —Entendía lo que me decía. Es difícil tener la misma confianza en todos tus empleados, de unos te fías más que de otros, así que prefieres tener cerca a aquellos con los que te sientes más seguro, y alejas a aquellos de los que no estas al 100%. Cuanto más grandes son las organizaciones, más gente trabajan en ellas. No puedes conocerlos a todos de forma tan profunda, solo a aquellos con los que trabajas de forma más estrecha.
—Puede que el objetivo no seas tú, sino yo. —Que el tipo me vigilase a mí precisamente podía suponer que espiaba a la familia Vasiliev, y no que le interesase Bowman. —Quizás pensaron que aquí en Chicago soy un objetivo más accesible. —Sobre todo porque tenía unas rutinas más predecibles. Tenía que revisarlas de nuevo para modificarlas.
—Es posible, pero no está de más cubrir todas las opciones. —Solo conocía a una persona más precavida y paranoica que Alex, y ese era mi padre.
—Y hablando de cubrir, ¿ya tienes a tus abogados trabajando con lo de Poe? —La sonrisa de Alex fue suficiente sorpresa.
—Desde que salió la noticia en la prensa. ¿Quién crees que susurró al oído del fiscal que sería una buena idea procesarle? —Dudo que Alex hiciera eso de forma literal, pero sí que deslizase la idea a forma de rumor hasta que el fiscal se viese forzado a tomar medidas.
—Avalon no quiere volver a encontrarse con Poe. —Al menos es lo que yo había deducido de su reticencia a interrumpir sus vacaciones.
—No es una cobarde. —Puntualizó Alex. —Es solo…
—Que no quiere involucrarte en ello. —Puse en palabras lo que estaba pensando.
—Sabe lo que significa el apellido Bowman en esta ciudad, y que su presencia en todo el proceso al final destaparía su auténtica identidad. No solo quiere ser una más, sin un trato diferente al resto, sino que la valoren por sus propios méritos, y que estos no se vean empañados por ser quién es.
—Eso es admirable en ella. —Y ese era otro motivo por el que la amaba, y por el que debía mantenerme a más distancia todavía. ¿Ser la pareja de un Vasiliev? La reputación de mi familia no era precisamente mejor que la de la suya.
—Pero el motivo por el que trata de pasar desapercibida en este asunto, es por no causarme problemas. Y supongo que para no perjudicar al resto de compañeros manipulados por Poe. No quiere ser ella la que ponga en primera plana el apellido Bowman. Por eso utiliza el apellido de su madre. —Aquella información me intrigó.
—¿Qué quieres decir?
—Es una investigadora. Si hace un descubrimiento, si crea una técnica, un nuevo tratamiento… Su apellido se unirá a ello y se popularizará.
—¿Dices como el Parkinson?
—Parkinson, Alzheimer, síndrome de Tourette. Podría seguir así y no acabar nunca. Puede que a alguien que viva en Europa el apellido Bowman no le diga nada, pero aquí en Chicago ya tiene una historia que lo acompaña. Y no lo olvides, hoy en día las noticias, la información, es global. En cuanto publicase un estudio o un artículo en cualquier revista científica, la gente empezaría a tirar del hilo hasta relacionarnos y ensuciar sus logros. Y si eso no fuese suficiente, me acusarían de manipular la industria farmacéutica, o algo parecido.
—Así que no solo se protege ella, sino que te protege a ti.
—A su familia.
—¿Por eso construiste la torre?, ¿Por qué sabías que el apellido Bowman la frenaría en su carrera?
—Tarde o temprano será algo que la salpique, y la reputación es algo que nunca se puede limpiar del todo. Además, no quería que su trabajo se viese coaccionado por algún buitre avaricioso.
—Como ha ocurrido con Poe. —le recordé.
—Bueno, no es exactamente de lo que intentaba protegerla. Pensándolo bien, si hubiese usado su auténtico apellido, esa rata no le habría robado su trabajo. Al final la maldad del mundo la ha alcanzado.
—No puedes protegerla de todo. —Le recordé.
—No me culpes por intentarlo.
—No se me ocurriría. —Él era su padre, la protegería hasta el final de sus días. Lo mismo que haría yo.
El intercomunicador de Alex sonó en aquel instante.
—¿Sí?
—Sus abogados están aquí, señor Bowman. —Anunció la voz de su secretario.
—Que pasen. —Alex me miró al decirlo. Era mi señal para irme. —¿Puedes quedarte? —O no.
—Claro. —Ser mi propio jefe me permitía organizar mi trabajo de la manera que mejor me convenía.
—Buenos días. —Saludaron Paula y Fran.
—¿Qué dice el fiscal? —Como siempre, Alex iba directo al grano. Seguramente ya habían tenido una reunión con la fiscalía y tenían información nueva que compartir.
—Le sorprendió un poco que contactásemos con ellos. —dijo Fran.
—Yo creo que más bien fue el que lo hiciésemos tan pronto. Parecían un poco perdidos con la documentación que habían conseguido. —Añadió Paula.
—Tendrían poco más que el artículo de prensa. El que nos presentemos en representación de una de las víctimas es lo que les ha desconcertado. —Aclaró su socio.
—¿Habéis sido los únicos en solicitar trabajar con ellos como parte de la acusación? —preguntó Alex.
—Si les pareció raro que no nos presentásemos como acusación particular, no dijeron nada. —indicó Fran.
—Eso es porque teníamos más información que ellos sobre el caso, al menos con el asunto de Avalon. Las pruebas mandan en estos casos. —añadió Paula.
—A nadie le molesta que le den el trabajo hecho. —No era mi caso, pero cuando eres fiscal y tienes docenas de casos abiertos en ese momento, cualquier ayuda es bien recibida, sobre todo si es concienzuda y profesional.
—¿Y el resto de damnificados? —Quiso saber Alex.
—Me he asignado la búsqueda y entrevistas con ellos para presentar una querella conjunta. —Si Paula se encargaba de exprimir una pista, le sacaría hasta la última gota.
—¿Tuviste que decirles que ya tienes la lista? —Ella sonrió ante la pregunta de Alex.
—Ellos tenían dos nombres, y estaban trabajando en identificar el resto. Avalon era la tercera. Encontrar a los otros tres les estaba costando, así que no han tenido problema en que nosotros nos encarguemos de localizarlos.
—El dosier que me enviasteis de cada uno de ellos me está siendo muy útil para preparar sus entrevistas. —La sonrisa de Fran decía que esos tres iban a caer en su red.
—¿Cuándo será la vista preliminar? —Preguntó Alex.
—La semana que viene.
—Un poco pronto, pero supongo que sea porque es un caso muy mediático y las elecciones están a la vuelta de la esquina. —Meditó Alex en voz alta. La sonrisa de Fran confirmaba sus sospechas, porque opinaba exactamente lo mismo.
—¿Estás seguro de que quieres llegar a un acuerdo antes que ir a juicio? —Fran estaba convencido de que podía ganarlo, pero la intención de Alex no era eso, sino que hacer que todo el asunto salpicase a Avalon lo menos posible.
—Es la manera en que Avalon quedará menos expuesta. El dinero es lo de menos.
—La ley no se hizo para proteger a las víctimas, sino para castigar a los infractores. —Había algo de resentimiento en la voz de Paula. Estaba claro que ella pensaba eso, y que lo había aprendido con la experiencia real. Tenía que darle la razón, el objetivo principal de la ley se había desvirtuado de tal manera, que las víctimas al final acaban sufriendo dos veces, y no sabría decir cual de ellas era la peor.
—Es lo que hay, así que tendremos que jugar con nuestras cartas para conseguir lo que queremos. —Fran lo dijo para todos, aunque miraba directamente a Paula al decirlo. Quizás era su forma de decirle que las reglas eran las mismas para todos, pero que ellos jugarían este partido a su manera.