Adrik
Estaba repasando la prensa mientras desayunaba, buscando cualquier referencia al caso de Poe, cuando mi teléfono empezó a sonar. El identificador señalaba que era Drake, mi cuñado, el que llamaba. Te todas las opciones posibles sobre el motivo de su llamada, la que más sobresalía en mi cabeza era la que estaba relacionada con Dai. Así que tomé aire y me preparé para una buena reprimenda.
—Hola, Drake.
—¿Qué demonios has hecho? Tengo a DAI toda revolucionada con su ahijada. ¿Se puede saber en dónde nos has metido? —Pobre hombre. Si no tuviese suficiente con lidiar con una IA con la mentalidad de una adolescente, ahora llegaba yo y la alentaba a meterse en más problemas.
—¿Ahijada?
—Me levanto por la mañana y me encuentro que mi IA está metida en traducciones del coreano al inglés, analizando organigramas de relaciones intrapersonales, rangos de mando… Casi me da un infarto pensando que estábamos a un paso de la guerra con Corea del Norte.
—Siento haberte metido en esto, pero era muy tarde cuando Avalon me llamó pidiendo ayuda, y en la primera persona que pensé que estaría despierta fue DAI. —Llamarla persona era demasiado, pero él me entendía.
—Ella no duerme, es cierto. Pero si era una emergencia podías haberme despertado a mí.
—No es que sea una emergencia solo…—tomé aire pesadamente—Bianca y Santi han encontrado un bebé que quieren adoptar, y Avalon me llamó de madrugada para que tratase de hacer algo desde aquí. Parece que están realmente desesperados por conseguir traerse a la niña a los Estados Unidos. —Seguramente Drake estaba rememorando su propia experiencia. Él también fue un niño adoptado, que alguien trató de poner a salvo con una retorcida maniobra legal para alejarlo del peligro. ¿Cómo sé eso? Hay cosas que uno averigua con el paso del tiempo, aunque estoy seguro que si mi padre no hubiese querido que lo supiera, no lo habría hecho.
—Me pondré con ello ahora mismo. —Nada como tocarle la fibra sensible al dragón para que se ponga en marcha.
—Lo tengo controlado. —Protestó la voz de DAI.
—Nunca rechaces un refuerzo, DAI. Además, son asuntos de familia. Si es tu ahijada, esa niña también es algo mío, ¿no crees? —con Drake metido en todo esto, confiaba en que todo el asunto saliese bien.
—Quiero abrirle una cuenta para el fondo de la universidad, pero tus directrices no me dejan. —Menos mal que Drake había instalado algunas limitaciones en su máquina.
—Es un bebé, DAI. Hay cosas más importantes a tener en cuenta ahora. ¿Acaso no has aprendido nada con Valentín? —Otro punto sensible más a favor, él tenía un bebé de dos años, sabía lo que era embarcarse en un viaje como ese. —Voy a dejarte por ahora, Adrik. DAI tiene mucho que explicarme para ponerme al día de todo el asunto.
—¿No puedes adelantarme nada de cómo va el asunto?
—Luego, Adrik. —Y me colgó. Bueno, si DAI ya llamaba ahijada a la niña, seguro que la cosa iba bien.
Miré mi teléfono fijamente. Mis dedos picaban por llamar a Avalon y preguntarle, pero… ¿Qué hora sería en Corea del Sur? Hice rápidamente el cálculo, las pasaba poco de las 10 de la noche. No perdí el tiempo, le envié un mensaje y esperé.
—Estoy a punto de irme a la cama. Ha sido un día intenso. —Respondió a mi mensaje.
—¿Qué tal va el asunto del bebé?
—Tu amiga Dai nos ha encontrado una oportunidad. —Luego envió una rectificación. —Fabricado. —¿DAI haciendo trampas? Me lo creía.
—¿Ha funcionado?
—Mañana lo sabremos.
—Mantenme al corriente.
—Ok.
Cuando bajé al taller tenía una gran sonrisa en la cara, no sabía si por haber servido de ayuda, o por haber chateado un ratito con Avalon. Seguramente por ambas cosas.
El día fue bueno hasta que llegó l ahora del almuerzo. Fui a recoger mi pedido, pero olvidé decirles que no quería doble de yogur con frutas. Sin Avalon en Chicago, ya no necesitaba una excusa para ir a la torre. Quizás me quedé mirando la bolsa con los recipientes de yogur por demasiado tiempo, por lo que no vi venir al cretino de uniforme.
—Tienes mala cara, tipo duro. ¿Tu princesa te ha robado el sueño? —Sí, pero no se lo iba decir precisamente a él.
—Martin. —Saludé con una inclinación de cabeza mientras buscaba un paso por el que rebasarle.
—Nos vemos mañana. —No, si podía evitarlo.
No es que fuese corriendo, pero no me detuve hasta dejar el edificio atrás. Estaba a punto de dar el primer paso por el paso de peatones para cruzar la carretera, cuando un cosquilleo en la nuca me hizo girar hacia atrás. La vista fue directa hacia los ventanales de la cafetería. Allí, medio oculto por una pareja sentada en una de las mesas, estaba Martin, observándome. ¿Cómo sabía que era él a esa distancia? Por su postura. Las personas no solo tenemos una forma peculiar de andar que nos diferencia unos de otros, sino que también tenemos una huella particular cuando nos quedamos quietos, observando. Además de lo poco que podía ver de su uniforme, su corte de pelo, y la sonrisa autosuficiente que podía atisbar en su rostro. Ese cretino ocultaba algo, y no era bueno. Yo estaba en su punto de mira, y no me gustaba nada. Ya tenía una misión, y era averiguar qué era lo que quería de mí. ¿Suspicaz? No he llegado hasta aquí pasando por alto pequeños detalles como ese.
Primera parada, dejar en el taller la comida de Josh y pedirle a TAV que investigue al tipo. Quería un mapa de sus movimientos, desde que empezó a andar hasta hacía dos minutos. Sus llamadas, sus amigos, sus trabajos… Cuando acabase el día tenía que conocerle mejor que él mismo. Y segunda parada, iría a hacerle una visita a Alex, porque si mi seguridad estaba comprometida, también podía estarlo la suya. Para mí no existían las casualidades.
Avalon
Tendría que estar prestando mucha más a tención a la explicación del doctor Yeung, pero es que no podía concentrarme en extracción de ADN y técnicas de cultivo de células. Mis sentidos estaban aquí, pero mi mente estaba en otra parte, concretamente en un edificio donde Bianca y Santi estaban peleando por conseguir la custodia de Hana.
Lo sé, el único lugar en que podría estar allí era en la sala de espera, como muy cerca al otro lado de la puerta donde se celebraba la entrevista. Sería igual de inútil aquí que allí, al menos para ellos. Al menos aquí no podía comerme las uñas, y tenía a alguien para distraerme. El tiempo pasa muy despacio cuando no haces más que mirar el reloj, así que por cortesía, y porque lo había guardado en el bolsillo de mi pantalón, no lo estuve haciendo cada cinco minutos.
Supuse que mi visita duraría más que su entrevista, pero estaba claro que subestimaba a los funcionarios coreanos. Se lo debían estar tomando con calma, aunque también había que sumarle el doble de tiempo por la traducción del idioma. ¡Agh!, me estaba volviendo loca.
Mi visita terminó, y antes siquiera de cambiarme de ropa, ya estaba revisando mi teléfono. Nada. Suspiré, y me guardé las ganas de llamar y preguntar. Me pidieron un taxi, con el que me dirigí al hotel. Al menos ese era el plan. No fuera a ser que me cruzase con ellos a mitad de camino. Ir por ahí dando vueltas no es productivo ni inteligente, sobre todo cuando estás en una ciudad que no es la tuya y cuyo idioma no entiendes.
Ya en el hotel, no subí a mi habitación, me quedé sentada en el hall, con la mirada en la puerta de entrada, y el teléfono en mi mano. Mi atención saltaba de uno a otro, hasta que finalmente los vi aparecer por la puerta. No esperé, me lancé a su encuentro.
—¿Cómo ha ido? —Bianca parecía en shock, por lo que Santi fue el que respondió.
—Todavía no puedo creérmelo. —Eso no me servía.
—¿Pero ha ido bien o mal?
—Oh, bien. —Pero su rostro decía que estaba confundido.
—¿Os dan la custodia?
—Eh, sí. Es solo…—no pude aguantar más.
—Pero ¿qué ha ocurrido?
—No tenía idea de que el primer ministro era un fan de Santi. Llamó al funcionario para informarle de quién era, y de que lo tratase como se merece alguien con su fama. —Volví la cara hacia Santi.
—¿Eres famoso aquí en Corea?
—Pues por lo que parece así es. —Me tendió su teléfono para que viese lo que habían estado observando en su teléfono de regreso al hotel. Era un vídeo del concurso que ganó Santi en la televisión. Estaba subtitulado con símbolos que supuse serían coreano.
—El intérprete se ha ofrecido a trabajar gratis para nosotros. Incluso le ha rogado a Santi que le lleve en sus visitas a… ¿cómo lo llamó? —Preguntó Bianca a su marido.
—Explorar los sabores de Corea. —Terminó él. —La cuestión es que los únicos que sabían que estaba de visita en la ciudad estos días eran mis padres y mis hermanos, nadie más conoce nuestro itinerario.
Puede que sea porque mi padre es Alex Bowman y tengo su olfato para estas cosas, pero algo me decía que cierta chica muy lista estaba implicada en todo esto. Fuese lo que fuese, parece ser que había conseguido su objetivo, que la adopción de Hana fuese un hecho. ¿Quién no quiere ser famoso y recibir un trato de favor por ello?