Grigor
Rectifiqué la pajarita en mi cuello para que se viera bien recta en el espejo. Nada como un esmoquin para hacer que un chico de 17 pareciese un hombre. Ajusté el auricular en mi oído y activé el bluetooth para conectarlo con el teléfono. Ya estaba en modo vibración, así que no armaría escándalo si entraba una llamada en mitad de la ceremonia. Y no, no estaba incumpliendo ninguna norma, estar permanentemente comunicados durante la celebración era requisito imprescindible para nosotros. El abuelo Yuri nos contó aquella historia de lo que ocurrió durante la boda de la tía Lena, y no quería que nos volvieran a sorprender de la misma manera.
Por eso todos los Vasiliev tenían el teléfono encendido, y por eso solo acudía la familia y algún que otro allegado que no podía faltar. El resto, estaban todos en sus puestos de trabajo, celebrando a su manera el enlace de la primogénita del cabeza de la familia. Miré la hora en el reloj de mi muñeca, era el momento de salir de allí y de bajar a los salones nupciales.
Estaba caminando por la mullida alfombra hacia los ascensores, dejando atrás a los hombres de seguridad que discretamente velaban por la seguridad de la familia en aquella planta, cuando sentí como mi bolsillo vibraba. Un chasquido sonó en mi oído cuando la llamaba entró automáticamente.
—El esmoquin te queda bien. —Chandra parecía divertida al otro lado de la línea, casi que podía ver sus ojillos escudriñando la pantalla donde tendría mi imagen en ese momento. Es lo que tenía el centro de control del Crystals, que podías verlo todo, y mucho más si era una de las empresas Vasiliev. Alcé la cabeza para que la cámara captase nítidamente mi sonrisa. Sabía que había una cerca de mí en aquel momento.
—A todos los hombres nos queda bien. —Estiré la manga de mi chaqueta al más puro estilo James Bond.
—Mmmm, discrepo. Aunque he de reconocer que a ninguno de los de esta boda les queda mal. —Seguro que tenía delante de ella varias panorámicas donde estaría comprobando precisamente eso.
—¿Te toca trabajar esta noche en la central?
—Alguien tiene que vigilar el fuerte. Mi padre hoy se ha tomado el día libre para ir de fiesta. —Ya sabía que eso significaba que Boby estaría en la boda. Él fue uno de los tutores del novio, así que no podía faltar. Y con Chandra a los mandos todo estaba controlado.
—Pobrecita. —La puerta del ascensor se abrió en ese momento. Entré y apreté el botón correspondiente. Instintivamente alcé la cara hacia el lugar donde sabía estaba la cámara del ascensor. ¿Preocuparme por que se perdiera la cobertura? Era el Celebrity´s, eso no ocurriría.
—Bueno, nunca he sido de las que les gusta la fiesta. Yo soy más la chica que se sienta en la mesa más alejada para verlo todo sin que la molesten.
—Pues has encontrado un buen lugar desde el que curiosear. —Escuché su risilla en mi oído.
—El mejor, porque nadie sabe que estoy aquí.
—Solo yo.
—Y alguno más. —Sí, esos serían su padre, el tío Viktor… Supongo que los imprescindibles.
—Hace mucho tiempo que no hablamos. ¿Te ha dado mucha guerra mi hermano? —Sabía que ella no solo vigilaba, también lo protegía, no sabía cómo, pero lo hacía.
—Es demasiado cabezota como para reconocer que necesita ayuda, pero no la rechaza cuando se la pongo en bandeja. —Conociendo a Luka, seguro que eso sería el último recurso.
—Le diré que sea bueno contigo y te compre algo bonito para agradecértelo.
—Prefiero que no sepa que he soy yo la que le saca las castañas del fuego, creo que su ego no lo soportaría. —¿Ego? No entendía por qué decía eso, seguro que había algo más ahí que sería interesante descubrir.
—Como quieras. —Las puertas se abrieron para dejarme paso hacia el largo pasillo.
Todavía tenía un pequeño trayecto hasta la zona en la que se llevaría a cabo la ceremonia. Pero no iba a hacerlo solo, porque a unos 20 metros podía ver a otros invitados al enlace. Si la vista no me engañaba, eran los tres mosqueteros y el autoproclamado D´Artagnan, o sea Owen Bowman. Mis pies ya me estaban llevando hacia ellos.
—¿Le doy recuerdos de tu parte? —Escuché un crujido al otro lado.
—Eh, mejor no. Seguro que le costaría recordar quién soy. Deja que siga oculta en mis catacumbas. —Aquello me hizo sonreír.
—¿Cómo el fantasma de la ópera?
—Esa soy yo. Diviértete.
—Lo haré. —Quizás estaba más encaminado a descubrir qué era lo que ocurría allí. El fantasma de la ópera, creo que acerté con la analogía. ¿Chandra y Luka? Algo me decía que sí. Si no saben a lo que me refiero, no está de más que le den un vistazo a la historia.
—¿Harás qué? —Preguntó Adrik. Este tipo estaba siempre pendiente de todo lo que parecía jugoso.
—Divertirme. —Señalé con mi dedo hacia el auricular en mi oreja. —Hablaba con una amiga. —Adrik enseguida se acercó todo interesado.
—No será cierta chica de la que he oído hablar. —Sus ojos pasaron fugazmente sobre mi hermano. Ahora sabía quién le había ido con el chisme, y si me esforzaba un poco más, seguro que podía imaginar a mi padre contándoselo a Luka así como si no fuera algo importante.
—¿Curiosidad? —le piqué.
—Absolutamente. —me sonrió con picardía. Adrik podía tener muchos defectos, pero decir la verdad sin importarle las consecuencias no sé si sería uno de ellos.
—Pues siento decepcionarte, esta vez no era ella. —Creo que esa respuesta le picó la curiosidad un poco más.
—¿Ah, no? ¿Jugando dos partidas al mismo tiempo? —De ser él sí que me habría creído que tonteaba con dos chicas a la vez, a Adrik le gustaba ese tipo de riesgo. Pero ese no era mi caso, nunca lo sería.
—No. Solo charlaba con un fantasma. —Las cejas de Adrik se alzaron sorprendidas e intrigadas.
—¿Fantasma? Luka, tu hermanito tiene secretos que no quiere contar. —Mi hermano tan solo se encogió de hombros al tiempo que se giraba hacia mí. Fue entonces cuando vi el moratón muy cerca de su ojo izquierdo. Seguía metido en las peleas, no podía negarlo.
—Es lo bastante mayor para tenerlos. —Su forma de mirarme era una mezcla de tristeza y “ten cuidado”. Seguramente todavía seguía tocado por el secuestro de Kiril. Supongo que todos lo estábamos. Pero la vida sigue, y conocemos el mundo en el que se mueven los asuntos de la familia, todos los días asumíamos riesgos como ese. El hacer que no fuesen tan grabes dependía de nosotros. Aunque, si le pasó a Kiril, podía pasarnos a cualquiera. Daba gracias por que el tío Viktor estuviese preparado para lanzar un rápido contraataque. En cuestión de horas, Kiril había regresado con la familia.
—Lo siento chicos, pero os abandono. Mi dama acaba de llegar. —Todos nos giramos hacia los ascensores, donde Kiril ya tenía en el punto de mira a su chica. Sheila le sonreía de una manera especial, de esa que no reflejaba el mal trago que había pasado.
Si Pamina decía que ella ya estaba recuperada, tendríamos que creerla, a fin de cuentas ella es la médico. Pero no sé, a mí me parecía que todavía le quedaba algo para estar de nuevo al 100%. Aunque viéndola con aquel vestido y aquel aspecto tan deslumbrante, cualquiera diría que no había pasado tan poco tiempo desde que estuvo al borde de la muerte. Podían no decirlo, pero un viaje exprés como aquel, con un avión completamente medicalizado y directos hacia el hospital, no significaba que se tratase solo de un bajón de tensión. Pero bueno, ella parecía bien ahora, y Kiril estaba pendiente de sus necesidades, así que todo quedaba atrás.
—Vamos chicos, poneros en marcha o esto va a empezar sin nosotros. —Casi no me había fijado en Sokol, que llegó hasta nosotros para azuzarnos. A su espalda, caminaba un Drake sonriente, y si tendría que apostar, yo diría que algo nervioso
Con paso animado, todos nos enfilamos directos a la gran sala de la ceremonia. Aquel era momento de celebración. Tasha Vasiliev y Drake Sokolov iba a unirse en matrimonio. El abuelo decía que si amabas a alguien, debías protegerlo de todas las formas posibles, y el matrimonio era una cobertura legal y moral que nadie podía pasar por alto. Una forma de pensar algo anticuada, pero yo no era quién para luchar en contra de las costumbres de la familia.
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