Paula
Tenía que haber previsto que Fran no iba a rendirse tan fácilmente, en cuanto salimos por la puerta del restaurante comenzó con su asedio para descubrir todo lo posible sobre el autor de mi malestar; Jordan.
—Así que…Tienes dos opciones, o voy preguntando o tu me lo vas contando por voluntad propia. —Le lancé una mirada de esas de “te estás metiendo donde no te importa”, pero era mi primo Fran, eso nunca lo había detenido antes, y no iba a hacerlo en ese momento.
—Solo es un gilipollas con el que tuve una cita, nada más. —La ceja derecha de Fran se alzó dejando claro que no iba a engañarle.
—Está bien, tendré que hacer de abogado malo. Recapitulemos, lo conociste como el fontanero que fue a arreglar una fuga al Chäteau.
—Ayudante de fontanero. —Cuando le corregí me di cuenta de que había conseguido lo que quería, hacerme hablar. ¡Maldito manipulador!
—Supongo entonces que él te conoció como camarera allí. —No dejó de caminar a mi lado mientras esperaba la respuesta.
—Darío lo invitó a su fiesta. —Las cejas de Fran se fruncieron mientras acomodaba los datos en su cabeza.
—Recuerdo el día en que Gabi tubo el problema con las tuberías. ¿Quién tomó la iniciativa, él o tú?
—Darío le prometió presentarle chicas, yo solo estaba en el lote, supongo.
—Así que charlasteis y quedasteis para tener una cita otro día.
—No, se me estropeó el coche y papá y Mo me acercaron al trabajo. Antes de dejarme cerca de mi oficina Mo pasó por una de las obras a dejar unos planos, y fue allí donde le vi. —Fran asintió.
—¿Te pidió la cita entonces? —Puse los ojos en blanco, sí que estaba metido en el papel de abogado, estaba empeñado en llegar al punto que le interesaba.
—No, el día que me despedí del trabajo…—me mordí el labio antes de confesar—, pasé por la obra para ver si me encontraba con él. —Fran no tuvo problemas para atar cabos.
—Así que por eso tardaste tanto en ir a la oficina nueva. —Ahora venía la vergonzosa confesión, sí, vergonzosa, porque yo no era de las que hacía esas cosas.
—Charlamos y… quedamos para cenar.
—Vale, esa sí fue la primera cita. ¿Dónde te llevó? —Esto empeoraba.
—Como le dije que tenía un trabajo nuevo le invité yo. Fuimos al Rancho Rodante y después tomamos un helado en el paseo marítimo. —Fran volvió a asentir, como si así encajara otra pieza más en el puzle que estaba creando en su cabeza.
—Así que fuiste tu la que tomó la iniciativa. —¡Mierda! Podía ver la imagen que veía en su cabeza. La culpable de todo este lío fui yo. La que se montó todo el cuento en su cabeza fui yo.
—No me rechazó cuando le besé. —¡Porras!, ahora me sentía como uno de esos depredadores sexuales. “La chica no dijo que no quería”.
—¿Le pediste otra cita? —Esa pregunta me levantó un poco el ánimo, yo había dejado abierta esa puerta, pero no la toqué.
—Le dije que si quería repetir me llamase, y lo hizo.
—Así que te llamó para pedirte otra cita.
—Se suponía que regresaba a Miami mañana, así que le pedí que la aplazase hasta entonces.
—¿Le dijiste que estabas en Chicago? —¿Por qué eso le parecía importante?
—Sí, me llamó justo cuando estábamos en el despacho de Bowman trabajando en su edificio. —Los ojos de Fran se entrecerraron suspicaces.
—¿Le dijiste que estabas con Mo?
—No, pero como yo estaba ocupada él contestó a la llamada, para después darme el teléfono. —Su manera de mover lentamente la cabeza hacia abajo, mientras miraba un punto distante de la acera, no me gustó.
—Interesante. —Me estaba desesperando.
—Estás pensando que es culpa mía, ¿verdad? Fui yo la que lo perseguí. —Su cabeza giró para mirarme.
—La primera vez sí, pero la segunda no.
—Entonces, el que él estuviese en el restaurante besándose con otra lo convierte en un gilipollas, ¿verdad? —Según mi punto de vista, estaba jugando conmigo, o con las dos.
—Todo apunta a que más que idiota sea demasiado listo, o tal vez… No me hagas caso, tengo que tener más datos para acusarle de algo como eso. —Lo aferré del brazo para obligarle a detenerse y mirarme de nuevo a la cara.
—¿Como qué? —le exigí que me explicase. Fran se quedó en silencio un par de segundos.
—¿Confías en mí?
—Eso no es una respuesta, Fran. —No contestó como quería.
—Lo sé. —Me estaba desesperando todo esto, y no tenía tiempo para malgastar en ello porque acabábamos de llegar a nuestro destino.
—Será mejor que nos centremos en lo importante ahora. —Era mi manera de darle carpetazo. Un tipo que jugaba con dos mujeres no merecía que malgastase en él un segundo más de mi tiempo.
Fran
Observé como Paula se adentraba en el edificio, momento en que aproveché para enviarle un mensaje de audio a Owen.
—Creo que a Jordan le interesa la relación de Paula con Mo. Quizás deberías investigar algún vínculo entre el chico y Mo.
Aceleré el paso para alcanzar a mi prima justo entrando en el ascensor.
–Ya pensaba que tenía que disculparte con el fiscal. —reí ante su puya.
—No voy a perderme nada de esto, y lo sabes. —Ella sonrió ligeramente.
Ese idiota tramaba algo. Owen había estado rápido en investigarlo porque desconfiaba de él. Entre los dos conseguiríamos dar con lo que trataba de esconder, y por qué había escogido a Paula como peón para sus propósitos.
Owen
Fran no había perdido el tiempo, ya se había puesto a sonsacar información a Paula sobre ese tipo. Yo tampoco me había quedado quieto. Le envié toda la información que había conseguido de las redes sociales del tipo a Emil, nuestro informático. Le pedí que hiciera una búsqueda profunda sobre el tipo en la red; quería saber todo de él, desde la marca de pañales que usaba de bebé, hasta la lista de compras de su tarjeta de crédito. Pero con aquel nuevo dato tenía que ampliar la búsqueda.
No solo me preocupaba Paula, para mí era más que una empleada, era la prima de mi mejor amiga, familia, y no podía permitir que le hicieran daño. Pero ahora, todo el asunto tomaba un nuevo rumbo. Ese Jordan podía estar interesado en el trabajo de nuestro arquitecto y eso podía ser peligroso. Papá mantenía todos sus proyectos constructivos en el más estricto secretismo, la seguridad de sus ocupantes podía depender de unos planos que podían conseguirse en el registro municipal. Por eso trataba de modificar muchos de los elementos no fundamentales en su conveniencia; ubicación de paredes, salidas ocultas, habitaciones invisibles, puertas escondidas… Al Capone y sus túneles secretos para el contrabando de alcohol eran un juego de niños comparado con el enrevesado entramado que quería implantar en sus edificios.
Y si había un lugar que tenía que ser seguro por encima de todos no solo era la casa familiar o su oficina, sino el nuevo edificio al que trasladaría la sede central de sus empresas y que iba a compartir con el laboratorio de investigación de mi hermana Avalon. Solo tener una ligera sospecha de que alguien quería acceder a esa información, haría que mi padre movilizase todos los recursos disponibles para investigarlo y con toda seguridad frustrarlo. Así que antes de perder el tiempo por mi cuenta hice lo que tenía que hacer, y eso era poner en aviso al gran jefe.
Pero tampoco iba a desaparecer precisamente ahora, así que recurrí a mis amigos para no perderme los últimos días de clases. La universidad es dura, perderte una clase no puede complicarte la existencia, pero varios podían acabar con alguna materia suspensa. Por ello envié un mensaje a Adrik para que se encargase de recopilar los apuntes de estos días que iba a perderme, que me pusiera al día para poder presentarme a los últimos exámenes con un viaje exprés, y sobre todo que me mandase todo el material lo antes posible, porque tendría que estudiar en mi tiempo libre.
Sabía que ellos no iban a fallarme, como yo tampoco le fallaría a mi padre, ni a Paula. La educación es importante, pero la familia y sus asuntos siempre están primero.
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