Paula
—¿Y qué nos sugiere? —preguntó Fran mientras miraba al abogado de la defensa, sentado a nuestra izquierda.
—Mi cliente se declarará culpable de los dos homicidios, cumplirá una condena de 15 años por cada uno de ellos. —Ofreció el abogado de la defensa.
—El primero podría librarse de que se considere premeditado, pero con el segundo no pasará por ahí. Fue directo a por la otra mujer, sabía que iba a matarla cuando fue a buscarla. Así que tendríamos como poco 15 años por homicidio y pena de muerte por asesinato en primer grado. Sin olvidarnos de que con la tercera víctima tenía las mismas intenciones, por lo que la pena seguramente aumentará. —Pensar en que mamá estuvo a punto de morir envió un escalofrío por mi espalda. —Su cliente tiene reservada una celda en el corredor de la muerte, letrado. —Al fiscal casi le faltó sonreír ante su desglose de acusaciones. ¿Cómo podía ser tan frío? Estaba empujando a un hombre a la muerte. Vale, se lo merecía por lo que había hecho, pero… Lo siento, soy una defensora de la vida a toda ultranza. La muerte para mí sería el último recurso.
—31 años con las dos condenas consecutivas. Mi cliente tiene 49, saldrá a la calle con 80, si es que llega.
—Cadena perpetua. —Contra ofertó Fran.
—Mi cliente ha sido un ciudadano ejemplar hasta el día de los hechos. Cualquier psiquiatra declarará que sufrió un brote sicótico o una enajenación mental. Podríamos incluso conseguir una condena mínima de 7 años a cumplir en un psiquiátrico. —Pude notar la tensión en la mandíbula de Fran ante esa propuesta. Si yo estaba a punto de saltar sobre ese idiota por tratar de librar a su cliente de lo que había hecho, ¿qué no le haría Fran cuando a la que había apuntado con un arma a la cabeza había sido a su hermana?
—Su cliente ya tenía una orden de alejamiento de los Di Ángello, ¿y se presenta en su casa para encañonar a su ex novia? Buena suerte con ese brote sicótico que le ha durado más de 20 años. —Fran sí que había sacado los cuchillos.
—Yo creo que la oferta del otro letrado de la acusación es más que apropiada. Cadena perpetua y se declara culpable de todos los cargos. —El fiscal se reclinó en su sillón, como si hubiese entregado un dulce caramelo a la defensa que no podrían rechazar. El abogado pareció pensarlo un par de segundos.
—Bueno, no hay gran diferencia entre salir con 80 años o cadena perpetua. No creo que mi cliente rechace la oferta. —Ya, como si fuésemos a tragarnos eso. Seguramente esa opción la habían valorado como buena, ya que la alternativa era la pena de muerte.
—Pues si tenemos un trato, se lo notificaré a los otros implicados en la acusación. —sentenció el fiscal.
—Todavía hay algunos detalles que debemos pulir con respecto a ese trato. —se apresuró a decir el abogado defensor, provocando un gesto burlón del fiscal.
—¿De verdad piensas que estás en condiciones de pedir más? Son sus familiares a los que atacó su cliente. —El hombre se giró sorprendido hacia nosotros dos.
—Su madre y mi hermana. —Aclaró Fran con voz letal mientras nos señalaba, lo que provocó que el abogado tragase saliva.
—¿Eso no sería recusable? —Trató de quitarnos de en medio. ¡Ja!, que lo intentara.
—Podemos comprobarlo yendo a juicio. —Atacó Fran. Había una promesa escondida entre sus palabras, que avisaba de que podía cobrarse más de lo que ya había conseguido.
—Vayan a notificar el acuerdo a sus clientes, letrados. Yo me encargaré de limar esos flecos del acuerdo. Nos veremos en aproximadamente hora y media, después de que hable con las otras familias. —miró su reloj mientras calculaba lo que le llevaría hacerlo.
—De acuerdo. —Fran y yo nos pusimos en pie para irnos. Era hora de salir ahí y explicárselo a los demás.
—¿Y bien? —Preguntó impaciente Bianca.
—Como abogado estaría muy contento, como parte implicada no lo estoy tanto. —dijo Fran.
—Déjate de dar rodeos, ve al grano. —Fran me miró como pidiendo permiso. Estaba claro de que era a él al que le correspondía dar la noticia, era su hermana.
—La defensa nos ha propuesto un trato, y el fiscal va a aceptarlo, o al menos lo hará en cuanto hable con las familias de las otras víctimas. —les explicó.
—¿Cuál sería? —preguntó Owen.
—Él se declara culpable de todos los cargos, a cambio la pena cambia de sentencia a muerte a cadena perpetua. —resumió Fran.
—¿Así de fácil? ¿Ya está? —preguntó algo enfadada Bianca. Me sorprendía una reacción así por su parte, ella no era de las que pedía sangre. Aunque claro, esta vez había visto la muerte muy de cerca, tenía derecho a exigir más, mucho más.
—Piénsalo bien, Bi. Nos ahorramos el coste de un juicio, y nos cercioramos de que ese tipo acabe sus días entre rejas. El estado sale ganando de esta manera. —expliqué.
—Es una manera de no arriesgarse a que en el juicio el jurado le declare inocente. Ha sido un ciudadano ejemplar hasta ese día en que se le cruzaron los cables y mató a su ex mujer y a su ex novia. Puede alegar enajenación mental transitoria, y terminar en un psiquiátrico cumpliendo su condena durante 20 años. Incluso podría superar una valoración psiquiátrica positiva y estar fuera en 7 con una medicación que seguro no necesita. —añadió Fran.
—¿Cómo que ciudadano ejemplar? Ya tenía una orden de alejamiento del tío Tonny y la tía María. —Fran se encogió de hombros, seguramente no quería darle más munición a Bianca para que sintiera que no lo habíamos dado todo ahí dentro. A mi forma de ver, una cadena perpetua podríamos haberla conseguido después de un largo y costoso juicio. Nos habíamos ahorrado tiempo, dinero y evitado que las familias revivieran todo de nuevo.
—Como abogado preferiría encerrar a esa mala bestia en una celda hasta que muera, y de paso no haceros pasar a la tía y a ti el mal trago de soportar un interrogatorio por parte de la defensa. A veces los juicios son más traumáticos que el delito en sí, porque atacan a la víctima para convertirla en culpable. Aunque como tu hermano preferiría ver cómo le ponen la inyección letal al desgraciado que te encañonó con una pistola. —confesó Fran.
—No volverá a salir a la calle. —dijo Bianca.
—No. —Le aseguró Fran.
—Entonces nos ahorramos el juicio, declarar delante de un jurado y le metemos entre rejas de por vida. —Era un buen resumen.
—Así es. —Volvió a confirmar Fran.
—Para mí eso suena a victoria, ¿tú que crees? —Le preguntó Owen a Bianca.
—Que lo es. —Creo que todos estuvimos conteniendo la respiración esperando eso, el que Bianca aceptara el trato de la fiscalía como bueno. A fin de cuentas, ella era la auténtica perjudicada en todo esto, ella era la víctima, o una de ellas al menos. Ya me llegaría el turno de decírselo a mamá. Solo esperaba que a ella también le supiera a victoria.
—Bien, esto merece una celebración. —propuso el chico de Bianca.
—Tenemos que volver dentro de hora y media, no lo olvides. —le recordé a Fran.
—El fiscal tiene que explicar la propuesta a las otras dos familias. Con su decisión, o mejor dicho, cuando les haya convencido, nos reuniremos de nuevo con la defensa para detallar los puntos de ese acuerdo. —explicó Fran.
—Entonces no tenemos tiempo para una celebración Castillo. —Owen fingió abatimiento por ello.
—¿Qué tal si nos vamos a comer a un buen restaurante? Conozco uno que está cerca de aquí. Y no te preocupes por el precio, pienso meterlo en mi cuenta de gastos. —Apostaría lo que fuera a que se estaba refiriendo a la cuenta de Bowman, por eso estaba mirando a Owen al decirlo, como retándole a que le dijese que eso no podía hacerlo.
—Me he librado de declarar en un juicio, creo que mi padre lo verá como una compensación justa. —Vaya, pues le había salido bien la jugada. Con estos jefes daba gusto.
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