Lo primero, vamos a ajustar las fechas, porque como se habrán dado cuenta, hay un gran desajuste con respecto a la serie préstame. Mi error, ya lo subsanaré en las historias anteriores en cuanto las revise. De momento vamos a ponernos en situación desde este mismo momento.
Lena en este momento tiene 13 años, para que en 2015 tenga 37, el año en el que nos encontramos tendría que ser 1991. Por lo que había nacido en el año 1978. Andrey nació en 1982, Viktor en 1986 y Nick en 1990.
Así pues, partimos de 1991, Lena tiene 13 años, Geil pronto cumplirá 15, pues le saca más de un año a Lena, Andrey tiene 9 años, Viktor tiene 5, y Nick tiene 1 año. Yuri tiene 29 años y Mirna 30.
Donna nace en 1973, Viktor y Emy mueren en 1975, en 1976 lo hace Nikolay. Y Yuri nace en 1962.
¿Han asimilado todas las cifras? Bien, entonces nos ponemos en marcha.
Lena
De camino al colegio, intenté sonsacarles algo de información al chofer y al escolta que viajaban en el coche con nosotros, pero no hubo manera, los tipos tenían la boca sellada con cemento. Y tampoco yo insistí demasiado, porque Geil estaba empezando a sospechar que algo ocurría. No fue hasta que estuvimos dentro del edificio, lejos de nuestros guardianes, cuando se atrevió a preguntarme.
—¿Crees que ha ocurrido algo? —Lo miré con cautela.
—No lo sé. —Pero me moría de ganas por preguntarle si había visto a su padre esa mañana. Ya conocía la respuesta, seguramente no. Cuando papá no estaba, Mateo se encargaba de ir al mercado de abastos para hacer la compra de carne para la tienda. Con dos o tres veces por semana era suficiente para llenar las cámaras frigoríficas y abastecer a los clientes. Pero cuando papá estaba de viaje, o estaba demasiado ocupado con otras cosas, Mateo se encargaba de hacer la compra.
Mamá solía encargarse de la carnicería por las mañanas, a veces con Mateo y otras veces con Zory, depende de como estuviese la cosa. Había ocasiones en que estaban los tres al mismo tiempo, depende del trabajo que hubiese, como en Acción de Gracias y la manía de la gente de querer comprar su pavo a última hora. Por las tardes solían estar papá con Zory y Mateo, era cuando más trabajo había en la carnicería. Por lo que decía mamá, era cuando la mayoría de la gente solía ir a recoger sus pedidos. Papá se encargaba de atenderlos y de abastecer el mostrador principal. Estos días que papá estaba fuera, era Zory el que se encargaba de los pedidos.
Como decía, seguramente Geil no habría visto a su padre esa mañana, porque habría acudido a primera hora al mercado de la carne a hacer la compra para la carnicería. Seguramente lo veríamos a la hora de la comida, pues era una norma el que todos nos reuniéramos en casa para sentarnos a la misma mesa. Mientras mamá se ocupaba de dar de comer al pequeño Nikita, la abuela Estella se encargaba de alimentar al resto. Éramos una gran familia, en la que Mateo podía ser mi tío, salvo por el hecho de que no quería ver a Geil como mi primo. Él era… él era mi mejor amigo.
—Algo te ronda la cabeza, no puedes ocultarlo. —Quizás a cualquier otro sí, pero no a Geil. Él me conocía demasiado bien.
—No sé, Patrick traía hoy mala cara, Me da que ha sucedido algo malo, pero no sé qué. —Aunque sabía a quién. Solo rogaba que no fuese algo grave, algo que no tuviese solución como… No quería pensar en muerte, pero no podía negar que sabía que los hombres que trabajaban en casa, los que llamaban a mi padre jefe, iban todos armados.
Cuando papá estaba en casa sabía que se encargaría de todo. Cualquier problema que surgiera, él lo solucionaba, pero sin él aquí… ¿quién arreglaría lo que había ocurrido? ¿Mamá? Estaba claro que Patrick había recurrido a ella por algo.
Estaba abstraída, mirando un punto perdido en la pizarra, cuando vi una sombra pasar delante de la puerta de nuestra clase. Al mirar hacia allí, noté que alguien, con la misma camisa que Geil llevaba esa mañana, pasaba delante de mi clase. No era cambio de clases, no iba solo porque seguía a algiuen, y esas dos cosas me dieron mala espina. Levanté la mano con rapidez.
—Señorita Templeton, necesito ir al baño.
—¿Ahora decides regresar al mundo, Vasiliev? —Estaba claro que no le había pasado inadvertida mi desconexión de su clase.
—Problemas menstruales. No quería alargar inútilmente aquella conversación. Geil se iba y necesitaba alcanzarle.
—Está bien. — Templeton deslizó la tabla que servía de pase para el baño sobre la mesa, y yo la cogía al vuelo mientras salía con mi bolso a cuestas hacia el pasillo.
No vi a Geil, no había señales de él, así que corrí hacia las escaleras para bajar a la planta inferior. Allí estaba la puerta de salida del edificio, así que podía interceptarlo. ¿O tal vez lo había llevado al despacho del director? Tenía que tomar una decisión, y debía hacerlo rápido. Y eso hice, tomé el camino que me llevaría hacia la salida del edificio, y corrí como si quisiera ganar una medalla olímpica. Cuando llegué abajo, mi vista fue directa hacia la salida. Al fondo, dos siluetas se dibujaban a contra luz. El otro podía ser cualquiera, pero uno de ellos era Geil.
Corrí por el pasillo, haciendo que mis zapatos chirriaran con las baldosas, pero no grité, no podía llamar la atención de las personas que aún seguían en sus clases, no podía dejar que me detuviesen.
Alcancé la puerta pocos segundos después de que se cerrase, empujé con todas mis fuerzas, y seguí corriendo. Entonces sí que grite.
—¡Geil! —Él se volvió, mostrando su rostro preocupado. Algo había ocurrido, su cara me lo confirmaba, y yo sabía lo que había sido; su padre. —Espera. —Al acercarme me di cuenta de que la persona que estaba a su lado era Boris. Tenía que ser algo grabe para que él estuviese aquí, él no solía sacar su culo fuera del club que regentaba a menos que papá le convocase. Yo lo sabía, y quizás Geil también, porque podía notar un pequeño temblor en sus manos.
—Vuelve a clase, Lena. Este asunto no va contigo.
—Buen intento Boris, pero si le concierne a Geil, me concierne a mí. Así que tienes dos opciones, o nos llevas a los dos de nuevo al colegio, o me llevas con vosotros a donde tengáis que ir. —Crucé los brazos frente a mi peño, e intenté míralo con la misma resolución que mamá cuando trataba de imponerse a papá. Si con él funcionaba, tal vez con Boris también lo haría.
—Que venga con nosotros. Acabará enterándose más temprano que tarde. —La voz de mi madre llegó detrás de Boris mientras se acercaba a nosotros.
—Gracias mamá. —Pero su mirada me decía que esto era algo muy serio.
—Si te digo que te quedes en el coche, no vas a moverte. No quiero que marees a nadie con tus triquiñuelas de niña mimada. Esperarás pacientemente y después podrás preguntarme ¿Lo has entendido? —Ella empezó a caminar hacia el coche que esperaba en la salida, y todos la seguimos como borreguitos.
—Sí, mamá. —Pero una cosa era lo que em acababa de decir, y otro muy distinta mi paciencia. Ella estaba aquí, y yo tenía una pregunta que hacerle. —¿Mateo… Mateo está bien? —Ella se giró, pero no dijo nada, solo empezó a meterse en el coche, y yo la seguí. Geil corrió para entrar por el otro extremo, pero no llegó a tiempo de escuchar su respuesta.
—Está bien, de momento. —Algo extraño des ocurrió a mis tripas. Por un lado estaba aliviada por saber que no le había ocurrido nada, pero por otro lado me preocupaba lo que podría sucederle. Podría arriesgarme y preguntar más, pero sabía que ella no me respondería hasta tener más información. El lugar al que nos llevaban sería donde obtendría más respuestas.
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